Capítulo 34: Silencios y Susurros

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El ambiente en la escuela se volvía más denso con el paso de los días. Los sentimientos ocultos y los secretos no confesados empezaban a generar una atmósfera de tensión entre los estudiantes y profesores.

Enosuke y Aoi, cada vez más cercanos, habían empezado a pasar más tiempo juntos, pero ambos evitaban discutir lo que claramente estaba floreciendo entre ellos. En su último entrenamiento, la cercanía entre ambos había sido evidente, y Aoi no pudo evitar notar cómo el corazón se le aceleraba cada vez que Inosuke la miraba directamente a los ojos.

Mientras tanto, en otro rincón de la escuela, Shinobu se debatía internamente. El breve encuentro con Tanjiro la noche anterior la había dejado con una mezcla de emociones contradictorias. Por un lado, sabía que sus sentimientos por él iban más allá de una simple amistad, pero por otro lado, estaba su hermana, Kanae. Shinobu no podía evitar sentirse atrapada entre lo que deseaba y lo que creía correcto.

Kanae, por su parte, observaba a su hermana menor desde lejos. Sabía que algo estaba ocurriendo con Shinobu, pero no quería presionarla. Aún así, los silencios entre ellas comenzaban a ser cada vez más incómodos. Kanae también sentía algo profundo por Tanjiro, pero al igual que Shinobu, temía las consecuencias de esos sentimientos no confesados.

En la sala de profesores, Rengoku se mostraba más relajado desde su conversación con Tengen, aunque la relación con Mitsuri seguía siendo un tema delicado. Mitsuri, por su parte, había notado el cambio en Rengoku y se preguntaba si él comenzaba a tener dudas sobre su relación. Decidió hablar con él en su próxima clase.

Cuando la campana sonó para anunciar el almuerzo, Mitsuri y Rengoku se encontraron en el pasillo.

—Rengoku... ¿puedes quedarte un momento? Necesito hablar contigo —dijo Mitsuri, con una sonrisa nerviosa.

Rengoku, aunque sorprendido, asintió.

—Claro, Mitsuri. ¿De qué quieres hablar? —respondió con su típico tono firme, pero amable.

Mitsuri tomó un profundo respiro antes de hablar.

—Sé que últimamente hemos estado algo distantes... y quiero saber si todo está bien entre nosotros —dijo, mirando directamente a los ojos de Rengoku, buscando alguna señal de lo que él estaba sintiendo.

Rengoku la miró en silencio por un momento antes de responder.

—Mitsuri, nada ha cambiado entre nosotros. Sigo sintiendo lo mismo por ti, pero estoy siendo más cauteloso... por nuestra situación. No quiero que nadie se interponga en lo que tenemos, pero tampoco quiero que nos vean de manera inapropiada —explicó, mientras tomaba las manos de Mitsuri.

Ella suspiró de alivio al escuchar esas palabras, sintiendo que, a pesar de todo, su relación seguía siendo sólida.

—Entiendo, Rengoku... solo quiero que sepas que también estoy dispuesta a luchar por nosotros —dijo Mitsuri con determinación, apretando suavemente sus manos.

En otra parte de la escuela, Tanjiro se encontraba sentado bajo un árbol, repasando sus notas para el examen que se acercaba. Su tranquilidad fue interrumpida cuando vio acercarse a Zenitsu, quien parecía preocupado.

—Tanjiro... necesito hablar contigo —dijo Zenitsu, con la mirada baja.

Tanjiro cerró su cuaderno y miró a su amigo con preocupación.

—¿Qué sucede, Zenitsu? —preguntó, ya preparado para escuchar algo serio.

Zenitsu se sentó a su lado, jugueteando nerviosamente con sus dedos.

—Es sobre Nezuko... estoy preocupado. Ella ha estado muy distante últimamente, y aunque me dice que todo está bien, siento que algo la está molestando —confesó Zenitsu.

Tanjiro frunció el ceño, pensando en su hermana.

—Nezuko no me ha dicho nada, pero tal vez deberías hablar con ella directamente. A veces, las personas necesitan tiempo para abrirse, Zenitsu —sugirió Tanjiro, tratando de tranquilizar a su amigo.

Zenitsu asintió, aunque la incertidumbre seguía en su corazón.

Mientras tanto, Shinobu decidió que no podía seguir guardando sus emociones por mucho más tiempo. Sabía que pronto tendría que enfrentar a su hermana, pero antes quería resolver lo que sentía por Tanjiro.

Esa tarde, cuando el sol empezaba a ponerse, Shinobu encontró a Tanjiro de nuevo en el jardín. Esta vez, estaba decidido a hablarle abiertamente.

—Tanjiro... —lo llamó con firmeza.

Tanjiro se volteó, sorprendido por la seriedad en el tono de su amiga.

—Shinobu, ¿todo está bien? —preguntó, ya sintiendo que algo importante estaba por decirse.

Shinobu respiró hondo, sabiendo que ese momento era decisivo para ella.

—Necesito que sepas algo. No quiero que haya malentendidos entre nosotros, y tampoco quiero seguir ocultando lo que siento... —comenzó, sin apartar la vista de Tanjiro.

Tanjiro la observó con atención, sin interrumpirla, dándole espacio para continuar.

Pero justo en ese momento, antes de que Shinobu pudiera continuar, una voz los interrumpió.

—¡Tanjiro! ¡Shinobu! ¡Están buscando a ambos en la sala de profesores! —gritó Zenitsu, quien venía corriendo hacia ellos.

Shinobu suspiró, resignada a que tendría que posponer una vez más esa conversación tan importante.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora