Capítulo 15: Sentimientos cruzados

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Las luces del atardecer atravesaban los ventanales de la escuela, dando un toque cálido al ambiente, mientras Tanjiro continuaba dándole vueltas a la conversación con las hermanas Kochou. Su corazón latía a mil por hora cada vez que pensaba en ellas. No sabía cómo iba a resolver esta situación sin herir a ninguna, pero algo debía cambiar pronto.

Mientras caminaba hacia el aula de prácticas, se encontró con Aoi y Inosuke, quienes estaban en medio de una discusión.

—¡Inosuke, no puedes ir peleándote con todo el mundo! —le recriminaba Aoi con los brazos cruzados.

Inosuke se cruzó de brazos, gruñendo. —¡No me importa lo que digan los demás! ¡Nadie se va a interponer en mi camino!

Aoi suspiró, pero Tanjiro notó algo distinto en sus ojos. No era solo irritación. Había una preocupación genuina por Inosuke, algo que el chico salvaje parecía ignorar por completo.

—Inosuke, sé que te cuesta, pero tienes que aprender a trabajar en equipo —intervino Tanjiro, tratando de calmar las aguas.

—¡No necesito equipo! —protestó Inosuke, pero Aoi le lanzó una mirada severa.

—Tal vez deberías intentarlo —dijo ella con suavidad. Tanjiro notó un ligero rubor en sus mejillas mientras hablaba, pero Inosuke, como siempre, no parecía captar esas sutilezas.

Zenitsu apareció de repente, casi corriendo hacia ellos. —¡Tanjiro! ¡Necesito hablar contigo! —exclamó, con el rostro desencajado.

Tanjiro lo miró con sorpresa. —¿Qué pasa, Zenitsu?

—Es... Nezuko... —Zenitsu bajó la voz, nervioso, mirando a su alrededor para asegurarse de que nadie más escuchaba—. Creo que alguien sospecha de nosotros.

El corazón de Tanjiro dio un vuelco. Su hermana y su mejor amigo habían estado ocultando su relación de él por un tiempo, y aunque Zenitsu le había contado en secreto, Tanjiro aún no sabía cómo confrontar a Nezuko sobre el tema.

—¿Quién sospecha? —preguntó Tanjiro, tratando de mantener la calma.

—Creo que es... Tengen-sensei —murmuró Zenitsu—. Nos miraba raro el otro día en la práctica. No sé si lo ha comentado con alguien más, pero si él lo sabe, puede que pronto todos lo sepan.

Tengen, con su personalidad despreocupada y amigable, era también alguien muy observador. Si había notado algo, lo más seguro era que no se quedara callado por mucho tiempo.

Tanjiro suspiró. —Tendremos que ser cuidadosos, Zenitsu. No sé cuánto tiempo más podrán mantener esto en secreto, pero si Tengen sabe algo, te aseguro que no será el único.

Mientras seguían hablando, Shinobu apareció al final del pasillo. Tanjiro sintió un nudo en el estómago al verla. Su presencia siempre lo hacía sentir diferente, como si el aire a su alrededor cambiara.

—Tanjiro, ¿puedo hablar contigo un momento? —preguntó con su habitual calma.

Zenitsu lo miró con nerviosismo antes de retirarse, dejándolos solos.

—Claro, Shinobu. ¿Qué sucede?

Shinobu lo miró con seriedad. —He estado pensando mucho en lo que hablamos... sobre Kanae, sobre nosotros. Sé que estás en una situación complicada, y no quiero presionarte... pero también necesito saber qué es lo que sientes realmente.

Tanjiro se quedó en silencio por un momento, sintiendo que todo lo que había evitado hasta ese momento ahora estaba frente a él, exigiendo respuestas.

—Shinobu, yo... —empezó a decir, pero fue interrumpido por el sonido de pasos apresurados.

Era Kanae, quien se acercaba rápidamente, su rostro reflejando una mezcla de ansiedad y determinación. —Tanjiro, ¿podemos hablar? Es importante.

Shinobu frunció el ceño ligeramente, y Tanjiro supo que la situación se estaba complicando cada vez más. Las dos hermanas, cada una esperando una respuesta, y él en el medio sin saber cómo manejarlo.

—Lo siento, Kanae, ahora no es un buen momento —dijo Shinobu con voz firme, pero Kanae no pareció dispuesta a retirarse.

—Es sobre lo que hablamos el otro día, Tanjiro —dijo Kanae, ignorando a su hermana—. Necesito saber qué piensas.

Tanjiro sintió cómo la tensión entre las dos hermanas crecía. Sabía que no podía seguir evadiendo esta situación, pero tampoco quería que ninguna de ellas saliera lastimada.

Antes de que pudiera responder, la campana sonó, salvándolo momentáneamente del enfrentamiento. Pero sabía que la conversación no se había acabado, y tarde o temprano tendría que enfrentarse a sus sentimientos de manera clara.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora