XXIV

508 64 33
                                    

Después de estar un rato en la habitación con Laia tuve que irme a entrenar, ella se quedó con su madre, cosa que ambas necesitaban después de tantos años.

Sinceramente el tiempo en la habitación hablando y viendo que Laia ya no estaba tensa me hizo sentir bastante feliz, ver qué nuestra compañía la hacía feliz era lo mejor del mundo

-¿Y esa sonrisa?-Me preguntó Irene solo llegar al vestuario.

-¿No puedo estar feliz?-Pregunté sarcástica.

-No tanto, cuenta -Dijo mi amiga sentándose a mí lado.

-Irene solo estoy contenta, no hay nada que contar-Dije riendo pero mi amiga no se dio por vencida.

-¿Entonces no tiene nada que ver con que Laia haya dormido en tu habitación?-Preguntó dejándome pillada.

-¿Como sabes eso?-Le pregunté bastante sorprendida.

-Os he visto salir juntas antes, no sabía que habíais vuelto-Habló con un tono de sorpresa evidente.

-No hemos vuelto, solo estamos arreglando las cosas y aclarándolo todo-Contesté ahora algo más seria.

-¿Pero tú quieres?-Me preguntó mirándome fija.

-¿Querer el que?-Dije sin entenderla del todo.

-Volver con ella-Aclaró Irene y yo tuve que pensarme la respuesta aunque la sabía perfectamente.

Irene me miraba con una intensidad que no había visto antes, como si estuviera buscando una respuesta en lo más profundo de mi ser. El silencio entre nosotras se había vuelto casi palpable, cargado de una tensión que no podía ignorar.

La pregunta de Irene no era simple, y a pesar de que ya sabía la respuesta en mi interior, verbalizarla era otra historia. Sabía que mis sentimientos estaban enredados, como si hubieran formado un nudo imposible de deshacer. Miré al suelo por un momento, intentando reunir las palabras correctas.

—Volver con ella… —comencé, tratando de encontrar la forma adecuada de expresar mis pensamientos—. La verdad es que no estoy segura. Hay muchas cosas que estamos intentando resolver, cosas que no se pueden arreglar de la noche a la mañana.

Irene asintió lentamente, sus ojos aún fijos en los míos, como si esperara algo más, algo más claro. Continué, tratando de ser honesta, pero también consciente de la complejidad de la situación.

—Por un lado, siento que hay una parte de mí que quiere intentarlo, que quiere creer que podemos superar lo que pasó. Pero por otro lado, también sé que las heridas son profundas y que volver a estar juntas no garantiza que las cosas sean como antes.

Irene parecía pensativa, como si estuviera evaluando cada palabra que decía. Yo estaba en medio de un torbellino emocional, luchando entre el deseo de revivir lo que alguna vez fue y el miedo a repetir los errores del pasado.

—Lo que quiero decir es que, en este momento, no estoy lista para dar una respuesta definitiva. Necesito tiempo para ver cómo se desarrollan las cosas y cómo nos sentimos ambas con el tiempo.

Irene suspiró y miró hacia el horizonte, como si estuviera buscando respuestas en el paisaje. Finalmente, se volvió hacia mí y asintió con una mezcla de resignación y comprensión.

—Entiendo. A veces, el tiempo es lo que necesitamos para aclarar nuestros sentimientos y tomar decisiones. Solo quiero que sepas que estoy aquí para apoyarte, sin importar lo que decidas.

Le agradecí con una sonrisa pequeña pero sincera. Aunque no tenía todas las respuestas, al menos había sido honesta con mis sentimientos, y eso era un paso importante. El camino por delante estaba lleno de incertidumbres, pero con el apoyo de personas como Irene, sabía que sería un poco más fácil de transitar.

Al salir del vestuario con Irene, traté de despejar mi mente y concentrarme en el entrenamiento. El ruido del campo de fútbol, con el murmullo de las voces y el eco de los balones rebotando, empezaba a llenarme de energía. Sin embargo, cuando giré la vista hacia la banda, un grupo de fisios llamó mi atención.

Entre ellos, vi a Laia. Mi corazón dio un vuelco instantáneo. Era como si todo se hubiera detenido por un momento. No pude evitarlo: una sonrisa traicionera se dibujó en mi rostro, una sonrisa que sabía que no reflejaba completamente lo que sentía en ese instante. No podía evitar que mi mente se llenara de recuerdos y emociones al ver a Laia allí, ocupada con su trabajo.

Irene, que estaba justo a mi lado, notó mi cambio de expresión. Me lanzó una mirada curiosa, claramente sorprendida por la sonrisa que se había instalado en mi rostro.

—”No quiero volver con ella” —Dijo imitando mi voz.

Sacudí la cabeza ligeramente para volver a la realidad. Me esforzaba por mantener la calma y no dejar que mis emociones desbordaran el momento.

—Cállate—respondí con una risa nerviosa.

Irene río, aparentemente satisfecha con mi respuesta. Mientras caminábamos hacia el grupo de entreno, sentía cómo la presencia de Laia seguía presente en mi mente, desafiando mi concentración y añadiendo una capa de complejidad a lo que había sido un simple entrenamiento.

Cuando terminó el entrenamiento varias se acercaron a donde estaban los fisios para comentar algunas incomodidades en los músculos y cosas por el estilo.

Yo también me acerqué, pero no solo por eso, fui directamente a por una fisio en concreto, la fisio morena de pelo ondulado con unos ojos azules que no tenían nada que envidiarle al azul del mar.

-¿No habías dimitido?-Le pregunté en un susurro para que nadie más me escuchase.

-He dimitido de la empresa de mi padre, pero sigo figurando como fisio dentro del comité olímpico-Contestó con un tono profesional.

-¿Entonces te quedas?-Pregunté con una sonrisa y ella asintió feliz.

En ese momento me moría de ganas de abrazarla pero no podía, ella se dió cuenta de eso y pensó una solución rápida.

-¿Alguna molestia?-Me preguntó sonriente.

-El hombro-Contesté sin pensar, fue lo primero que me vino a la cabeza, la verdad es que esa zona si la sentía un poco cargada pero nada que no se pudiera soportar.

Mientras Laia se acercaba, no pude evitar sentir una mezcla de anticipación y nerviosismo. Sabía que había algo más detrás de su excusa para revisar mi hombro, y la manera en que sus ojos se suavizaban cuando me miraba me lo confirmaba. Me pidió que me relajara y, con una habilidad profesional, comenzó a palpar suavemente la zona que alegadamente me dolía.

Sentí el roce de sus dedos contra mi piel, y aunque estaba enfocada en su técnica, no pude evitar que mi mente se desviara hacia el contacto sutil pero significativo que estaba ocurriendo. Laia, con su toque experto, parecía encontrar cada punto exacto donde podía transmitir un mensaje sin palabras. Aunque estaba claro que sus manos estaban allí para asegurarme un alivio físico, el verdadero propósito era algo más íntimo.

El calor de su mano en mi hombro era reconfortante, casi como una caricia enmascarada. Sus movimientos eran tranquilos y meticulosos, y en cada roce podía sentir el cariño que intentaba transmitir. La conversación que manteníamos sobre mi "molestia" era casi una distracción para lo que realmente estaba sucediendo. Cada vez que sus dedos se movían, sentía un cosquilleo de cercanía y una conexión que no se podía disimular completamente, aunque estuviéramos rodeadas de gente.

Era como si ese momento de contacto físico, aunque breve y disimulado, fuera un puente entre nosotros. En el fondo, sabía que Laia estaba haciendo todo lo posible por expresar su apoyo y su afecto sin romper las normas. Cada toque y cada gesto estaban cargados de significado, y aunque no podíamos abrazarnos abiertamente, ese pequeño intercambio de contacto fue suficiente para que supiera que no estaba sola. Laia estaba ahí para mí, incluso en los momentos más sutiles y discretos.
____

Primer capítulo sin drama por favor un aplauso para mí

Irene ha calado rápido a Alexia

Después de bastantes pruebas ya tengo el primer capítulo de la historia con Jana, pero como siempre tendréis que esperar a que acabe esta😁

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora