Capítulo 26: Secretos en Peligro

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El silencio del atardecer envolvía la Escuela Kimetsu mientras los estudiantes comenzaban a dejar las aulas. Nezuko caminaba por los pasillos con la cabeza llena de pensamientos. A pesar de su mejor esfuerzo por mantener la calma, sentía que el peso de su secreto con Zenitsu se hacía cada vez más difícil de cargar.

Por otro lado, Zenitsu no hacía mucho por disimular sus emociones. Cualquier pequeño gesto de afecto que Nezuko le brindaba, aunque fuese en privado, lo hacía volar por las nubes, y ese brillo en su mirada no pasaba desapercibido. Tanjiro lo notó esa tarde, frunciendo el ceño por un instante. No le prestó demasiada atención, pero algo le decía que Zenitsu estaba ocultando algo.

Mientras tanto, Shinobu y Kanae estaban terminando de arreglar los últimos detalles del club de ciencias cuando Kanae, con una sonrisa enigmática, rompió el silencio.

—Shinobu... últimamente te he notado más cerca de Tanjiro —comentó sin malicia, aunque había una chispa de interés detrás de sus palabras.

Shinobu se tensó por un segundo, pero luego soltó una pequeña risa para disimular su incomodidad.

—Oh, es solo que estamos trabajando juntos en algunos proyectos —respondió, intentando sonar casual. Sin embargo, sabía que con su hermana mayor no podía ser completamente honesta. Kanae tenía un instinto agudo, y su atracción hacia Tanjiro tampoco era un secreto para Shinobu.

Kanae guardó silencio por un momento, pero luego su sonrisa se desvaneció un poco, mostrando una vulnerabilidad que pocas veces dejaba ver.

—Tanjiro... es alguien especial, ¿verdad? —dijo finalmente, mirando por la ventana hacia el patio vacío.

Shinobu no respondió de inmediato, pero en su corazón sabía que ambas sentían lo mismo. La tensión entre las hermanas estaba empezando a hacerse evidente, aunque ninguna de las dos estaba lista para enfrentarla.

Por otro lado, en el gimnasio de la escuela, Inosuke y Aoi estaban limpiando después del entrenamiento. El lugar estaba vacío, y Aoi observaba con curiosidad a Inosuke mientras él, con su estilo impulsivo, intentaba guardar las colchonetas de la peor manera posible.

—¡Estás haciendo todo mal, Inosuke! —protestó Aoi, acercándose a él con una mezcla de frustración y diversión.

—¡No me digas qué hacer, mujer! ¡Sé lo que estoy haciendo! —respondió él, aunque la realidad era que no tenía idea de cómo organizar nada. Aoi suspiró, pero en lugar de seguir peleando, tomó las colchonetas y comenzó a guardarlas correctamente.

Inosuke la observó en silencio por un momento, algo poco común en él. Había algo en la dedicación de Aoi que le llamaba la atención. Era fuerte, decidida, pero también había una amabilidad que Inosuke encontraba intrigante.

—Oye, Aoi... —dijo de repente, rompiendo el silencio.

Aoi levantó la vista, sorprendida por el tono más calmado de Inosuke.

—¿Qué pasa? —preguntó, esperando otra de sus respuestas impulsivas.

Pero Inosuke se quedó en silencio, como si no supiera cómo poner en palabras lo que estaba pensando. Al final, simplemente dijo:

—Nada. Olvídalo.

Aoi lo observó por un segundo más, intrigada, pero decidió no insistir. A veces, con Inosuke, era mejor dejar las cosas fluir a su propio ritmo.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora