Capítulo 45

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___ se encontraba en su habitación, la misma que había compartido por años con la tranquilidad de saber que era un refugio seguro. Sin embargo, esa sensación se había desvanecido completamente. Se sentía atrapado, como un pájaro enjaulado con un depredador acechando, siempre esperando el momento oportuno para atacar.

Los días recientes habían sido una agonía. Las constantes visitas de Hana para asegurarse de que estuviera bien eran una especie de ancla que lo mantenía en contacto con la realidad. Pero incluso eso estaba empezando a ser problemático. Cada vez que ella llamaba a la puerta o se asomaba a la ventana, el corazón de ___ latía desbocado, temiendo que pudiera ser Izuku. Sabía que, aunque Hana tenía buenas intenciones, su presencia constante también la ponía en peligro. ¿Y si Izuku se daba cuenta de que alguien más estaba cerca de él? ¿Y si decidía que Hana era una amenaza? 

El rostro de Hana, lleno de preocupación, no dejaba de rondar en su mente. “Tengo que hablar con ella”, pensó ___. No podía permitir que ella se involucrara más de lo necesario. Era demasiado arriesgado. Sin embargo, la sola idea de tener que lidiar con esto solo, sin ningún apoyo, lo hacía sentirse aún más desesperado.

Las noches eran peor que los días. ___ apenas podía dormir. Cerraba los ojos y veía esos ojos verdes y esa sonrisa perturbadoramente dulce que tanto lo aterrorizaban. Incluso con las luces apagadas, sentía como si Izuku estuviera allí, observándolo desde las sombras, acechando. Había momentos en los que escuchaba crujidos en la casa, y su cuerpo se tensaba al instante. El miedo se apoderaba de él, paralizándolo. Sabía que Izuku podía entrar en su casa en cualquier momento, y esa posibilidad le robaba cualquier vestigio de paz.

Ese día en particular, después de otra noche de insomnio, ___ decidió que necesitaba aire. Aunque el miedo a encontrarse con Izuku lo paralizaba, no podía seguir así. Bajó a la cocina con pasos sigilosos, tratando de evitar el más mínimo ruido. Notó que Aiko estaba distraída en el jardín, regando las plantas. Su madre aún no sabía nada de lo que había pasado; él no podía cargarla con más preocupaciones. Con suerte, podría salir sin que ella lo viera.

Se aseguró de que la puerta principal no chirriara demasiado al abrirla y salió rápidamente. El aire fresco de la mañana lo golpeó en el rostro como un balde de agua fría, y por un segundo, se sintió vivo de nuevo. Caminó por las calles de su vecindario con las manos en los bolsillos, intentando parecer lo más casual posible. La paranoia lo hacía mirar constantemente sobre su hombro, pero la necesidad de moverse lo impulsaba.

Se dirigió al pequeño parque que había cerca de su casa. Allí, se sentó en un banco apartado, donde podía ver las entradas al parque con claridad. Sus ojos escudriñaban cada rincón, cada figura en movimiento. Notó a un grupo de niños jugando cerca del columpio y a una anciana paseando a su perro. Por un momento, todo parecía normal, casi mundano, pero eso solo aumentaba su ansiedad. Este falso sentido de normalidad le recordaba cuán frágil era su situación. 

La voz de Hana lo sorprendió. “___, ¡te encontré!”, exclamó, acercándose con una sonrisa. ___ sintió un nudo en el estómago al verla. Sabía que sus intenciones eran buenas, pero eso no impedía que su presencia lo llenara de más angustia. Se levantó del banco, tratando de mantener la calma.

—Hana... —su voz tembló un poco, y respiró hondo antes de continuar—. Tienes que dejar de venir a buscarme así. No es seguro.

La sonrisa de Hana se desvaneció, y sus ojos se llenaron de preocupación. —Lo siento, ___... Pero no puedo simplemente quedarme en casa sabiendo que estás pasando por esto solo. Necesitas ayuda, y yo quiero estar aquí para ti. —Su voz era suave, pero había una firmeza detrás que demostraba que no iba a ceder fácilmente.

___ sintió una mezcla de gratitud y miedo. Hana estaba arriesgando demasiado por él, y aunque apreciaba su apoyo, no quería verla involucrada más de lo necesario. Miró a su alrededor, asegurándose de que nadie estuviera cerca, antes de susurrar:

—Izuku... está muy cerca de perder el control. No quiero que te lastime. No puedo permitírmelo.

Hana bajó la mirada, mordiendo su labio inferior mientras pensaba en sus palabras. Luego, levantó la vista, con una determinación en sus ojos que sorprendió a ___. —No tienes que protegerme de él. Podemos enfrentarlo juntos.

Por un segundo, la idea de tener a Hana a su lado como un apoyo real le dio un atisbo de esperanza. Pero ese momento se desvaneció rápidamente. Sabía que Izuku no sería tan fácil de enfrentar. Necesitaba pensar en algo más. Algo que no implicara poner a Hana en riesgo.

De repente, se sintió observado. ___ giró la cabeza hacia una esquina del parque, donde los arbustos estaban más espesos. Su corazón comenzó a latir con fuerza. "¿Izuku...?", pensó, y un sudor frío corrió por su espalda.

—Tenemos que irnos de aquí, ahora mismo —dijo con voz temblorosa, agarrando la mano de Hana sin esperar su respuesta. La sensación de peligro era tan fuerte que no podía ignorarla.

Caminaron rápidamente de regreso a casa, con el miedo persiguiéndolos como una sombra.

Tinte Verde Corazón Oscuro (Izuku Yandere X Malereader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora