La luz del sol se filtraba suavemente a través de las cortinas de la habitación, creando un ambiente cálido y relajante. Al despertar, me encontré acurrucada al lado de Alexia, su respiración tranquila y su cuerpo cálido contra el mío. Era un momento de paz que valoraba profundamente, especialmente después de las intensas emociones y las conversaciones que habíamos tenido recientemente.
Mientras observaba el rostro sereno de Alexia, me sentí agradecida por la conexión profunda que compartíamos. Sin embargo, en el fondo de mi mente, había una preocupación persistente que no podía ignorar. Había estado esperando un correo del Comité Olímpico desde que dimití de mi puesto en la empresa de fisioterapia. Sabía que esta decisión había traído consigo consecuencias que podrían ser difíciles de manejar, pero en ese momento, me sentía esperanzada de que todo saldría bien.
Decidí aprovechar la tranquilidad de la mañana para revisar mi correo electrónico. Con cuidado para no despertar a Alexia, me deslicé fuera de la cama y me dirigí a la mesa de trabajo que estaba en un rincón de la habitación. Me senté frente a mi portátil y abrí la bandeja de entrada. El corazón me latía con fuerza mientras buscaba el esperado mensaje del Comité Olímpico.
Finalmente, encontré el correo que estaba esperando. El remitente era el Comité Olímpico, y el asunto del mensaje era claro: "Notificación Importante sobre tu Estancia en el Complejo Olímpico". Al abrir el correo, una sensación de inquietud se apoderó de mí. El mensaje comenzó con una serie de disculpas formales y una expresión de pesar, pero pronto me di cuenta de que las noticias que contenía eran todo lo que temía.
El correo explicaba que, debido a mi dimisión de la empresa de fisioterapia, era necesario que abandonara el complejo olímpico. La política del Comité Olímpico era clara en cuanto a la permanencia en sus instalaciones: aquellos que ya no estaban afiliados a las organizaciones asociadas debían dejar el complejo. Las palabras eran frías y protocolares, y a pesar de que entendía la lógica detrás de la decisión, el impacto emocional era devastador.
Sentí un nudo en el estómago mientras leía el mensaje una y otra vez. La idea de tener que abandonar el complejo olímpico no solo significaba perder mi lugar de trabajo, sino también separarme de Alexia otra vez. La perspectiva de tener que irme, de dejar el entorno en el que habíamos construido momentos tan significativos juntas, era casi insoportable.
Mis manos temblaban mientras intentaba procesar la información. Los ojos se me llenaron de lágrimas, y antes de darme cuenta, las primeras lágrimas comenzaron a caer sobre el teclado de mi ordenador. Me esforzaba por mantener el control, por no hacer ruido, pero el dolor y la angustia se volvían cada vez más intensos.
En ese momento, no pude evitar el sonido sordo de un sollozo que se escapó de mis labios. El ruido debió haber despertado a Alexia, porque poco después sentí el suave movimiento a mi lado. Giré la cabeza y la vi despertar, su mirada confusa y preocupada al ver las lágrimas en mi rostro.
—¿Laia? —dijo con voz rasposa y llena de preocupación. Se incorporó lentamente, frotándose los ojos y mirándome con una mezcla de ternura y alarma—. ¿Qué pasa? ¿Por qué estás llorando?
No pude contenerme más y me dejé llevar por el llanto. Mi respiración era irregular y entrecortada, y las lágrimas caían sin parar. Alexia se levantó rápidamente, acercándose a mí y envolviéndome en un abrazo cálido y reconfortante. Su proximidad y el toque de sus manos en mi espalda me ofrecieron un pequeño consuelo, pero el dolor seguía siendo abrumador.
—Lo siento —dije con voz quebrada, mientras intentaba controlar el llanto—. Es el correo del Comité Olímpico. Me están diciendo que tengo que irme, que debo abandonar el complejo.
Alexia me miró con una intensidad preocupada, y sus manos comenzaron a acariciar mi espalda con suavidad. La calidez de su toque y la cercanía de su cuerpo me ayudaron a calmarme un poco, pero las lágrimas seguían fluyendo sin parar.
—¿Qué? —preguntó Alexia, su voz llena de sorpresa y preocupación—. ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
Le expliqué con dificultad entre sollozos lo que decía el correo, que mi dimisión de la empresa de fisioterapia había llevado a que se aplicara el protocolo que requería mi salida del complejo. Cada palabra que decía parecía pesar más, y me sentía incapaz de comunicar adecuadamente la magnitud del problema.
—No puedo creer que esto esté pasando —dije, mi voz apenas audible—No quiero separarme de ti, Alexia.
Alexia me miró con una expresión de profunda tristeza. La intensidad en sus ojos reflejaba una comprensión dolorosa, pero también una sensación de impotencia. Sabía que estaba en una posición en la que no podía ofrecer una solución concreta. Su abrazo seguía siendo reconfortante, pero podía sentir que estaba tan perdida en cuanto a cómo resolver la situación como yo.
—Laia —dijo Alexia con un tono que intentaba ser calmante, pero que también revelaba su propia angustia—. Siento mucho que estés pasando por esto. Ojalá pudiese hacer algo para arreglar la situación...
Sus palabras eran un reflejo de la realidad dolorosa: no había una solución, y la situación estaba fuera de nuestro control. Mi corazón se hundió al escuchar su voz llena de desesperanza, y el peso de la incertidumbre se hizo aún más palpable.
—No sé qué hacer —dije con una desesperación creciente—. Me siento atrapada, y no quiero que esto acabe con nosotras.
—esto no va a acabar con nosotras—respondió Alexia con voz temblorosa pero muy segura de sus palabras.
Sentí una mezcla de tristeza y gratitud. Alexia estaba haciendo todo lo posible para ser un apoyo en medio de la tormenta, pero también sentía la presión de la realidad que nos envolvía. Su mano seguía acariciando mi espalda con ternura, pero la impotencia que sentía era palpable.
—Me duele mucho que esto nos esté separando —dije, mi voz apenas audible—. No quiero perderte otra vez.
Alexia me miró con una tristeza que reflejaba la mía, y su mano se movió para sostener mi rostro con delicadeza. Aunque no podía ofrecer una solución mágica, su contacto y su cercanía me brindaban un consuelo en medio del caos.
—Yo tampoco quiero perderte—dijo Alexia con un susurro—. Pero, por ahora, tenemos que enfrentar esto con la fuerza que podamos encontrar, voy a estar ayudándote en cada paso.
Su determinación era una mezcla de amor y resignación. Aunque no había una solución sencilla a la vista, su apoyo incondicional era una fuente de fortaleza. Mientras me abrazaba, sentía la calidez de su amor, incluso en medio de la desesperanza.
—Te quiero, Laia —dijo Alexia—. No importa lo que pase, siempre estaré a tu lado. Vamos a enfrentar esto juntas, aunque el camino sea difícil.
Sus palabras eran un recordatorio de la fuerza de nuestro amor, una promesa de que, a pesar de las dificultades, seguiríamos juntas. Mientras permanecíamos abrazadas, sentía que, a pesar de la tristeza y la incertidumbre, nuestra conexión seguía siendo un faro de esperanza.
Finalmente, me separé de su abrazo, y Alexia me miró con una mezcla de cariño y firmeza. Sabía que no podía ofrecer una solución inmediata, pero su presencia y su apoyo eran todo lo que necesitaba en ese momento.
—Gracias —dije con un susurro—. Gracias por estar aquí, incluso cuando no puedes cambiar lo que está pasando.
Alexia me sonrió con ternura, y tomé su mano con gratitud. Aunque no había respuestas claras, sabíamos que enfrentaríamos lo que viniera juntas. Con esa determinación compartida, nos preparábamos para el próximo paso, buscando esperanza en nuestra conexión y amor mutuo.
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Ya dije que había demasiada felicidad, en parte hago esto para ahorrarnos el momento derrota contra brasil y Alemania😑😑
30 capítulos en cuatro días, soy brutal (necesito ayuda)

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𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬
De TodoDespués de 6 años saliendo una discusión tonta termina con la relación de Laia y Alexia, Laia se va dejando todo atrás y sin dar explicaciones, pero cuatro años después el destino las vuelve a conectar de nuevo, las vidas de ambas son muy distintas...