La noche era fría y oscura, pero Hana no tenía intención de irse. Estaba oculta detrás de unos arbustos cerca de la casa de ___, los brazos cruzados para protegerse del viento cortante. Su mente se mantenía activa, repasando los eventos de los últimos días. Desde el primer momento que conoció a ___, había visto algo en él: un alma amable y una persona que, a pesar de sus propias cargas, siempre encontraba la manera de sonreír y ofrecer apoyo a los demás. Era esa calidez la que había atraído a Hana a él, más allá de cualquier amistad común.
De pequeña, Hana había sido una niña solitaria. Sus padres siempre estaban ocupados y rara vez pasaban tiempo en casa. En la escuela primaria, muchos de sus compañeros la consideraban rara debido a su amor por los libros y su inclinación a pasar los recreos leyendo bajo un árbol, en lugar de jugar o hablar con los demás. Pero cuando ___ apareció en su vida, las cosas cambiaron. ___ no solo había mostrado interés en lo que a ella le gustaba, sino que también había escuchado con atención cuando Hana hablaba de sus historias favoritas. Era el tipo de persona que no juzgaba, que siempre veía lo bueno en los demás, y Hana se había encariñado con él casi de inmediato.
Por eso no podía quedarse de brazos cruzados viendo cómo ___ se apagaba lentamente bajo el peso de algo que claramente no podía manejar solo. “Amigos como tú no aparecen todos los días, ___”, pensó mientras observaba la casa de su amigo con una mirada decidida. “No dejaré que te atrapen en esa oscuridad”.
Mientras el reloj marcaba la medianoche, Hana no había dejado de vigilar. Su plan era simple: enfrentarse a Izuku y tratar de obtener la verdad, o al menos alguna pista que les ayudara a ella y a sus amigos a encontrar una solución. El "Tinte verde, Corazón Oscuro" que todos conocían como Izuku estaba arrastrando a ___ hacia un abismo, y si nadie más iba a detenerlo, ella lo haría.
Entonces, vio la figura de Izuku moverse en las sombras. El brillo de la luna se reflejó en su cabello verde, y Hana sintió un escalofrío. En ese momento, comprendió por qué se sentía tan perturbador: el verde vibrante de su cabello contrastaba con la oscuridad de su comportamiento, un símbolo perfecto de la dualidad aterradora que Izuku representaba.
Izuku se acercó a la puerta trasera de la casa de ___. Hana aguantó la respiración. Sus piernas temblaban un poco, no por el frío, sino por el miedo. ¿Qué podía hacer realmente si las cosas se ponían mal? No tenía ningún tipo de entrenamiento en combate, y mucho menos un plan claro. Pero entonces pensó en la sonrisa de ___, en cómo había sido su amigo sin pedir nada a cambio, y sintió que un coraje feroz se encendía dentro de ella.
—Izuku —susurró desde su escondite. No estaba segura de si la había escuchado, pero cuando la figura de Izuku se detuvo, supo que sí.
—¿Quién está ahí? —preguntó Izuku, su voz tranquila pero cargada de una amenaza subyacente.
Hana salió de su escondite, con las manos levantadas en señal de no querer causar problemas. —Soy yo, Hana. Necesito hablar contigo.
Izuku la observó con una mezcla de desdén y diversión. —¿Y qué crees que puedes decirme que cambie algo? No tienes idea de lo que está pasando, niña.
—Tal vez no —replicó Hana, sintiendo su voz temblar pero no dejándose intimidar—. Pero sé que ___ está asustado, y eso no está bien. Y si realmente te importa como dices, deberías darte cuenta de que lo estás lastimando.
Izuku la miró, su rostro perdiendo toda expresión de humor. —No es tu problema. Lo que hay entre ___ y yo no es algo que una mocosa como tú pueda entender.
Hana sintió un nudo formarse en su garganta, pero no se echó atrás. —Sé más de lo que crees, Izuku. Y sé que lo que estás haciendo no es amor. Es control, es obsesión. ¿Eso es lo que realmente quieres?
Hubo un momento de silencio, un instante en el que Hana vio algo quebrarse en la fachada de Izuku. Pero entonces, su expresión se endureció de nuevo.
—Él es mío, Hana. —Su voz era baja, casi un susurro, pero estaba llena de veneno—. No me importa cuántos intenten interponerse. Nadie me lo quitará.
Hana sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. Estaba claro que Izuku no iba a retroceder. Pero al menos había logrado confirmar algo: Izuku estaba dispuesto a todo para mantener a ___ a su lado. Debía advertir a los demás y, quizás, pensar en una medida más drástica.
—Esto no ha terminado, Izuku —dijo con valentía, retrocediendo lentamente. —Aún tienes tiempo para elegir el camino correcto.
Izuku solo se rió entre dientes. —Ya he elegido, Hana. Más te vale que no te metas más en mis asuntos.
Hana se alejó con el corazón latiendo desbocado, sabiendo que había arriesgado mucho al enfrentar a Izuku directamente. Pero no podía rendirse. No mientras ___ estuviera en peligro.
Al día siguiente, volvió a hablar con Haruto y Mei, les contó todo lo que había sucedido y juntos decidieron su próximo movimiento. Era evidente que Izuku no se detendría, y ahora, la pregunta era: ¿cómo podrían proteger a ___ sin causar más daño?
El “Tinte verde” de Izuku simbolizaba la corrupción que su obsesión estaba sembrando en su corazón y la oscuridad que crecía en su alma. Y esa oscuridad se estaba extendiendo, amenazando con arrastrar a todos a su alrededor.
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Tinte Verde Corazón Oscuro (Izuku Yandere X Malereader)
FanfictionLee la historia nomas