Capitulo 58

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En la casa de Alice, el silencio de la noche envolvía el lugar. La luz tenue de la luna se colaba por la ventana, proyectando sombras suaves en las paredes. Arma, ella que vigilaba a Trevor, observaba cómo este dormía, su respiración rítmica y profunda llenando la habitación.

Midora apareció a su lado, como una sombra emergiendo de la oscuridad.

—Arma... ¿Qué haces? —preguntó Midora, su voz apenas un susurro.

Arma mantuvo su mirada fija en Trevor antes de responder.

—Dime algo, Midora —dijo, su tono meditativo.

—¿Qué? —respondió ella, curiosa por la dirección de la conversación.

—Si tuvieras que sacrificarte para salvar a Alice, ¿lo harías?

Midora quedó en silencio, evaluando la pregunta. Sabía que, en el fondo, los shinigamis no estaban hechos para salvar vidas, sino para consumirlas. Sin embargo, algo había cambiado en ellos al observar de cerca las vidas humanas.

—¿Le va a pasar algo a Trevor? —preguntó Midora, consciente de que la conversación no era casual.

—Tal vez... —admitió Arma, evitando el contacto visual—.

—El problema es que, a diferencia de ti, yo he extendido mi vida considerablemente... No como tú.—respondio algo pesimista Midora.

El silencio volvió a caer sobre ambos shinigamis. Arma sabía lo que implicaba su extensión de vida, las almas que había reclamado. Pero eso no significaba que hubiera dejado de desarrollar cierto... apego.

—Pero, ¿lo harías? —insistió Arma, su mirada todavía fija en Trevor.

Midora asintió después de unos segundos.

—Sí... lo haría. Pero esto también tiene que ver con Kinddara, ¿no?

Arma cerró los ojos, sabiendo que Midora tenía razón.

—Creo que está planeando algo...

En la base de operaciones, Naomi entró en la habitación donde Near la esperaba, sentado como siempre, comiendo dulces 
y en profunda reflexión.

—¿Querías verme? —preguntó Naomi, con una mezcla de curiosidad y preocupación.

Near levantó la mirada, su expresión insondable.

—Sí...

—¿Por qué? —preguntó ella, acercándose lentamente.

Near titubeó por un momento, pero antes de que pudiera responder, Naomi lo abrazó con suavidad. Near, sorprendido, permaneció inmóvil por un instante.

—Si quieres que venga a verte, solo tienes que decírmelo —dijo ella, con una sonrisa afectuosa.

Near, aunque todavía no se atrevía a decir algo, pareció relajarse un poco.

—Sí... Bueno, la razón por la que te llamé es porque quiero que vayas a ver algo —explicó, volviendo a su tono habitual.

—¿Qué es? —preguntó Naomi, curiosa.

—Últimamente he estado encontrando notas... notas que yo no he escrito.

—¿Notas sobre algún compañero de KIRA? —preguntó Naomi, alarmada.

Near asintió lentamente.

—Sí... Nadie más que tú lo sabe. Lo extraño es que, aunque revisé las cámaras de seguridad y no hay señales de que alguien haya puesto esas notas, tampoco tienen huellas dactilares.

Naomi frunció el ceño.

—Eso es... inquietante. ¿Tienes la dirección que indican las notas?

—Sí, aquí está —dijo Near, entregándole una pequeña hoja con una dirección escrita.

—Bien, iré a investigar —respondió Naomi, guardando la hoja.

Cuando se dio la vuelta para irse, Near la detuvo.

—Naomi, espera.

—¿Sí?

—Solo... ten cuidado.

Naomi le sonrió, tranquila.

—Lo tendré —dijo antes de salir de la habitación.

Una vez que se quedó solo, Near suspiró profundamente, con una extraña sensación de incertidumbre. Presionó un botón en su comunicador.

—Marshall —dijo con voz firme.

Jude respondió casi al instante.

—¿Sí?

—Llama a todos. Tendremos una reunión ahora mismo.

—Entendido —respondió Jude.

Mientras tanto, en un lugar apartado, Kinddara se encontró con Arma. La oscuridad entre ellos parecía aún más densa, cargada de tensiones no resueltas.

—¿Querías verme? Aquí me tienes. ¿Y qué? —dijo Kinddara, cruzándose de brazos, desafiante.

Arma la miró en silencio durante unos segundos antes de hablar.

—Estás planeando algo para deshacerte de John, ¿no?

Kinddara entornó los ojos, pero no dijo nada al principio.

—¿Y por qué lo preguntas? —respondió finalmente, su voz cargada de desdén.

—Sé que quieres involucrar a Trevor en esto... No lo hagas —advirtió Arma, su tono más serio de lo habitual.

—¿Y si lo hago qué? —replicó Kinddara, con un brillo peligroso en los ojos.

Arma la observó detenidamente, como si tratara de encontrar alguna señal de duda en ella.

—¿Qué tiene que ver Trevor con todo esto? —preguntó, aunque ya sospechaba la respuesta.

—Si te lo digo, sé que se lo dirás a Stephanie... —respondió Kinddara con una sonrisa amarga.

Arma suspiró.

—Si quieres deshacerte de John, solo escribe su nombre en tu libreta. No debería ser tan difícil.

Kinddara apretó los puños.

—Si lo hago, Stephanie se dará cuenta... —admitió, finalmente exponiendo sus preocupaciones.

Arma, sabiendo que la discusión no llegaría a nada, se dio la vuelta para irse, pero antes de hacerlo, lanzó una última advertencia.

—Stephanie de todos modos se dará cuenta de que quieres acabar con John. Y cuando llegue ese día, todo se te va a derrumbar —dijo, antes de desaparecer en la oscuridad.

Kinddara se quedó sola, su mente ardiendo con pensamientos oscuros y deseos de venganza. Mientras miraba hacia el cielo, sus ojos brillaron con furia contenida.

—No me importa lo que tenga que hacer... —pensó—. Si Trevor tiene que caer también, que así sea. John, acabaré contigo... y Stephanie será mía, feliz y libre de tu sombra.

Continuará...

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