Nota: reproducir la música mientras leen y ... buen provecho 😈
Narra Alessandro
Se encerró en el baño, y el sonido del agua llenó el silencio de la habitación. Traté de distraerme, de no pensar en ella bajo el agua, en lo que habíamos compartido antes. Pero mi mente traicionera volvió a esos momentos. Mi cuerpo comenzó a responder a esos recuerdos, y maldije por lo bajo.
Para calmarme, llamé al servicio de habitaciones. Pedí algo ligero para comer, esperando que eso me ayudara a concentrarme en cualquier cosa menos en ella.
Cuando llegó la comida, fui a abrir la puerta. Mientras despachaba al personal, cerré la puerta, me voltee para volver... entonces la vi.
Juliana salió del baño envuelta en una toalla ridículamente pequeña, que apenas cubría su cuerpo. El aire se escapó de mis pulmones. Mis ojos la recorrieron antes de que pudiera evitarlo. Su cabello mojado caía sobre sus hombros, gotas de agua deslizándose por su piel. Era la visión más tentadora que había visto en mi vida.
Ella intentó taparse con una almohada, pero en el proceso, la toalla cayó al suelo, dejando su desnudez cubierta solo por esa almohada inútil.
—¡Maldición! —murmuró, intentando explicarse—. Olvidé mi ropa. No pensé que estuvieras aquí al no escuchar ruido supuse que saliste y...
Mi voz salió más grave de lo que esperaba, cargada de algo que no podía esconder.
—Está bien, leoncita.
—No me llames así —dijo con nerviosismo, apretando la almohada contra su cuerpo.
Mis piernas se movieron solas. Me acerqué a ella lentamente, sintiendo cómo mi control se desmoronaba con cada paso. Cuando estuve frente a ella, llevé mi mano a la almohada y la quité con suavidad, sin apartar la mirada de sus ojos.
Ella no intentó detenerme. Dejó que la almohada cayera al suelo, y allí estaba, completamente expuesta ante mí. Mi respiración era un caos, y la suya también.
—Eres perfecta... —susurré, antes de inclinarme y capturar sus labios en un beso que llevaba semanas reprimiendo.
Fue un beso cargado de necesidad, de emociones que no podía contener. Sentí cómo ella intentaba resistirse al principio, pero luego, como un dique roto, se rindió. Sus brazos se aferraron a mi cuello, y la atraje más hacia mí, como si necesitara fundirme con ella.
Cuando nos separamos para tomar aire, junté mi frente con la suya.
—Juliana... por favor. Perdóname. Déjame demostrarte cuánto lamento lo que hice. No quiero dar un paso más sin saber que tengo una oportunidad contigo.
Sus ojos brillaban, pero no con lágrimas. Había algo más, algo que me daba esperanza.
—Está bien, Alessandro. Una oportunidad. Pero no habrá más si vuelves a lastimarme.
Sus palabras eran tanto una advertencia como una promesa, y lo supe: jamás volvería a fallarle.
Ella atacó mis labios de nuevo. Correspondí con hambre y desesperación. Llegamos al mueble donde supuestamente yo iba a dormir. Me senté y la coloqué a horcajadas encima de mí. Ella comenzó a desabotonar mi camisa con desesperación, arrancando los últimos botones y sacándola rápidamente. Sus manos se deslizaron por mi pecho, y sentí cómo su toque me quemaba. Bajaron hasta mi abdomen, lo tocaron y rasguñaron con sus delicadas manos. Luego subieron hasta mi cuello y volvieron a dirigir mis labios a los suyos. Esta vez era ella quien tenía el control, y yo solo me dejé llevar. Sus labios atraparon los míos, y nuestras lenguas se sincronizaron como si estuvieran hechas para danzar juntas.
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Amor a la Juliana
RomanceCuando Juliana Ferrer, una chef con un talento nato y una lengua afilada, entra a trabajar en el prestigioso restaurante de Alessandro Fieri, el chef italiano conocido por su carácter indomable y una sonrisa que derrite corazones, jamás imagina la r...