El día había llegado a su fin, y la luz tenue del atardecer cubría la Escuela Kimetsu. Los estudiantes comenzaban a salir, pero algunos decidieron quedarse un poco más. Entre ellos estaban Nezuko y Zenitsu, quienes buscaban un lugar donde estar solos por un momento, lejos de las miradas inquisitivas de los demás.
—Nezuko, tenemos que ser más cuidadosos... —susurró Zenitsu mientras ambos caminaban hacia el jardín trasero de la escuela, un lugar tranquilo y apartado.
—Lo sé, pero a veces siento que Tanjiro ya sospecha algo —respondió Nezuko, mirando hacia el cielo mientras el sol comenzaba a desaparecer.
Zenitsu tragó saliva nerviosamente. Sabía que si Tanjiro descubría lo que estaba sucediendo entre ellos, su amistad corría peligro. Sin embargo, no podía evitar estar cerca de Nezuko; sus sentimientos por ella eran demasiado fuertes.
Mientras tanto, en otro rincón de la escuela, Tanjiro se encontraba entrenando solo en el gimnasio. La conversación con Shinobu seguía rondando en su mente. Se sentía atraído por ella, pero a la vez, no podía evitar preocuparse por lo que su relación podría significar para su amistad con Kanae.
Justo cuando estaba por perderse en sus pensamientos, Shinobu apareció en la puerta del gimnasio, sonriéndole con esa calidez que siempre lo desconcertaba.
—¿Entrenando tan tarde? —preguntó ella, acercándose lentamente.
—Sí, necesitaba despejar mi mente —respondió Tanjiro, sin dejar de mirarla.
—¿Algo te preocupa? —insistió Shinobu, aunque ya intuía la respuesta.
Tanjiro dudó por un momento, pero al final decidió hablar.
—A veces siento que estoy atrapado entre lo que quiero y lo que es correcto. No quiero herir a nadie, pero a veces... siento que es inevitable.
Shinobu lo miró con una mezcla de comprensión y ternura.
—No siempre podemos controlar lo que sentimos, Tanjiro. Pero si te sirve de consuelo, yo también estoy en esa misma situación.
Las palabras de Shinobu resonaron en Tanjiro. Ambos sabían que sus sentimientos eran reales, pero el miedo a herir a los demás los detenía.
Por otro lado, Inosuke y Aoi caminaban juntos por las calles cercanas a la escuela. A pesar de que su relación seguía siendo complicada, cada vez pasaban más tiempo juntos.
—¿Por qué siempre eres tan testarudo? —preguntó Aoi, frunciendo el ceño mientras lo miraba.
—¡No soy testarudo! ¡Simplemente soy fuerte! —respondió Inosuke, cruzándose de brazos con orgullo.
Aoi soltó una pequeña risa, algo que sorprendió a Inosuke. No estaba acostumbrado a verla tan relajada, pero ese pequeño momento le hizo sentir algo diferente. Tal vez, sin darse cuenta, Aoi estaba empezando a romper las barreras que él mismo había construido.
La noche cayó sobre la ciudad, y mientras algunos secretos permanecían ocultos bajo la luna, los corazones de los protagonistas seguían latiendo con fuerza, entre el deseo de amar y el temor de ser descubiertos.
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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela Kimetsu
RomanceEn un mundo donde los demonios nunca existieron, los estudiantes de la Escuela Kimetsu enfrentan algo aún más complicado que las lecciones diarias: los altibajos del amor. Tanjiro, Shinobu, Nezuko y sus amigos navegarán entre relaciones secretas, tr...