En un mundo donde los demonios nunca existieron, los estudiantes de la Escuela Kimetsu enfrentan algo aún más complicado que las lecciones diarias: los altibajos del amor. Tanjiro, Shinobu, Nezuko y sus amigos navegarán entre relaciones secretas, tr...
En el capítulo anterior, las tensiones entre los estudiantes de la escuela Kimetsu aumentaron notablemente. Kanae comenzó a obsesionarse más con Tanjiro, lo que generó conflictos con su hermana Shinobu, quien también tiene sentimientos por él. Mientras tanto, la relación entre Inosuke y Aoi seguía avanzando, con Aoi logrando suavizar poco a poco el carácter salvaje de Inosuke. Zenitsu, por su parte, estaba preocupado por lo que podría pasar si Tanjiro descubría su relación secreta con Nezuko, lo que lo mantenía nervioso e inseguro.
En el aula de profesores, Rengoku y Tengen notaron las tensiones crecientes entre los estudiantes, especialmente entre los que tienen relaciones amorosas complicadas. Ambos profesores discutieron cómo podrían guiarlos para evitar que se lastimen emocionalmente, sabiendo que las decisiones que tomen podrían tener grandes repercusiones.
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- - - - - Ahora sí, ¡comencemos con el capítulo!
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La escuela Kimetsu amanecía con un aire pesado, como si una tormenta emocional se avecinara. Los estudiantes, ajenos a lo que ocurría entre ellos, continuaban con sus rutinas diarias, pero las miradas entre ciertos grupos dejaban claro que había mucho por resolver.
Tanjiro caminaba por los pasillos en silencio, su mente ocupada con pensamientos contradictorios. Sabía que algo estaba pasando con Shinobu y Kanae, pero no lograba entender el motivo de su cambio repentino. Decidió que debía enfrentarlas, no podía seguir fingiendo que no pasaba nada.
Cuando llegó al salón de biología, encontró a Shinobu tomando notas con expresión concentrada, pero Tanjiro sabía que detrás de esa apariencia calmada había una tormenta interna. Se acercó lentamente y se sentó a su lado.
—Shinobu, tenemos que hablar —dijo en voz baja, para no llamar la atención de los demás estudiantes.
Ella levantó la vista de sus apuntes y lo miró con sus ojos profundos. —¿Sobre qué, Tanjiro? —preguntó, aunque en el fondo sabía exactamente de qué quería hablar.
—Sé que hay algo entre tú y Kanae... algo que tiene que ver conmigo. No quiero que esto nos afecte. Tú y Kanae son mis amigas, y no quiero que nuestra amistad se dañe por malentendidos —explicó con sinceridad, tratando de poner las cosas en orden.
Shinobu suspiró y apartó la mirada por un momento. Sabía que debía ser honesta, pero la situación era complicada. —Tanjiro... es difícil. Kanae y yo tenemos una historia, y ahora siento que nuestros caminos se cruzan en ti. No quiero que esto cause problemas entre nosotras, pero tampoco puedo evitar lo que siento.
Tanjiro permaneció en silencio, procesando las palabras de Shinobu. Era consciente de la profundidad de sus sentimientos, pero aún no sabía cómo manejar la situación. No quería lastimar a ninguna de ellas, pero tampoco podía negar lo que estaba sucediendo.
Mientras tanto, en otro rincón de la escuela, Kanae también lidiaba con sus propios pensamientos. Aunque nunca había expresado abiertamente sus sentimientos hacia Tanjiro, la sombra de su obsesión comenzaba a crecer. Observaba a su hermana desde lejos, sintiéndose atrapada en un dilema que parecía no tener solución.
Por otro lado, Zenitsu se encontraba en una encrucijada similar. Había decidido que hablaría con Tanjiro sobre su relación con Nezuko, pero cada vez que intentaba hacerlo, el miedo lo paralizaba. El temor a perder su amistad con Tanjiro era demasiado grande.
—No puedo seguir escondiéndome —se dijo a sí mismo—. Tanjiro es mi mejor amigo, y si se entera de esto por otra persona, será peor.
Nezuko lo apoyaba, aunque también compartía su preocupación. Ambos sabían que debía haber una confrontación, pero el momento adecuado aún no llegaba.
En el aula de profesores, Rengoku y Tengen continuaban discutiendo los problemas emocionales que afectaban a sus estudiantes. Ambos sabían que las tensiones estaban a punto de explotar, y temían no poder controlarlas.
—Rengoku, ¿has pensado en organizar alguna actividad para relajar a los estudiantes? —sugirió Tengen—. Tal vez una excursión o algún tipo de competencia deportiva podría ayudarlos a liberar un poco de esa tensión.
Rengoku asintió, siempre dispuesto a buscar soluciones. —Es una buena idea. Los jóvenes necesitan distraerse de sus problemas, aunque solo sea por un momento. Si logramos que se enfoquen en algo positivo, tal vez podamos evitar que las cosas se salgan de control.
Ambos profesores decidieron planear algo para sus estudiantes, conscientes de que las emociones estaban en su punto máximo y cualquier pequeño gesto podría hacer la diferencia.
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