III: Decadencia

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Más de 6 meses después.

Me despierto a las siete para ir a Norton College, cómo todos los días. Y como todos los días mi cama me reclama cómo suya y no quiero levantarme. El que sea un instituto prestigioso de Stelrose no quiere decir que valga lo suficiente cómo para sacarme de aquí en los próximos cinco minutos. Odio levantarme por las mañanas para tener que acudir a seis horas de infierno. Todo el mundo odia madrugar. Y al que le guste dormir poco y levantarse antes de que salga el sol, está loco.

Sin ánimo de ofender, pero hay que estar perturbado.

Estoy acabando mi último año antes de ser libre, en lo que a exámenes y acudir a clase se refiere, lo que hace que las horas pasen más rápidas, pero a la vez más pesadas. Puede que esto no albergue sentido alguno y soy consciente de ello. Este año está siendo exactamente igual a los anteriores, me esperaba algo distinto. Algo cómo fiestas, alcohol y sexo, lo que todo adolescente busca antes de ser adulto y comenzar a tener responsabilidades. Pero en vez de eso está siendo algo cómo: deberes, estudio y muchos exámenes; demasiados exámenes para mi gusto. Mi madre quiere que haga una carrera este mismo año ya que ella empezó su carrera a muy temprana edad, pero yo creo que, después de quince años de estudio, me merezco un descanso, un poco de relax.

Sin clases...suena tan bien. Tan relajante, apacible...

Suena tan bien que no puede ser real y mi irritante despertador vuelve a sonar con su horrible y estruendosa melodía por segunda vez y caigo de las nubes: Tengo que arreglarme o llegaré tarde a Química. Y es una de las pocas asignaturas que me gustan y la razón por la que me voy a levantar.

Mis pies tocan el suelo, el frío suelo. El malditamente frío suelo.

¿Dónde están mis zapatillas? No sé cómo hago para perderlas siempre, creo que he batido un récord. Deberían darme un premio por ello, o no, a lo mejor lo pierdo junto con las zapatillas.

Echo un vistazo a toda la habitación examinándola con vista de halcón.

Ah, ahí están. Zapatillas malditas. Parecen la muñeca Annabelle, cambiándose siempre de sitio.

¿Que hacen sobre mi escritorio? Porque unas zapatillas pueden estar en el suelo, en el baño, en el armario; pero no se que pintan sobre mi escritorio. Siempre aparecen mis cosas en sitios que no recordaba haberlas dejado.

Supongo que será uno de esos sucesos extraños e inexplicables a los que la gente denomina misterios de la vida.

Las cojo y las coloco en mis pies. Camino cómo si estuviera medio muerta hacia el baño, a esta hora siempre soy medio zombie. Me quito mi pijama a rayas y la ropa interior y la echo en la cesta de la colada. Me miro en el espejo y mi reflejo aún me da miedo. Han pasado seis meses y la marca de mi clavícula todavía no se ha ido. Y el recuerdo de aquella noche tampoco. La idea de que no volvería a ver a Sam me acompañaba en sueños por la noche.

Ahora que el agua de la ducha ya está caliente me meto bajo la pequeña alcachofa improvisada que mi vecino alias el manitas del barrio ha construido, resulta que es familiar mío.

Dios mío, necesito dormir más. Me estoy quedando dormida aquí mismo.

Me enjabono y luego me aclaro, el jabón se pierde por el desagüe. Salgo de la ducha y me seco con una toalla rosa. Todas las toallas de esta casa son rosas o azules. Y algunas, de ambos colores. El apego por la rutina lo heredé de mis madre, la rutina es equilibrio. Y la habilidad del equilibrio es la que nos sostiene para que no nos derrumbemos y quedemos hechos ruinas.

La verdad es que, respecto a la rutina, somos algo diferentes:

Mi madre y mi hermano son más de nada de emociones o nuevas aventuras y yo más de probar cosas nuevas. Mi madre ha afianzado la relación con su novio, se han prometido. Aún así no tiene pinta de que vayan a casarse este año o el siguiente. Es cirujano y trabajaba mucho. Hace unos meses le diagnosticaron que tenía dos vértebras algo mal, ahora tiene una jornada reducida. Han venido a verme estos meses y he tenido oportunidad de conocerle mejor. Se llevan bien y mi hermano se va de compras, a jugar al fútbol y de todo con él. Este mes aún no han venido, espero que venga la novia de mi hermano, es la única que me da fuerzas para soportarlo.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora