Capítulo 46

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El día había empezado como cualquier otro, con el ruido del tráfico matutino y el sol resplandeciendo entre las hojas de los árboles fuera de la ventana de Hana. Pero para ella, ese día no era común en lo absoluto. La inquietud había anidado en su pecho desde la mañana anterior, y había crecido durante la noche, alimentada por las imágenes que rondaban su mente. ___ parecía estar cada vez más aislado, más distante, y eso no podía ser una buena señal.

Hana se pasó una mano por el cabello, notando que estaba un poco enredado, reflejo del poco sueño que había tenido. La preocupación la había mantenido despierta, sus pensamientos revoloteando entre las conversaciones recientes con ___ y la incómoda sensación de que algo estaba terriblemente mal. ¿Cómo podía quedarse de brazos cruzados cuando alguien que le importaba tanto estaba sufriendo?

Salió de casa temprano, con la determinación en cada paso. Iba a verlo, a asegurarse de que estaba bien, no importaba lo que él dijera. "___ necesita ayuda, aunque no quiera admitirlo," pensó mientras se dirigía al parque donde lo había visto la última vez. Una leve brisa agitaba las hojas, y el aire estaba impregnado con el fresco aroma de la mañana, pero Hana apenas lo notaba. Estaba concentrada, sus pensamientos girando en torno a ___ y la extraña energía que había sentido entre él e Izuku en sus últimos encuentros.

Al llegar al parque, el banco donde solía sentarse estaba vacío. Su pecho se apretó con preocupación, y sus ojos escudriñaron los alrededores, buscando cualquier indicio de dónde podría estar ___. "Tal vez está en casa", pensó. Decidida, se encaminó hacia la casa de ___, pero antes de que pudiera llegar, lo vio caminando apresurado por la acera, con los hombros tensos y la mirada perdida. Lo llamó con suavidad, sin querer asustarlo.

—¡___! —dijo, alzando una mano para saludarlo. Su voz sonaba calmada, pero su corazón latía rápido. No podía ignorar las ojeras profundas bajo sus ojos ni la forma en que sus manos temblaban ligeramente. Él se detuvo y, al girarse hacia ella, su expresión cambió de sorpresa a preocupación.

—Hana... —murmuró, y ella notó la tensión en su voz, como si estuviera al borde de romperse.

Se acercó a él con una sonrisa suave, intentando transmitirle calma. —Te ves cansado —comentó, intentando mantener la ligereza en su voz—. ¿Estás bien? —La pregunta parecía inocente, pero ella estaba preparada para leer cada detalle en su respuesta.

—He tenido... días difíciles —admitió ___. Sus ojos se desviaron hacia un lado, evitando los de ella, como si temiera revelar demasiado.

Hana no presionó. Sabía que forzarlo a hablar no ayudaría. En cambio, se quedó a su lado, caminando en silencio por un rato, dejando que la presencia tranquila de ella le diera algún consuelo. Sabía lo que era sentirse atrapado en un espacio oscuro; había pasado por ello antes, aunque en circunstancias diferentes. Quizás por eso le era tan fácil empatizar con ___, y eso la motivaba a no rendirse.

—Sabes que estoy aquí para ti, ¿verdad? —dijo finalmente, con suavidad—. No importa lo que pase, siempre estaré de tu lado.

___ se detuvo y la miró, como si quisiera decir algo, pero en lugar de eso, simplemente asintió. Esa reacción le dijo a Hana todo lo que necesitaba saber: él estaba asustado, más de lo que estaba dispuesto a admitir. Y la raíz de ese miedo, ella lo sabía, era Izuku.

Mientras caminaban de regreso, Hana no pudo evitar observar cómo ___ miraba constantemente a su alrededor, como si estuviera esperando que algo o alguien apareciera de la nada. Su mandíbula estaba tensa y sus manos, ahora en los bolsillos de su chaqueta, seguían temblando un poco.

"No puedo dejar que esto continúe," pensó Hana, apretando los dientes. Si Izuku era la causa de todo este estrés, entonces necesitaba enfrentarlo de alguna manera. Pero sabía que no sería fácil; Izuku tenía una reputación, tanto como héroe como por su reciente comportamiento extraño que había notado en los últimos encuentros. Pero la idea de quedarse sin hacer nada la inquietaba más. Hana había visto suficiente oscuridad en su vida como para saber que ignorarla no era la solución. Debía arrojar luz sobre ella.

Al llegar a la casa de ___, él parecía más nervioso que nunca. Se detuvo frente a la puerta, mirando a su alrededor antes de girar la manija lentamente.

—¿Quieres pasar? —preguntó, pero Hana notó que su voz no tenía convicción. Él no quería que ella estuviera allí, pero tampoco quería estar solo.

—Claro, si no te importa —respondió con una sonrisa, intentando infundir un poco de normalidad en la situación. Cuando entraron, el ambiente dentro de la casa era extraño; había una calma tensa que no había sentido antes. Podía sentir la opresión de la situación como un peso en el aire, y cada sonido parecía amplificado. Desde el leve crujido del suelo bajo sus pies hasta el suave tic-tac del reloj en la pared.

Hana observó a ___. Su apariencia, su comportamiento... todo parecía gritar en silencio que necesitaba ayuda. Sintió una punzada de dolor en su pecho. "Tengo que ser fuerte por él," pensó. "No puedo dejarlo solo en esto." Mientras él subía las escaleras, probablemente para recoger algo o simplemente para evitar hablar más, Hana se quedó en la sala, evaluando la situación.

De repente, escuchó un crujido en la ventana, apenas perceptible, pero suficiente para que su piel se erizara. Sus ojos se dirigieron hacia el vidrio, y por un momento pensó ver un par de ojos verdes observándola desde el otro lado. El corazón de Hana saltó en su pecho. Parpadeó rápidamente y, cuando miró de nuevo, no había nada.

Sintió que su sangre se helaba, pero al mismo tiempo, una ola de determinación llenó su ser. "Izuku estaba aquí, estoy segura," pensó. No podía permitirse tener miedo. No ahora. Se enderezó, y justo cuando ___ bajó las escaleras, Hana lo miró fijamente a los ojos.

—___, tengo que preguntarte algo —dijo, su voz más seria que antes—. ¿Qué tan mal está todo con Izuku? Porque lo que sea que estés pasando, no tienes que enfrentarlo solo.

___ la miró con sorpresa, pero luego su expresión se suavizó. Hana podía ver el cansancio en sus ojos, la lucha interna de querer confiar pero temer las consecuencias. Se dio cuenta de que tendría que ganar su confianza poco a poco, pero estaba dispuesta a hacerlo.

—Hana... —comenzó a decir ___.

Hana simplemente sonrió de nuevo, esta vez con una expresión más serena. —Está bien. No necesitas decirme todo ahora. Pero cuando estés listo, estaré aquí.

Mientras se dirigía a la puerta para irse, escuchó la voz de ___, más suave, como un susurro: —Gracias... de verdad.

Hana sintió que algo cálido se encendía en su pecho. Sabía que el camino por delante sería difícil, pero estaba lista. No importaba lo que costara, ella estaría allí para ___.

Tinte Verde Corazón Oscuro (Izuku Yandere X Malereader)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora