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-Jenni-Dije al girarme sorprendida.-Cuanto tiempo, me alegro de verte.

-Yo también, ¿Qué haces aquí?-Preguntó con una sonrisa.

-Soy la jefa de los fisioterapeutas, me gustaría más estar con ellos haciendo mi trabajo, pero es lo que toca-Dije causando su risa.

-Es como estar en el banquillo-Añadió riendo- ¿Solo trabajas o también te hospedas aquí?

-Estaré aquí todas las olimpiadas, estoy en la segunda planta, habitación 340-Le dije sonriente y ella se quedó algo pillada.

-Nosotras estamos en el mismo pasillo, mi habitación y la de Codina es la 345-Dijo dejándome sorprendida.

No podía ser verdad que estuviese en el mismo pasillo que Alexia, las posibilidades encontrarme con ella en cualquier momento aumentaban.

Jenni y yo hablamos un rato más poniéndonos un poco al día de la vida de la otra, cuando mi café ya estuvo listo lo cogí y me despedí de la madrileña.

Al llegar al pasillo inconscientemente miré a todas las puertas, era suficientemente largo para que todas las chicas de la selección estuviesen allí, al acercarme a mí puerta la vi entreabierta y me asusté un poco.

Al entrar me relajé un poco al ver que Alexis era el que estaba dentro, Alexis era mi marido, y si se llamaba de la forma más parecida a mí ex, ¿Irónico verdad?

-¿Cómo no me avisas?, pensaba que me estaban robando-Le dije al entrar y el río.

-Si tuvieras el móvil encima lo habrías visto-Dijo riendo.

-Perdón, ¿A dónde vas?-Le pregunté viendo que se acercaba a la puerta.

-Con tu padre a ver el tenis, ¿Vienes?-Me preguntó cogiendo el pomo de la puerta.

-Que pijos sois, y no, tengo que trabajar-Contesté señalando mí portátil, el cuales estaba sobre la cama.

-A veces eres un poco sosa mi amor-Me dijo riendo y yo me tensé.

-Te he dicho muchas veces que no me llames así-Le dije seria y el rodó los ojos.

-Sigo sin entender porque-Dijo mirándome.

-No me gusta-Mentí intentando terminar la conversación cuanto antes.

Aquello era una mentira como un templo, claro que me gustaba que me llamasen así, pero no el, así me llamaba otra persona, y si lo escuchaba salir por la boca de Alexis si que no me gustaba nada.

Cuando Alexia se fue la habitación del hotel se convirtió en mi refugio de trabajo, un pequeño espacio que había tomado prestado para revisar los informes de las jugadoras de la selección. La luz cálida de la lámpara sobre mi mesa era un contraste acogedor con la frialdad de la noche afuera. El silencio del pasillo solo era interrumpido por el sonido constante del teclado mientras me sumergía en mi labor.

Cada informe que había revisado hasta ahora se había convertido en una rutina, un proceso casi automático en el que me aseguraba de que cada detalle estuviera bien documentado para los fisioterapeutas. Sin embargo, al llegar al último informe, el de Alexia, me di cuenta de que no podía mantener el mismo ritmo.

Abrí el archivo y la primera imagen que vi fue su foto: Alexia, en medio del campo, con una sonrisa radiante que parecía encapsular todo lo que había sido su carrera. Ver esa imagen me provocó un nudo en el estómago. La sonrisa de Alexia, siempre tan contagiosa y llena de vida, me recordó todo lo que había pasado hace tiempo. La alegría que esa foto transmitía contrastaba brutalmente con el contenido del informe que tenía delante.

𝐁𝐀𝐂𝐊 𝐓𝐎 𝐘𝐎𝐔-𝐀𝐥𝐞𝐱𝐢𝐚 𝐏𝐮𝐭𝐞𝐥𝐥𝐚𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora