Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela Kimetsu

Capítulo 17: La chispa entre el fuego y la pasión

Los días en la Escuela Kimetsu seguían su curso, pero cada vez más, las relaciones entre los estudiantes se volvían complicadas. Mitsuri Kanroji, la siempre optimista y energética chica, había notado algo diferente en su entorno, especialmente en la forma en que Rengoku Kyōjurō se comportaba a su alrededor.

Mitsuri no podía evitar sonrojarse cada vez que Rengoku pasaba cerca. Él, siempre carismático, lleno de energía, y con esa sonrisa que parecía iluminar cualquier lugar, la hacía sentir algo que no había sentido antes. ¿Era posible que estuviera desarrollando sentimientos por él?

Un día, después de clases, Mitsuri decidió quedarse en la biblioteca para estudiar. No esperaba encontrarse allí con Rengoku, quien también parecía estar buscando un lugar tranquilo para concentrarse.

—¡Kanroji! —la saludó con su entusiasmo habitual cuando la vio, haciendo que Mitsuri se sobresaltara ligeramente.

—¡R-Rengoku! —respondió ella, intentando disimular su sorpresa y los nervios que de pronto invadieron su cuerpo.

Rengoku se acercó, tomando asiento frente a ella con su típica confianza. —¿Estás estudiando? Es admirable que te tomes tan en serio tus clases. Siempre pensé que tenías un gran potencial.

Mitsuri sonrió tímidamente, jugueteando con su bolígrafo. —Solo intento ponerme al día... A veces siento que me distraigo demasiado.

Rengoku rió con esa risa poderosa que llenaba el ambiente de energía. —¡No te preocupes! Lo importante es que siempre das lo mejor de ti. Y por lo que veo, lo estás haciendo genial.

Mitsuri sintió que su corazón se aceleraba. Era raro ver a alguien tan seguro de sí mismo como Rengoku. Esa mezcla de amabilidad y confianza la atraía más de lo que ella se atrevía a admitir.

—Gracias, Rengoku —respondió con una sonrisa sincera.

El ambiente entre ellos era relajado, pero al mismo tiempo, había una tensión palpable en el aire. Ambos sabían que había algo más que simples palabras de admiración, pero ninguno estaba dispuesto a dar el primer paso.

Mientras ambos seguían hablando sobre temas triviales, Mitsuri se dio cuenta de que Rengoku la miraba de una manera diferente, más profunda, como si quisiera decir algo, pero no encontraba las palabras.

Finalmente, fue él quien rompió el silencio incómodo.

—¿Sabes, Kanroji? He estado pensando mucho últimamente... sobre lo que realmente quiero en mi vida.

Mitsuri lo miró, algo sorprendida por el cambio repentino en su tono. —¿Y qué es lo que quieres?

Rengoku sonrió, pero esta vez fue una sonrisa más suave, menos enérgica, como si lo que iba a decir fuera algo muy personal. —Quiero ser alguien que inspire a los demás. No solo como profesor, sino como persona. Y... también quiero rodearme de personas que me hagan sentir vivo, que me den una razón para seguir adelante.

Mitsuri sintió que el corazón le daba un vuelco. ¿Estaba hablando de ella? Aunque no quería precipitarse en sus pensamientos, no podía evitar sentirse emocionada.

—Rengoku, tú ya eres una inspiración para muchos de nosotros —dijo ella con sinceridad—. Siempre has sido alguien en quien confío y admiro.

Rengoku la miró directamente a los ojos, y en ese momento, algo en el aire cambió. Mitsuri sintió que sus mejillas se sonrojaban de nuevo, pero esta vez no intentó ocultarlo.

—Gracias, Kanroji —dijo él en voz baja—. Tus palabras significan mucho para mí.

El momento fue interrumpido por el sonido del timbre de la escuela, indicando que la biblioteca estaba a punto de cerrar. Ambos se levantaron, recogiendo sus cosas, pero la sensación entre ellos había cambiado. Ahora había una nueva chispa que ninguno de los dos podía ignorar.

—Nos vemos mañana —dijo Mitsuri con una sonrisa nerviosa, antes de apresurarse hacia la puerta.

Rengoku la observó mientras se alejaba, sintiendo que algo había cambiado. Algo que, aunque no podía definir del todo, sabía que estaba allí, creciendo poco a poco en su interior.

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