___ estaba despertando lentamente de un profundo estado de inconsciencia. Aún desorientado, sintió un dolor punzante en la cabeza y sus extremidades entumecidas. Un escalofrío recorrió su cuerpo al notar que sus muñecas y tobillos estaban atados con gruesas cuerdas que cortaban su piel con cada movimiento brusco. Podía sentir la presión incómoda de la cuerda y el ardor que le dejaba en la piel. La venda apretada en sus ojos lo sumía en una oscuridad sofocante.
El ambiente alrededor era pesado, opresivo. Un hedor a humedad y óxido llenaba sus fosas nasales, acompañado del crujido ocasional de madera envejecida. Su respiración, rápida y agitada, se mezclaba con el golpeteo irregular de su corazón. La desesperación crecía dentro de él. No sabía cuánto tiempo había pasado desde que lo secuestraron, pero cada segundo se sentía como una eternidad.
Un sonido suave pero perturbador rompió el silencio; la puerta se abrió con un chirrido. ___ intentó moverse, pero el dolor lo hizo jadear. Podía sentir la presencia de alguien más. Esa energía densa, inquietante, inconfundible.
—___... —La voz de Izuku, suave como un susurro, llenó el aire. Sus pasos eran lentos, casi ceremoniales, como si disfrutara cada momento de acercarse a él.
___ sintió que su corazón se aceleraba aún más. Un nudo de miedo se formó en su garganta. La venda que cubría sus ojos fue retirada de golpe, y parpadeó varias veces, tratando de ajustar su vista a la débil luz. La figura de Izuku, bañada en sombras, se reveló frente a él. Sus ojos verdes brillaban con un fervor casi divino, pero su sonrisa era mucho más oscura, más torcida.
—Shhh... no tengas miedo —murmuró Izuku, inclinándose hacia él. Podía sentir el aliento cálido de Izuku contra su piel, el olor dulce pero ligeramente metálico de su respiración. Una mano suave pero firme se deslizó por el costado de su rostro, levantando su barbilla para que lo mirara a los ojos.
—Izuku... —___ trató de mantener su voz estable, pero el miedo la quebró—. Déjame ir. Esto no está bien...
Izuku lo observó con una intensidad que hizo que ___ se estremeciera. La sonrisa en el rostro de Izuku se amplió un poco, y su mirada brilló con un entusiasmo casi infantil, pero había algo perturbador detrás de ella.
—No puedes ver lo que yo veo, ___ —dijo con una voz llena de emoción contenida—. Nadie te entiende como yo. Nadie te amará como yo lo hago.
Izuku se inclinó más cerca, su frente tocando la de ___. El tacto era extraño, demasiado íntimo, demasiado invasivo. ___ podía sentir el calor de su piel, el latido de su respiración. Pero lo que más le preocupaba era la calma con la que Izuku actuaba, como si estuviera convencido de que esto era normal.
Las manos de Izuku se movieron lentamente, descendiendo desde la mandíbula de ___ hacia su cuello. Un roce ligero, casi tierno, que contrastaba con la situación. ___ sintió cómo se le erizaba la piel. Intentó apartarse, pero sus músculos se tensaron y las cuerdas cortaron aún más. El dolor le arrancó un leve gemido, lo que pareció agradar a Izuku, quien emitió un suave suspiro de satisfacción.
—Te amo tanto... —susurró Izuku, inclinándose hacia él. Sus labios se posaron suavemente en la mejilla de ___, trazando una línea delicada hacia la comisura de sus labios. Sentir ese contacto hizo que ___ se tensara, el asco y el miedo mezclándose en su estómago.
—Izuku, por favor... no lo hagas —imploró, girando la cara para evitar el beso.
Izuku se detuvo, pero no se apartó. En cambio, sus dedos recorrieron la clavícula de ___, acariciando con lentitud, bajando cada vez más, como si estuviera explorando cada centímetro de su piel. ___ sintió que su cuerpo temblaba, no solo por el frío, sino por la incomodidad que le provocaba el tacto de Izuku.
—Sé que estás asustado —dijo Izuku en un tono suave, casi tranquilizador—, pero déjame mostrarte cuánto te quiero. Déjame hacer que te sientas bien.
___ cerró los ojos con fuerza, intentando bloquear el miedo que crecía en su pecho. Sentía cómo las manos de Izuku comenzaban a juguetear con el borde de su ropa, deslizándose lentamente bajo la tela. Cada movimiento, cada toque, era una invasión a su privacidad, una violación de su espacio. Intentó moverse, pero sus ataduras eran demasiado fuertes.
—No, no quiero... —susurró, su voz quebrada por la desesperación.
Izuku se detuvo solo un momento, observando las lágrimas que comenzaban a formar en los ojos de ___. Su expresión cambió, su sonrisa se tornó más suave, más triste, pero no menos obsesiva.
—Yo sé que esto es nuevo para ti, ___, pero te prometo que solo quiero lo mejor para nosotros —murmuró, sus labios rozando suavemente el lóbulo de la oreja de ___. Su aliento cálido le hizo sentir escalofríos de repulsión. Izuku comenzó a besar la línea de su mandíbula, presionando sus labios suavemente, como si estuviera degustando cada pulgada de su piel.
Las manos de Izuku comenzaron a deslizarse por el pecho de ___, bajando lentamente, como si estuviera explorando con la delicadeza de un amante. ___ sintió su respiración acelerarse, el miedo mezclándose con la ira y la impotencia. Intentó apartarse, su cuerpo luchando contra las cuerdas que lo mantenían inmóvil.
—¡Basta, para! —gritó finalmente, su voz llena de desesperación. Las lágrimas ya comenzaban a caer por sus mejillas, incapaz de contenerlas más. Su grito resonó por la habitación, un eco que parecía desaparecer en la oscuridad.
Izuku se detuvo, parpadeando como si el grito hubiera roto el hechizo. Lo miró, sus ojos verdes brillando con una mezcla de sorpresa y algo parecido a la decepción. Pero luego su expresión se suavizó, sus labios curvándose en una sonrisa casi resignada.
—No tienes que estar tan asustado... —murmuró, su tono aún suave—. No estoy aquí para lastimarte. Solo quiero estar cerca de ti, sentirte cerca de mí. No tienes idea de cuánto lo he deseado.
Izuku se movió para sentarse a su lado, dejando que su cuerpo rozara el de ___, sus manos aún recorriendo su piel, ahora con una presión más leve, como si tratara de calmarlo. ___ sintió que el peso de Izuku a su lado era como una cadena más, una que lo hundía aún más en esta prisión de miedo y desesperación.
—Izuku... esto no es amor —susurró ___, su voz rota y temblorosa—. No puedes obligarme a sentir algo por ti de esta manera...
La mirada de Izuku se oscureció ligeramente, pero su sonrisa no desapareció. Su mano se deslizó por el muslo de ___, apretando ligeramente mientras inclinaba su cuerpo hacia él.
—Si tan solo me dejas demostrarte... todo lo que podemos ser juntos. Nadie te hará sentir como yo puedo hacerlo —susurró, su voz cargada de un fervor obsesivo que hizo que ___ sintiera que la habitación se volvía aún más fría.
Las lágrimas de ___ continuaban fluyendo, y cada vez más se daba cuenta de que las palabras no serían suficientes. Izuku estaba atrapado en su propio mundo de fantasía, uno del que ___ no tenía forma de escapar. Pero una chispa de esperanza se encendió en su mente. Tendría que encontrar una forma de jugar este retorcido juego, ganar su confianza lo suficiente como para encontrar una oportunidad de huir.
Izuku, ajeno a las verdaderas intenciones de ___, continuó susurrando palabras dulces y besando cada centímetro de piel que podía alcanzar, convencido de que, con el tiempo, ___ se rendiría a su amor, sin darse cuenta de que la verdadera batalla apenas comenzaba.
-----------------------------------------------------------
Ay Dios, hasta a mi me incomodó escribir esto, encima la idea original, iba a hacer más turbio y oscuro pero decidí cambiarlo a último momento, aún así lo siento algo oscuro pero ya fue.