XVIII

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Cuando finalmente regresé a mi habitación, el pasillo parecía interminable. Mi mente estaba en un torbellino de ansiedad y preocupación. Había logrado mantener a Laia a salvo de Alexis, pero el alivio de saber qué estaba a salvo era efímero en comparación con el miedo de que algo más pudiera suceder.

Abrí la puerta de mi habitación con rapidez y entré en la habitación, buscando a Laia. Al principio, todo parecía estar en silencio, y la habitación estaba oscura, con solo una lámpara tenue encendida. Me acerqué a la cama, donde en teoría debía estar Laia, pero no la vi, el pánico que invadió, pero fue entonces cuando la escuché.

Un sonido inquietante provenía del baño, un sonido que reconocí inmediatamente como el de alguien vomitando. Me apresuré a entrar en el pequeño espacio y me encontré con una visión desgarradora: Laia estaba de rodillas frente al inodoro, su rostro pálido y su cuerpo temblando. El vómito seguía saliendo, y podía ver claramente que estaba mareada y completamente debilitada.

La imagen era desgarradora y me llenó de una furia que casi no podía controlar. El hecho de que Laia estuviera en ese estado, claramente debido a la alteración de su bebida, me hacía hervir de rabia. Era evidente que Alexis había cruzado una línea que no podía tolerar.

-Laia, lo siento tanto-dije, arrodillándome a su lado y tratando de sostenerla con cuidado-No tendría que haberte dejado sola.

Ella no respondió, solo se inclinó sobre el inodoro, incapaz de levantar la cabeza. Mi corazón se rompió al verla así, y la ira hacia Alexis se convirtió en una llama ardiente dentro de mí. Sabía que la bebida de Laia había sido alterada, y el malestar que estaba sufriendo era claramente el resultado de esa manipulación cruel.

Laia estaba en un estado lamentable, y mi mente estaba ocupada con pensamientos de venganza. Quería gritar, quería hacer que Alexis pagara por lo que había hecho. La imagen de Laia sufriendo en el baño, el resultado de la malicia de Alexis, me hizo sentir una rabia indescriptible. La idea de que alguien pudiera hacerle daño a Laia de esa manera me desbordaba.

Aunque el deseo de enfrentar a Alexis seguía ardiendo en mí, lo más importante en ese momento era asegurarme de que Laia estuviera cuidada y cómoda.

Me arrodillé junto a ella en el suelo del baño, sin importarme la suciedad ni el desorden que nos rodeaba. Laia seguía inclinada sobre el inodoro, su cuerpo temblando con cada oleada de náuseas. Su rostro estaba pálido, y los sudores fríos se acumulaban en su frente. La visión me partía el corazón y me llenaba de una profunda tristeza.

Laia apenas podía responder a lo que le decía, su cuerpo luchando contra el malestar que la había abatido. Mi mente estaba nublada por la preocupación y el deseo de hacer todo lo posible por ayudarla. Me aseguré de que tuviera suficiente agua a su alcance y le ofrecí algunas pastillas para el malestar estomacal que tenía a mano, esperando que le ayudaran a sentirse mejor.

—Bebe un poco de agua, eso te ayudará —le dije, sosteniendo el vaso cerca de sus labios mientras ella bebía con dificultad.

Con cada momento que pasaba, mi preocupación crecía. La situación era mucho más grave de lo que había anticipado, y me sentía impotente al no poder hacer más para aliviar su sufrimiento. Me preguntaba si había hecho bien en no buscar ayuda médica de inmediato, pero en ese momento solo quería estar allí para ella.

A medida que Laia comenzó a recuperar un poco de fuerza, me aseguré de que estuviera cómoda. La ayudé a sentarse en el suelo con la espalda apoyada en la pared, tratando de darle un poco de alivio. Mi mente seguía pensando en cómo había llegado a este punto, en cómo Alexis había cruzado una línea que no debería haber cruzado.

—Voy a estar aquí contigo, Laia —le dije, manteniendo mi voz tranquila—. No tienes que preocuparte por nada. Solo descansa y trata de recuperarte.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora