El sol comenzaba a ocultarse tras el horizonte cuando Aiko y ___ se subieron al coche para emprender el viaje a la casa de los abuelos de ___. Aiko había planeado este fin de semana con la esperanza de que un cambio de ambiente ayudara a su hijo a superar la reciente angustia que había estado experimentando. La idea era que, lejos de la ciudad y sus preocupaciones, ___ pudiera encontrar un poco de paz y serenidad.
Aiko trató de mantener una conversación animada durante el trayecto, hablando de las historias y tradiciones familiares que ___ conocía solo a través de relatos. Había algo en su tono de voz y en sus intentos de distraer a su hijo que revelaba su preocupación. A pesar de sus esfuerzos, ___ seguía mirando por la ventana, con la mirada perdida en el paisaje que se deslizaba rápidamente.
Cuando llegaron a la casa de los abuelos, se encontraron con un hogar acogedor y familiar. La casa era una construcción antigua, con un jardín extenso lleno de flores y arbustos bien cuidados. El aire fresco y el aroma a tierra húmeda traían una sensación de calma que contrastaba con el estrés que ___ había dejado atrás. Los abuelos estaban esperando en la puerta, y al verlos, una sonrisa se dibujó en el rostro de ___, aunque no podía deshacerse completamente de la sombra de inquietud que lo acompañaba.
Los abuelos lo recibieron con abrazos cálidos y risueños, y la atmósfera en la casa era vibrante y animada. Los primos y primas de ___ corrieron a saludarlo, entusiasmados por la visita. Había un aire de familiaridad y alegría que llenaba la casa, con risas y charlas que creaban un ambiente contrastante al que ___ había estado viviendo en la ciudad.
La cena familiar fue un evento bullicioso y lleno de vida. Aiko y sus padres intercambiaron historias y recuerdos, mientras los primos compartían detalles de sus vidas y planes. El aroma de la comida casera llenaba el aire, y a pesar de los intentos de ___ de integrarse, su mente seguía ocupada por los oscuros pensamientos de su vida en la ciudad. Su actitud distante no pasó desapercibida para sus primos, que lo miraban de vez en cuando con curiosidad.
Después de la cena, Aiko sugirió dar un paseo por el jardín para disfrutar del aire fresco. ___ aceptó con una sonrisa forzada, esperando que el cambio de entorno ayudara a despejar su mente. El jardín era un lugar hermoso, con senderos sinuosos rodeados de flores y árboles frondosos. A medida que caminaban, el ambiente natural parecía ofrecer una breve tregua a la tormenta que se gestaba en su mente.
Se desvió del sendero principal y se adentró en una pequeña área boscosa al final del jardín. Aquí, los árboles se alzaban como guardianes silenciosos, y el aire estaba impregnado de un aroma terroso y fresco. Se sentó en una banca de madera cubierta de musgo, buscando un momento de soledad para reflexionar.
Mientras ___ se sentaba en la banca, el silencio del lugar era profundo, roto solo por el suave susurro del viento entre las hojas. Trató de calmar su mente, pero los recuerdos de Emi y la inquietud por Izuku no se desvanecían. La sensación de estar atrapado entre dos mundos, uno lleno de la aparente normalidad de la casa de sus abuelos y otro lleno de la inquietante amenaza de Izuku, lo agobiaba.
Un crujido en las hojas le hizo volver a la realidad. Miró hacia atrás y vio a uno de sus primos más pequeños, un niño de unos diez años, que había decidido seguirlo. El niño estaba emocionado por mostrarle su nueva bicicleta y compartir sus planes para las vacaciones. Aunque ___ trató de mostrar interés y entusiasmo, no podía evitar sentirse desconectado. La intrusión del niño en su momento de soledad le recordó que no podía escapar completamente de sus problemas.
Esa noche, mientras todos se preparaban para dormir, ___ se sintió abrumado. La casa estaba tranquila, con el único sonido de las voces distantes de sus familiares preparándose para la cama. Se tumbó en la cama de la habitación de invitados, sintiendo la suavidad de las sábanas y la comodidad de la cama, pero el sueño parecía elusivo.
Las luces estaban apagadas y el silencio envolvía la habitación, pero la inquietud seguía presente. Cerró los ojos y trató de relajarse, pero los pensamientos de Izuku y las recientes pérdidas seguían atormentándolo. Cada crujido en la casa, cada sonido lejano, parecía amplificar su ansiedad.
El temor de que algo oscuro y peligroso pudiera estar acechando en las sombras no lo dejaba descansar. Sabía que Aiko había hecho todo lo posible para ayudarlo, pero sentía que el verdadero alivio solo llegaría cuando pudiera enfrentar sus miedos y superar la amenaza que Izuku representaba. La casa de los abuelos, aunque llena de calidez y familiaridad, no podía borrar el peso de la preocupación que llevaba consigo.
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Tinte Verde Corazón Oscuro (Izuku Yandere X Malereader)
FanfictionLee la historia nomas