Capítulo 57

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El sótano era una prisión que no solo aprisionaba el cuerpo de ___, sino también su mente. El tiempo se desvanecía en el polvo que flotaba en el aire estancado, sin ventanas para marcar el paso de los días. Para ___, cada minuto era una batalla por no dejarse llevar por la desesperación, por no ceder ante la creciente presión psicológica que Izuku ejercía sobre él.

Los pasos de Izuku bajando por las escaleras resonaban en el silencio sofocante. Esa familiaridad aterradora se había convertido en una rutina; las charlas insanas, las confesiones delirantes de amor. Pero hoy, los pasos sonaban diferentes, más rápidos, más urgentes. ___ se tensó, como lo hacía cada vez que la puerta del sótano se abría. Su mente se esforzaba por mantenerse alerta, buscando cualquier señal de peligro en los ojos de Izuku.

Izuku entró con una bandeja en sus manos, una sonrisa dibujada en sus labios, pero sus ojos contaban otra historia. Había algo roto en su expresión, una mezcla de impaciencia y necesidad. "He traído comida," dijo con una voz suave, casi cariñosa, como si lo que estaba haciendo fuera parte de una vida normal, una vida donde él y ___ eran simplemente dos personas enamoradas.

___ sabía que no debía responder, que cualquier palabra que dijera solo alimentaría las ilusiones de Izuku. Pero el hambre y la fatiga comenzaban a erosionar su resolución. Habían pasado días desde la última vez que pudo dormir con tranquilidad. Desde la última vez que sintió algo parecido a la paz. Desde que deseaba, más que nada, volver a casa, a un lugar seguro donde su vida no fuera controlada por los delirios de un joven obsesivo.

Izuku se acercó, dejando la bandeja en el suelo, y se arrodilló frente a ___. "Tienes que comer," dijo, sus ojos verdes brillando con una intensidad inquietante. "Necesitas tus fuerzas. No quiero que te enfermes." Izuku se acercó más, sentándose en el regazo de ___ sin pedir permiso. El calor de su cuerpo traspasaba la tela de su ropa, y el peso de su cercanía era sofocante.

El corazón de ___ latía con fuerza, y un nudo de ansiedad crecía en su garganta. "Izuku... esto no está bien," murmuró con voz temblorosa, tratando de mantenerse calmado. "Tú sabes que esto no es real."

Izuku inclinó su cabeza hacia un lado, su sonrisa se hizo más amplia, aunque un poco forzada. "¿No es real? Entonces, ¿qué es esto?" Sus manos, con una suavidad inquietante, se deslizaron por los hombros de ___ y bajaron lentamente por su pecho hasta su abdomen. "¿No sientes esto?" Su tono era suave, pero había una amenaza apenas velada en sus palabras. "No puedes negar lo que hay entre nosotros."

La sensación de las manos de Izuku explorando su cuerpo le causaba un escalofrío a ___. Sus manos eran cálidas, pero sus intenciones estaban lejos de serlo. Intentó apartarse, pero Izuku lo sujetó con fuerza, sus dedos apretando con más intensidad. "Por favor, Izuku," rogó ___. "Déjame ir. Esto no es amor."

Los ojos de Izuku se oscurecieron momentáneamente, como si las palabras de ___ hubieran perforado algo en su interior. "No entiendes lo que estás diciendo," replicó, su voz temblando de frustración. "Solo estás confundido. Te he dado todo, todo de mí. ¿Y aún así crees que esto no es amor?"

Se inclinó más cerca, sus labios rozando la oreja de ___ mientras sus manos seguían recorriendo su abdomen, dibujando patrones lentos y calculados sobre su piel. "Voy a demostrarte lo que significa estar conmigo," susurró. "No voy a hacerte daño, pero necesitas aprender a confiar en mí... a entregarte."

El cuerpo de ___ se tensó con cada palabra. Quería gritar, empujarlo lejos, escapar de ese lugar asfixiante, pero sabía que su resistencia solo provocaría una reacción más violenta de Izuku. Había aprendido a leer esas señales, a anticipar las explosiones emocionales. Necesitaba jugar a este retorcido juego un poco más, buscar el momento adecuado para escapar. Pero cada segundo que pasaba, el peso de la desesperación crecía más y más en su pecho. ¿Cuánto más podría soportar antes de quebrarse?

Izuku, al ver que ___ no respondía, tomó su silencio como una señal de duda, como una oportunidad. Bajó su mano hasta la barbilla de ___ y lo obligó a mirarlo. "Mírame, ___," dijo, su voz firme pero casi suplicante. "Mírame y dime que no sientes nada por mí."

___ sintió un nudo formarse en su estómago. "Izuku... no es tan simple," murmuró, tratando de ganar tiempo, de calmar al joven obsesionado que tenía enfrente.

"Entonces, es verdad," Izuku dijo con un suspiro, su voz se suavizó, pero había un borde de locura en su tono. "Hay algo. Sabía que no era solo mi imaginación." Y, sin previo aviso, se inclinó hacia adelante, presionando sus labios contra los de ___ en un beso que comenzó suave pero rápidamente se volvió más intenso, más exigente.

El cuerpo de ___ se tensó por el asalto repentino. Su mente gritaba que se apartara, que peleara, pero su cuerpo estaba atrapado entre el miedo y la incertidumbre. Cuando intentó empujar a Izuku, el joven solo se aferró con más fuerza, con una desesperación que bordeaba en la violencia. "Déjate llevar," susurró Izuku entre besos, su voz quebrada por la emoción. "Déjame demostrarte lo mucho que te amo."

Cada toque, cada caricia de Izuku sobre su piel se sentía como una invasión, un recordatorio constante de la situación desesperada en la que se encontraba. Izuku pasó sus manos por el abdomen de ___, explorándolo con una mezcla de ternura y posesividad. Cuando sus dedos bajaron un poco más, ___ reaccionó, intentando apartarlo. "Izuku, no," dijo con voz temblorosa, su respiración agitada.

"No digas que no," respondió Izuku, con una calma perturbadora. "Solo déjame mostrarte." Su voz era suave, pero su tono era peligroso, lleno de una convicción que no permitía rechazo. Izuku continuó su avance, obligando a ___ a enfrentarse a la realidad de su situación.

En ese momento, ___ cerró los ojos, dejando que su mente se desviara hacia recuerdos lejanos, hacia un hogar que ahora parecía tan distante, tan imposible. Recordó los días bajo el sol, los momentos de risa y calma, y una feroz añoranza por su hogar, por la vida que una vez tuvo, lo llenó. El pensamiento de escapar, de recuperar esa libertad perdida, se aferró a su mente como una tabla de salvación en medio del naufragio.

Izuku, ajeno a los pensamientos de ___, continuaba con su obsesiva muestra de afecto, buscando cualquier respuesta, cualquier señal de que su amor enfermizo fuera correspondido. "Ves," murmuró con una sonrisa torcida, "cuando estás conmigo, todo está bien. Nadie te amará como yo lo hago."

___ sabía que no podía dejarse hundir en esa locura. Tenía que resistir. Tenía que encontrar una manera de salir de esa pesadilla y regresar a donde pertenecía. Pero cada día que pasaba, cada segundo atrapado en ese oscuro sótano, hacía que esa posibilidad pareciera más lejana, más difícil de alcanzar. Sin embargo, sabía una cosa con certeza: no iba a rendirse. No dejaría que Izuku ganara.

Izuku finalmente se detuvo, aunque su respiración seguía siendo pesada, sus ojos fijos en los de ___. "Quiero que recuerdes esto," dijo, acariciando suavemente el rostro de ___. "Quiero que recuerdes que siempre estaré aquí para ti, sin importar cuánto luches. Siempre."

Con esas palabras, Izuku se levantó, acariciando la mejilla de ___ una última vez antes de dirigirse a la puerta del sótano. "Descansa, mi amor," susurró antes de cerrar la puerta, dejándolo nuevamente en la oscuridad.

En esa soledad, ___ respiró hondo, tratando de calmar su mente, de mantener el control de sus pensamientos. Necesitaba una estrategia, necesitaba fuerza. Porque sabía que, con cada día que pasaba, Izuku se volvía más impredecible, más peligroso. Pero también sabía que, mientras tuviera aliento, no dejaría de luchar por volver a casa.

Tinte Verde Corazón Oscuro (Izuku Yandere X Malereader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora