Capítulo 18: Dudas y Confesiones

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La semana continuaba, y con cada día que pasaba, Mitsuri no podía sacarse de la cabeza aquella conversación con Rengoku en la biblioteca. Sus palabras resonaban en su mente una y otra vez, haciéndola dudar de lo que estaba empezando a sentir por él. ¿Podría estar realmente enamorándose? ¿Y si sus sentimientos no eran correspondidos?

Por otro lado, Rengoku también sentía esa inquietud. Nunca antes había tenido problemas para expresar lo que pensaba o sentía, pero algo en Mitsuri lo hacía dudar. Ella no era como las demás personas con las que había tenido contacto, y eso lo confundía.

Mientras tanto, en los pasillos de la escuela, los rumores sobre Tanjiro y Shinobu empezaban a correr. Muchos alumnos habían notado la cercanía entre ambos, y los susurros se hacían más intensos cada vez que los veían juntos. Aunque la relación entre ellos parecía florecer, había una sombra que los seguía de cerca: Kanae, la hermana mayor de Shinobu, que observaba con una mezcla de celos y resentimiento cómo su hermana se acercaba a Tanjiro.

Un día, Tanjiro y Shinobu decidieron encontrarse en el jardín de la escuela después de clases. El ambiente estaba tranquilo, con el sol de la tarde bañando el lugar en un cálido resplandor. Ambos se sentaron bajo un árbol, disfrutando de la compañía del otro.

—Shinobu, quería agradecerte por todo lo que has hecho por mí últimamente —dijo Tanjiro con una sonrisa sincera—. Eres una persona increíble.

Shinobu lo miró, un poco sorprendida por sus palabras. Aunque no lo demostraba, en su interior sentía una profunda conexión con él. Algo que, aunque intentaba reprimir, no podía evitar.

—No tienes que agradecerme nada, Tanjiro —respondió ella con su voz suave—. Tú también has sido un gran apoyo para mí.

El silencio se apoderó de ambos por unos segundos, pero era un silencio cómodo, de esos que no necesitan ser llenados con palabras. Sin embargo, Tanjiro sentía que había algo que debía decir.

—Shinobu, no sé si es el mejor momento para esto, pero... —comenzó a decir, pero fue interrumpido por la llegada inesperada de Kanae.

—¡Ah, Tanjiro! —dijo Kanae con una sonrisa demasiado amplia, interrumpiendo la conversación—. Qué casualidad encontrarte aquí. Justo estaba pensando en ti.

Shinobu la miró con una expresión de incredulidad, sabiendo que su hermana no estaba allí por casualidad. Tanjiro, por su parte, se sintió incómodo, sin saber cómo reaccionar ante la situación.

—Hola, Kanae —respondió él, intentando ser cortés.

Kanae se acercó más, ignorando por completo la presencia de Shinobu. —Estaba pensando que podríamos pasar más tiempo juntos, ¿no te parece? Me gustaría conocerte mejor.

Shinobu apretó los labios, sintiendo que la situación se volvía cada vez más tensa. No quería enfrentarse a su hermana, pero tampoco estaba dispuesta a quedarse de brazos cruzados viendo cómo intentaba conquistar a Tanjiro.

—Kanae, creo que Tanjiro ya tiene planes —intervino Shinobu con un tono firme pero educado—. ¿Verdad, Tanjiro?

Tanjiro, que estaba atrapado entre ambas, asintió nerviosamente. —Sí, bueno, estábamos... hablando de algo importante.

Kanae los miró, notando la tensión en el aire, pero decidió ignorarla. —Oh, bueno, no quería interrumpir. Quizás en otro momento, entonces —dijo con una sonrisa falsa antes de alejarse.

Tanjiro soltó un suspiro de alivio una vez que Kanae se fue. —Lo siento, no sabía que esto se volvería tan incómodo.

Shinobu lo miró con una pequeña sonrisa. —No es tu culpa. Mi hermana puede ser muy... persistente cuando algo le interesa.

Ambos rieron suavemente, aunque el ambiente había cambiado ligeramente después de la breve interrupción. Sin embargo, Shinobu sabía que la situación con Kanae solo empeoraría si no hablaban sobre ello.

—Tanjiro, sobre lo que decías antes... —comenzó Shinobu, retomando la conversación interrumpida—. ¿Qué querías decirme?

Tanjiro dudó por un momento, mirando los ojos de Shinobu. Había algo en ellos, una profundidad y una calidez que lo hacían sentirse en paz. Pero también sabía que cualquier cosa que dijera cambiaría la relación entre ambos para siempre.

—Lo que quería decir es que... me importas mucho, Shinobu. Más de lo que puedo expresar con palabras. —dijo finalmente, sintiendo cómo el peso de esas palabras se liberaba de su pecho.

Shinobu lo miró en silencio por unos segundos, dejando que sus palabras calaran en su interior. Después, con una pequeña sonrisa, respondió: —Tú también me importas, Tanjiro. Mucho más de lo que imaginas.

El momento fue breve, pero significativo. Ambos sabían que, aunque no todo estaba dicho, el primer paso ya se había dado.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora