Capítulo 16: Entre confesiones y secretos

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Las clases habían terminado y el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, tiñendo el cielo de tonos naranjas y rosados. Tanjiro caminaba en silencio hacia su casa, con la mente revuelta por todo lo que había sucedido ese día. La conversación con Shinobu y Kanae seguía latente en su mente, y aunque había escapado momentáneamente del enfrentamiento, sabía que no podría evitarlo por mucho tiempo.

De repente, un sonido familiar llegó a sus oídos. Era la voz de Zenitsu, quien corría detrás de él.

—¡Tanjiro, espérame! —gritó Zenitsu, llegando a su lado mientras intentaba recuperar el aliento—. Tengo que contarte algo importante.

Tanjiro lo miró con curiosidad. —¿Qué pasa ahora, Zenitsu?

Zenitsu respiró profundamente antes de hablar. —Es sobre Nezuko. No sé cómo decirlo, pero... siento que nuestra relación está empezando a... cambiar.

Tanjiro frunció el ceño, preocupado. —¿Qué quieres decir?

—No lo sé exactamente —dijo Zenitsu, nervioso—. Es solo que... últimamente ella está más distante, y no sé si es por mí o porque... no quiere que nadie descubra lo nuestro. A veces siento que estamos ocultando demasiadas cosas.

Tanjiro se quedó en silencio. Nezuko y Zenitsu habían estado en una relación secreta, y aunque Zenitsu le había confesado sus sentimientos hacía tiempo, Tanjiro aún no había confrontado directamente a su hermana. Pero tal vez era el momento de hacer algo al respecto.

—Quizás deberías hablar con ella directamente —sugirió Tanjiro con calma—. A veces las cosas no se resuelven hasta que lo hablamos con sinceridad.

Zenitsu asintió, aunque todavía parecía preocupado. —Tienes razón... pero me da miedo que si se lo digo, todo se complique aún más.

Antes de que pudieran continuar, la figura alta y confiada de Tengen Uzui apareció frente a ellos, con su característico porte despreocupado. El profesor siempre parecía saber más de lo que mostraba, y su presencia allí no era casualidad.

—Chicos, ¿están bien? —preguntó Tengen, cruzándose de brazos mientras les lanzaba una mirada inquisitiva.

Tanjiro sintió un ligero nerviosismo, pero Zenitsu pareció estar aún más inquieto. Era claro que la presencia de Tengen les ponía nerviosos.

—Sí, sensei, solo estábamos charlando —respondió Tanjiro, intentando sonar relajado.

Tengen los observó por un momento antes de esbozar una sonrisa juguetona. —¿Seguro? A veces parece que ustedes dos ocultan algo... interesante.

Zenitsu se quedó pálido y balbuceó algo ininteligible, mientras Tanjiro intentaba mantener la calma. ¿Cuánto sabía realmente Tengen? Su instinto les decía que el profesor estaba al tanto de algo, pero no estaba seguro de cuánto.

—Bueno, si necesitan algún consejo, ya saben que soy el mejor amigo para ayudar en estas situaciones románticas —añadió Tengen, guiñándoles un ojo antes de alejarse con su característica confianza.

Cuando Tengen desapareció por el pasillo, Zenitsu soltó un largo suspiro de alivio. —Ese hombre... sabe demasiado.

Tanjiro sonrió levemente, aunque en el fondo también compartía la misma inquietud. ¿Podrían mantener el secreto por mucho tiempo? El tiempo lo diría, pero mientras tanto, debía resolver sus propios dilemas con las hermanas Kochou.

En otra parte de la escuela, Shinobu caminaba sola por los jardines, pensativa. La conversación con Tanjiro la había dejado con muchas dudas, pero estaba decidida a no forzarlo a tomar una decisión precipitada. Sabía que su hermana también tenía sentimientos por él, y eso complicaba aún más las cosas.

—¿Estás bien, Shinobu? —la voz suave de Kanae la sacó de sus pensamientos.

Shinobu se giró y vio a su hermana acercándose con una expresión preocupada.

—Solo pensaba en todo lo que ha pasado últimamente —respondió Shinobu, intentando sonar despreocupada.

Kanae la miró con seriedad. —Sé que ambas estamos en una situación complicada, pero no quiero que esto afecte nuestra relación. Eres mi hermana, y siempre serás lo más importante para mí.

Shinobu sonrió, aunque en el fondo sentía que ese equilibrio era cada vez más difícil de mantener. El amor que ambas sentían por Tanjiro estaba empezando a causar una grieta entre ellas, y aunque ninguna quería admitirlo, sabían que eventualmente algo tendría que cambiar.

—No te preocupes, Kanae —dijo Shinobu con su típica calma—. Pase lo que pase, siempre seremos hermanas.

Kanae asintió, aunque la duda aún permanecía en sus ojos. Ambas sabían que la verdadera prueba aún estaba por venir.

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Corazones entrelazados: Amores y conflictos en la Escuela KimetsuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora