Capítulo 50: El Juego del Destino

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El ambiente en la escuela parecía más tenso de lo normal. Aunque los días seguían su curso y las clases transcurrían con normalidad, los estudiantes estaban más distraídos de lo habitual. Las relaciones entre ellos estaban alcanzando puntos críticos, y todos sabían que algo grande estaba por suceder.

Tanjiro, tras su conversación con Kanae, no podía dejar de sentir una creciente inquietud. La obsesión que Kanae había mostrado hacia él era preocupante, y aunque había sido claro en sus sentimientos hacia Shinobu, temía lo que Kanae podría intentar. Era evidente que no se rendiría tan fácilmente.

Mientras caminaba por los pasillos de la escuela, pensando en la mejor manera de enfrentar la situación, se encontró con Tomioka. El ambiente se volvió incómodo de inmediato, pero Tanjiro decidió enfrentar las cosas de una vez.

—Tomioka... ¿tienes un momento? —preguntó Tanjiro, deteniéndose frente a él.

Tomioka, quien siempre había sido reservado, lo miró en silencio durante unos segundos antes de asentir. —Claro.

Ambos se dirigieron a un lugar más tranquilo fuera de la escuela, donde pudieran hablar sin interrupciones. Tanjiro sabía que esta conversación era importante, sobre todo después de la confesión que Tomioka le había hecho a Shinobu y la frialdad con la que ella lo había rechazado.

—Sé que las cosas no han sido fáciles —comenzó Tanjiro, con cautela—, pero quiero ser honesto contigo. Lo que pasó entre Shinobu y yo no fue algo planeado, simplemente sucedió. Ambos sentimos lo mismo, y...

Tomioka levantó una mano, deteniéndolo.

—No tienes que explicarte, Tanjiro —dijo con voz calmada—. Lo que sentí por Shinobu no fue correspondido, y lo acepto. No soy alguien que guarde rencores.

Tanjiro sintió un alivio inmediato al escuchar esas palabras. Tomioka siempre había sido directo, y aunque no mostraba muchas emociones, parecía haber aceptado la situación. Sin embargo, Tomioka agregó algo más.

—Pero no puedo evitar preocuparme por Kanae —continuó Tomioka—. Hay algo en ella que no me parece normal. La obsesión que tiene contigo, Tanjiro, podría llegar a ser peligrosa.

Tanjiro lo miró, sorprendido por la observación. Tomioka, a pesar de su silencio habitual, había notado lo mismo que él.

—Lo sé... —murmuró Tanjiro—. He tratado de hablar con ella, pero no parece dispuesta a escuchar. Estoy preocupado por lo que pueda hacer.

Tomioka asintió, cruzándose de brazos. —Lo mejor sería estar alerta. Si Kanae intenta algo, tienes que estar preparado.

Mientras ambos discutían sobre cómo manejar la situación, Kanae ya estaba un paso adelante, trazando su plan en las sombras. Su obsesión por Tanjiro había alcanzado un punto en el que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para tenerlo. Y con Tomioka de vuelta en escena, Kanae vio una oportunidad perfecta para manipular la situación a su favor.

En otro lado de la escuela, Aoi y Inosuke seguían lidiando con sus propios conflictos internos. Después de la tensa discusión en el parque, ambos se habían distanciado un poco, sin saber cómo procesar lo que realmente sentían.

Aoi, que siempre había sido directa y pragmática, no podía entender por qué le costaba tanto expresar sus sentimientos por Inosuke. Por su parte, Inosuke seguía confundido, sin saber cómo interpretar el nuevo tipo de conexión que sentía hacia ella. Lo que había comenzado como una simple competencia entre ambos había evolucionado en algo mucho más profundo.

—¡Maldita sea! —exclamó Inosuke, golpeando una pared con frustración mientras caminaba por los pasillos.

Zenitsu, que pasaba cerca, lo escuchó y se acercó con cautela.

—¿Estás bien, Inosuke? —preguntó, con una mezcla de preocupación y curiosidad.

Inosuke lo miró, apretando los dientes. —¡No! ¡Todo esto es una locura! ¡No entiendo qué me pasa!

Zenitsu sonrió con simpatía. Aunque a veces Inosuke podía ser insensible, era evidente que estaba luchando con sus emociones, algo que Zenitsu entendía muy bien.

—Parece que alguien está enamorado —comentó en tono burlón, ganándose una mirada asesina de Inosuke.

—¡Cállate, Zenitsu! —gruñó Inosuke—. ¡No sé qué es esto! ¡Es como si mi cabeza estuviera llena de pensamientos raros todo el tiempo!

Zenitsu no pudo evitar reírse un poco ante la reacción de Inosuke. —Eso es el amor, amigo. Te hace sentir raro y te hace hacer cosas estúpidas. Créeme, lo sé de primera mano.

Inosuke frunció el ceño, aún más frustrado, pero Zenitsu tenía razón. Lo que sentía por Aoi era confuso, pero también intenso, y no podía ignorarlo.

—¿Y qué hago? —preguntó Inosuke, mirándolo con una mezcla de desesperación y enfado.

Zenitsu sonrió con complicidad. —Bueno, podrías empezar por hablar con ella. Ser honesto sobre lo que sientes, en lugar de seguir peleando.

Mientras tanto, en un rincón más apartado de la escuela, Mitsuri y Rengoku disfrutaban de un momento tranquilo juntos. A pesar de todas las tensiones que rodeaban a sus amigos, ellos habían encontrado una paz y armonía en su relación.

—Todo está tan complicado últimamente —comentó Mitsuri, apoyando su cabeza en el hombro de Rengoku.

Rengoku asintió, acariciando suavemente su cabello. —Lo sé, pero estoy seguro de que todo se resolverá. Todos están encontrando su camino, al igual que nosotros.

Mitsuri sonrió, sintiéndose segura a su lado. Rengoku siempre había sido su roca, y su relación había crecido de una manera hermosa y natural. Ambos estaban seguros de lo que sentían, y eso les daba la fuerza para seguir adelante.

Tengen, por su parte, ya había escuchado las noticias sobre Tanjiro y Shinobu. Con su típica actitud despreocupada, se acercó a Tanjiro durante el almuerzo.

—¡Así que finalmente diste el paso, eh! —dijo con una sonrisa divertida, dándole una palmada en la espalda.

Tanjiro se rió, aunque un poco avergonzado. —Sí, fue un poco complicado, pero Shinobu y yo estamos bien ahora.

Tengen asintió, satisfecho. —Sabía que lo lograrías. Eres un buen tipo, Tanjiro. Solo asegúrate de que todo siga por buen camino. Y si necesitas ayuda, ya sabes dónde encontrarme.

Tanjiro agradeció el apoyo de su amigo, sintiéndose más seguro de sus decisiones. Pero mientras Tengen se alejaba, Tanjiro no podía evitar sentir un escalofrío en la espalda. Sabía que algo oscuro estaba por venir, y que la batalla más difícil aún estaba por librarse.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora