IX

905 68 21
                                    


Mis manos temblaban mientras las frotaba contra mis muslos, una acción involuntaria que intentaba apaciguar mi creciente ansiedad.

-Claro, Eli-dije, tratando de sonar tranquila, pero sintiendo cómo mi voz se quebraba.-Vamos a... hablar aquí.

La llevé a un rincón apartado de la sala, donde los equipos de rehabilitación estaban alineados en un orden meticuloso. El sonido de los ventiladores y el ruido amortiguado de las máquinas de ejercicio creaban una atmósfera casi opresiva, un intento desesperado de mantenerme centrada y ocupada.

Me senté en una silla cerca de una mesa de trabajo, mientras Eli tomaba asiento frente a mí. La distancia entre nosotros parecía enorme, a pesar de estar a solo unos metros de separación. La luz artificial iluminaba nuestras caras, creando sombras que parecían jugar con nuestros estados emocionales, acentuando cada pliegue de tristeza y preocupación.

-No sé cómo empezar- comencé, tratando de ordenar mis pensamientos. Las palabras se arrastraban desde mi garganta, pesadas y dolorosas.-Me fui sin decir nada, y ahora me resulta tan difícil... explicar por qué lo hice.

Eli me miró con una intensidad que me hizo sentir aún más expuesta. Sus ojos, profundamente marcados por la tristeza, parecían buscar una respuesta en los míos.

-Laia, entiendo que esto es difícil para ti. Pero necesitas decirme, aunque sea de manera general, ¿por qué te fuiste sin avisar? ¿Por qué te resultó tan difícil quedarte?-Dije mirándome fija.

Sus palabras eran como cuchillas, cortando a través de mi coraza de evasión. Cada pregunta era un recordatorio de mi incapacidad para enfrentar la realidad, de cómo había huido de una situación que ahora me parecía abrumadora. Sentía que el peso de la culpa me aplastaba, que el simple acto de explicar mi comportamiento solo serviría para profundizar el dolor que había intentado evitar.

-No sé si las palabras son suficientes para capturar lo que sentí-dije, mi voz temblando mientras las lágrimas comenzaban a asomar-Simplemente no tuve otra opción.

Mi confesión salió en sollozos entrecortados, y el dolor que había intentado ocultar se hizo evidente en cada palabra. Sentí cómo mi cuerpo se sacudía con la intensidad de mi llanto, cómo el dolor interno se manifestaba en lágrimas que no podía controlar.

Eli me miraba con una mezcla de comprensión y tristeza. Sus ojos estaban llenos de una empatía que me hizo sentir aún más vulnerable. 

-Lo siento, Laia-dijo suavemente.-Pero, aunque sé que es difícil, necesitas hablar con Alexia. Ella también está sufriendo, y necesita entender por qué te fuiste, necesita alguna forma de cerrar este capítulo.

Las palabras de Eli eran un golpe directo a mi corazón. Sabía que tenía razón, que Alexia necesitaba respuestas y que mi ausencia solo había aumentado el dolor. Sin embargo, el simple pensamiento de enfrentar a Alexia, de ver su tristeza y su dolor, me resultaba insoportable. La idea de ser testigo de su angustia me aterraba, y el dolor en mi propio corazón parecía ser un obstáculo insuperable.

-No puedo...- respondí, las palabras casi inaudibles a través de mis sollozos.-No puedo estar ahí mientras ella llora. Ya me he roto solo con ver sus ojos cristalizados. No sé cómo enfrentar eso, no sé cómo soportar su dolor.

Eli asintió lentamente, su rostro reflejando una comprensión profunda que solo aumentó mi sensación de culpa. 

-Entiendo lo difícil que es para ti, Laia. Pero a veces, enfrentar el dolor es necesario para sanar. No puedes seguir huyendo. Alexia necesita a alguien que esté dispuesto a estar allí, incluso en el dolor. Si tú no puedes ser esa persona ahora, tal vez sea el momento de buscar ayuda para ti misma y prepararte para enfrentar lo que viene.-Sus palabras eran una llamada a la realidad que no podía ignorar. Sabía que no podía seguir evitando la confrontación, que tarde o temprano tendría que enfrentar el dolor y la tristeza que había estado huyendo. Pero el miedo y la tristeza que me invadían eran tan abrumadores que el simple acto de hablar con Alexia me parecía una tarea monumental.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora