Death Note New Beginning

Capitulo 38

No pasaron más de unos días desde la última conversación cuando Jude, quien había mantenido un silencio inquietante durante gran parte del tiempo, finalmente decidió reunirse con Andre. Sentía que había algo más, algo que necesitaba entender antes de continuar

Se encontraron en una esquina oscura de la ciudad, lejos de miradas indiscretas. Andre estaba inquieto, su expresión revelaba que también había estado reflexionando sobre lo ocurrido.

—¿Qué quieres? —preguntó Andre, con su voz grave y entrecortada.

Jude, sin rodeos, fue directo al grano.

—Todo lo que ha pasado últimamente... ¿Qué se supone que haremos ahora? —preguntó, cruzando los brazos, exigiendo respuestas.

Andre suspiró, mirando hacia el horizonte, evitando el contacto visual.

—No lo sé... No lo sé, todos estamos igual... No sé cuál es nuestro siguiente paso ahora. Tal vez solo hacer lo que hemos estado haciendo desde el principio... o... hacer lo que dijo... —murmuró, perdiendo el hilo de sus pensamientos.

Jude levantó una ceja, intrigado.

—¿Qué dijiste? Espera, ¿quién lo dijo? —preguntó, acercándose un paso más.

Andre guardó silencio por unos segundos, pero la presión lo hizo vacilar.

—Tu compañero... El que yo, Alice, Trevor y Josh... nos deshicimos de él.

Jude frunció el ceño.

—¿Qué dijo exactamente?.

Andre, incómodo, miró hacia su moto. Era evidente que no quería continuar la conversación.

—Dijo... que por qué hacíamos esto. Si lo hacemos para cambiar el mundo o... solo por seguir a...

—¿Seguir a quién, Andre? —exigió Jude, apretando los puños.

Pero Andre ya había decidido que era momento de marcharse. Subió rápidamente a su moto.

—Lo siento —murmuró antes de arrancar.

—¡Espera! ¿Cómo que tienes que irte? —gritó Jude, pero Andre ya se alejaba, el rugido de la moto ahogando sus palabras.

Mientras veía a Andre desaparecer en la distancia, Jude susurró para sí mismo:

—¿Seguir a quién...?

John en el trabajo...

Mientras tanto, en su consultorio, John estaba sentado frente a un paciente, pero su mente estaba en otro lugar. Las palabras que resonaban en su cabeza eran más profundas que las simples quejas que su paciente le relataba.

—Y no sé qué hacer... Yo... Ah, ¿doctor? —preguntó el paciente, notando la distracción en los ojos de John.

John sacudió la cabeza, regresando al presente.

—Perdón... Ya sé cuál es el problema —dijo, tomando una postura más profesional.

—¿Ah, sí? —preguntó el paciente, desconcertado.

John lo miró fijamente.

—Mire, los problemas que usted presenta son muy... —hizo una pausa, como si escogiera las palabras con cuidado—... Son muy fáciles de resolver. Pero hay una limitante.

El paciente inclinó la cabeza.

—¿Cuál es esa limitante?

John esbozó una leve sonrisa.