VIII: Puedo escuchar tu corazón

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Apenas he tocado alguna canción en años. Mi vecino me enseñaba canciones de pequeña. Cuándo se enamoró de Irina, una hermosa mujer rusa, se fue y no lo volví a ver. Él nos mandó postales durante un tiempo pero para mí no era suficiente. Era un adulto, pero era mi vecino favorito y cuándo nos dejó, yo dejé de tocar el piano. Cuando volvió, con su mujer y su recién nacida, fue maravilloso. Volví a tocar algo el piano cuando iba a su casa y también en la escuela. La felicidad no duró mucho, Irina se llevó a la pequeña cuando cumplió tres años y mi vecino Tom desapareció.

-Lo sé, puedo escuchar tu corazón latir desde aquí-dice con una sonrisa. Exagerado...

Es obvio que ni aunque latiera a doscientos por hora se oiría. Y él no tiene un oído tan desarrollado, tan sólo quiere meterme miedo. Aunque no lo va a conseguir, no va a hacerme pasar un mal rato. Corrección: no me va a hacer pasar aún más mal rato.

-¿Que quieres de mí?-le pregunto.

Estoy tan harta de él, es un maldito loco. Me ataca y luego tan amigos, cómo si nos conocieramos de toda la vida. No tiene ningún derecho a estar aquí, vigilandome.

-Depende de a que te refieras-dice desenfadado.

Ojea unos papeles encima de su mesa y los firma. Luego los sella con el símbolo del Instituto y los mete en un sobre amarillo. Lo cierra y lo guarda en uno de sus cajones con llave. Se mete la llave en el bolsillo de su chaqueta.

-Dijiste en tu carta que sería un trato-comienzo y tomo un poco más aire aparte del que mis pulmones ya albergaban-Aunque hicieras trampas, yo te debo algo.

Me morí de miedo con las palabras que me escribió. Tenía fé de no volver a encontrarmelo nunca. En mi vida jamás había puesto tanta esperanza en que alguien desapareciera.

-Eres demasiado impaciente-me dice con el semblante serio. Me habla como a una niña- Cuándo llegue el momento lo sabrás.

Se acomoda un poco los rizos de su pelo, no tiene muchos son más más bien ondas. Es muy oscuro y sus ojos resaltan junto a ese pelo color carbón.

-Tengo otra pregunta-le manifiesto.

-Adelante-me concede el permiso.

Se cree que le estaba pidiendo pidiendo permiso. Sólo le informaba de que todavía no estaba saciada de información.

-Por favor que esto no aumente tu ego. No se me olvida que me amenazaste indirectamente con dejar morir a mis amigos-digo un un toque de rencor.

-Suéltalo ya-ordena, parece saber que voy a decir.

Cruza sus brazos y se ven aún más grandes. Me pone nerviosa que se mueva, estamos solos y podría intentar hacerme daño. Quiere hacerme daño, ya lo ha hecho.

-¿Por qué me siento atraída hacia ti?-vale que tiene cuerpo envidiable, pero la atracción no está justificada dada la situación. El ríe, no sé por qué pero lo hace-No te rías.

-No puedo contestarte a eso. No todavía-me explica-Aunque podemos decir que soy la oscuridad y que la oscuridad tiene ese toque de misterio que te atrae, siempre te ha atraído.
¿Quieres dejarte influir por la oscuridad, Jane?

Me estremezco. Su voz se mete en mi cabeza y revuelve todo por dentro.

-¿Vas a matarme?-pregunto y mi labio inferior tiembla levemente.

Se toma todo a broma, como si se estuviese riendo de mí. A mi no me causa ni una pizca de gracia, es un maldito acosador. Un psicópata que me vigila y persigue a mis amigos. Sabe todo de mi, sabe lo que haré, sabe como pienso.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora