XXXVIII: Hierro forjado

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-No debiste acostarte con ella de nuevo-dice descendiendo un par de escalones-Erik Drakul está en tu despacho, quiere hablar contigo.

Aiden asiente y se separa de mi. Sube las escaleras hasta que lo veo desaparecer en el piso de arriba. Matthew baja las escaleras y me acompaña hasta la sala de estar. Su cercanía siempre me reconforta, incluso más que la de su hermano. Se sirve un vaso de agua. No es un buen momento, pero quería decirte-comienza a hablar mientras deja de lado el vaso de agua y lo cambia por una copa que llena con algún licor oscuro-Que a pesar de que no has terminado el año escolar, la junta ha decidido darte el título.

Lo miro con una ceja alzada. Casi se me escapa una carcajada.

-Querrás decir que has manipulado a toda la junta escolar para que acceda a darme el título.

No lo niega, tan solo lleva el vaso a sus labios. Decido sentarme en el sofá y encender la televisión. En las noticias sale el incidente com el drogadicto en la peluquería local. Se nota que los que llevan el pequeño canal del pueblo son las madres cotillas de mis compañeros. Esos no se pierden ni una. Me alegro de que no mencionen nuestros nombres. Eso quiere decir que los trucos de Aiden funcionan bien.

-Un rastreador.

Lo miro fijamente y le pido que se explique.

-No es un drogadicto-afirma al ver las imágines de lo sucedido-Fíjate en su complexión. Es alto y fuerte y sus facciones están bien definidas, es hasta atractivo. No se le ve ni cansado ni aturdido. Además, le falta el meñique de una mano y ya se quien es. Bueno, era, ahora está bastante muerto. Debo suponer que Aiden y tú estuvisteis ahí. El consejo solo mandaría un rastreador a por ti y tienes el pelo precioso. Ese era John Lid, rastreador del consejo, de los de la élite. Lo conocía, perdió el dedo en una pelea dentro de la casa Drakul. Le faltó el respeto a la máxima autoridad dentro de esa casa, no es una buena idea. Nadie pestañea más de la cuenta delante de él.

-Ahora John está muerto-digo mirando al suelo.

Matthew se sienta en el sofá. Tiene la botella en una mano y el vaso en la otra.

-Esa información no ha salido en las noticias-advierte-Solo se dice que han detenido a un hombre que se encontraba inconsciente tras haber atacado a dos mujeres dentro de una peluquería. Pero casi veo la situación en mi cabeza. Tú en peligro y Aiden salvándote. Lo ha matado, estoy seguro. Tú no lo harías.

-Aiden lo mató.

Me quedo callada tras decir eso. El vampiro de mayor edad de los Rousseau me observa sin disimulo. No se que espera que haga puesto que ni yo misma se que hacer. Me siento aturdida.

-Erik está cabreado-dice intentando desviar el tema de conversación-Por lo que sucedió en el hospital. Viktor quería venir en persona para quemar la casa y echarla abajo, pero Erik le pidió venir él. Los Drakul son muy peligrosos y poderosos, mis hermanos no devieron comportarse así con ellos.

Asiento, no se que decir. Me quedo en mis pensamientos durante un rato. No se escucha ningún ruido proveniente del piso de arriba.

-Eres muy tranquilo-le digo a Matthew.

-No veo la necesidad de alterarse. Además, se perfectamente como acabará esto-dice rellenando su vaso-Los Drakul siempre consiguen lo que quieren. Mi hermano está intentando quedarse con algo que no le pertenece. Quiere quedarse contigo porque le haces sentir emociones humanas. La realidad es que no podéis estar juntos, y él no lo entiende.

Asiento y le arrebato el vaso. Me lo bebo todo de golpe. No es sangre, es whisky. Y del caro. Este Rousseu es muy coherente. Se que tiene razón. Uno de los rastreadores de consejo casi hace que me exploten lo ojos por la presión de sus manos en mi cuello. Está claro que no quieren que esté aquí. Soy consciente de mi inestabilidad y que podría estallar, ellos quieren tenerme cerca y controlada.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora