Capítulo 12: Corazones en Dilema

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La conversación con Kanae dejó a Tanjiro más confundido que nunca. Mientras caminaba hacia su casa, los pensamientos giraban en su mente, y aunque trataba de enfocarse en lo que era correcto, sabía que no podría ignorar los sentimientos de Kanae ni los de Shinobu. Aún no entendía cómo terminó en medio de este triángulo emocional, pero era claro que tenía que enfrentarlo.

Al día siguiente en la escuela, Shinobu lo saludó con una sonrisa suave, pero Tanjiro podía notar un leve aire de preocupación en sus ojos. Él trató de actuar normal, pero la tensión era palpable. No podían seguir ignorando lo que estaba ocurriendo.

Durante una de las clases, Tanjiro apenas prestaba atención a lo que Tomioka estaba explicando. Mientras el profesor hablaba sobre temas de biología, su mente estaba en otro lado. Un leve codazo de Zenitsu lo sacó de su ensueño.

—¿Qué pasa contigo, Tanjiro? —susurró Zenitsu—. Pareces muy distraído. ¿Es por... ya sabes?

Tanjiro suspiró y asintió levemente. —Es complicado, Zenitsu.

—Hermano, me imagino. Entre Kanae y Shinobu... eso suena a problemas grandes —comentó Zenitsu, moviendo las cejas de forma exagerada—. Aunque, ¿quién no quisiera tener dos chicas luchando por él?

—No es tan sencillo —murmuró Tanjiro—. No quiero herir a nadie. Me importan las dos.

Antes de que la conversación pudiera continuar, Tomioka lanzó una mirada severa hacia ellos, y Zenitsu se calló de inmediato, fingiéndose atento.

Al terminar la clase, Tanjiro decidió tomar aire fresco. Salió al patio y, para su sorpresa, se encontró con Tengen, quien parecía estar en su tiempo libre. Se acercó a él y, con su estilo despreocupado, le sonrió.

—Tanjiro, ¿cómo va la vida amorosa? —preguntó Tengen con una sonrisa pícara.

Tanjiro soltó una pequeña risa amarga. —Complicada, Tengen. No sé qué hacer. Quiero ser justo, pero...

Tengen asintió, comprendiendo. —Es normal que te sientas así. Las relaciones no son fáciles, y menos cuando hay más de una persona involucrada. Pero siempre es mejor ser honesto desde el principio.

Tanjiro se quedó en silencio, reflexionando sobre sus palabras. Tengen tenía razón, pero no quería que las cosas se rompieran entre él y las hermanas Kochou. De pronto, una presencia familiar apareció cerca de ellos.

Rengoku se acercaba con su característica energía, como si no notara las tensiones que estaban afectando a sus amigos. —¡Tanjiro! ¡Tengen! ¿Cómo están? —preguntó con su voz entusiasta. Parecía ignorar cualquier complicación a su alrededor.

Tengen lo saludó con una sonrisa mientras Tanjiro intentaba devolver la misma energía, aunque su mente seguía ocupada en sus dilemas.

—Tanjiro, deberías venir con nosotros este fin de semana. Haremos un pequeño viaje a las montañas para despejarnos. ¡Nada mejor que el aire fresco para aclarar la mente! —exclamó Rengoku.

Tanjiro asintió lentamente, pensando que tal vez un tiempo fuera podría ayudarlo. Sin embargo, sabía que los problemas no desaparecerían solo porque él se alejara por un tiempo.

Mientras la tarde avanzaba, Shinobu y Kanae seguían interactuando con Tanjiro, aunque ahora todo tenía un aire tenso. Kanae era mucho más directa con sus sentimientos, aprovechando cualquier momento para estar cerca de Tanjiro. Por su parte, Shinobu parecía más reservada, pero no podía ocultar el hecho de que le dolía ver cómo su hermana intentaba conquistar al chico que ella también amaba.

—Tanjiro, ¿podrías ayudarme con la tarea de química más tarde? —preguntó Kanae, interrumpiendo un momento de calma entre él y Shinobu.

Shinobu miró hacia otro lado, fingiendo desinterés, pero Tanjiro podía notar el pequeño destello de incomodidad en sus ojos.

—Claro, Kanae —respondió Tanjiro, intentando mantener la calma.

A lo lejos, Mitsuri observaba todo con una sonrisa, completamente inconsciente de los conflictos que se desarrollaban. Sin embargo, Rengoku no pudo evitar notar la incomodidad entre sus amigos y, de forma discreta, se acercó a Mitsuri.

—¿Has notado algo raro en el ambiente? —le preguntó, observando de cerca a Tanjiro, Kanae y Shinobu.

Mitsuri asintió, pero su actitud optimista prevalecía. —Solo son cosas del corazón, Rengoku. A veces es difícil, pero todo se solucionará con el tiempo.

Rengoku suspiró, pero asintió, confiando en que Mitsuri tenía razón. Sin embargo, sabía que este tipo de situaciones podrían escalar rápidamente si no se resolvían pronto.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora