Dos personas entran en la habitación, Amanda y Lucy. Siempre les digo que llamen a la puerta, pero veo que las cosas no cambian. Mi hermano entra por la puerta y los ojos se le salen de la órbita.
—Iba a decir sorpresa, pero creo que es más que obvio que no esperabas mi visita—dice mi hermano moviendo sus manos nervioso. No sabe si reir o llorar—Mejor voy abajo antes de que a mamá se le ocurra subir y te encuentre así.
Se disculpa y sale de la habitación. Aiden y yo nos miramos mientras mis amigas también me miran. Están de brazos cruzados, Amanda tiene una ceja alzada.
—Puedo decir que no me lo esperaba pero—dice entre risas. Es como si verdaderamente esto no le importara. No lo entiendo—Estaría mintiendo. Por cierto, te sangra la nariz.
Me llevo las manos a la cara y noto que efectivamente me sangra la nariz. Cojo un papel y me seco la nariz. Lucy está mirándome fijamente aunque alterna su mirada entre mi cara y los abdominales de Aiden. Es un hombre atractivo, eso es innegable.
—Te advertí Jane, te dije que no te dejaras llevar por una cara bonita—dice Amanda llevándose las manos a la cara frustrada. Sabía que esto no podría estar tomándoselo bien. Es lo lógico—¡No entiendes nada! Sabes que Sam no es de las personas que yo más apreciaba, pero no se merecía acabar en el hospital. Me pongo en tu situación y te juro que no te comprendo. Tienes delante al hombre que te quitó toda tu seguridad y tu confianza en el mundo, justo ahí. Y en vez de gritarle que lo odias a muerte o intentar matarlo, se está metiendo entre tus piernas. Con todo esto tan solo estás consiguiendo lo que querías—dice mirando fría a Aiden—Llevártela contigo. Si no tuviera este extraño impedimento en la cabeza que me imposibilita ir a ls policía, ya estarías entre rejas.
Me quedo de piedra. No es de laa que le toma importancia los asuntos ajenos, pero esto le ha tocado de cerca. Sé que sólo quiere lo mejor para mí y todo lo que ha dicho tiene sentido, me protegería hasta la muerte. Pero no puedo evitar sentirme atraída por este hombre, cuando está cerca lo necesito pegado a mí. Juego con un mechón de pelo, se ve entre rubio y rosa. No puedo mirar a ninguno de los dos a la cara. Ambos me aterran, ella por que está perdiendo el control, él porque si lo pierde la matará.
—Bajaré en unos minutos—le digo-Está aquí porque tuve una recaída, ayer casi acaban mal las cosas.
-Deberíamos haber estado nosotras aquí, no él-escupe cada palabra con odio hacia el hombre frente a ella- Todo es su culpa, que no se te olvide
Sabe que lo que estoy haciendo está mal y no dejará que me salga con la mía tan fácilmente. Me apoyo en mi escritorio con la mirada perdida. Aiden está sentando en la cama con tan sólo un boxer puesto y me están dando unas ganas terribles de quitárselo. Es una sensación enferma, repugnante, pero le deseo. Debería ponerme algo de ropa, pero no tengo el valor de caminar hasta el armario. Miro a Aiden, parece cautivarle hasta las costuras de mis sujetadores. Se levanta y camina hacia mí, mi cuerpo se tensa al instante.
—¿Por qué no te vas y escoges a cualquier otra?—pregunto sin dejar de mirarle ni un segundo—Hay millones de chicas muchísimo más atractivas que yo que estarían encantadas de que les dieras todo tú...amor.
Él no puede dar amor, lo sé. Un animal no hace el amor y estoy segura de que él tampoco. Él sonríe de lado, casi sarcásticamente. Me duele tanto la cabeza que no sé si quiero seguir con esto y empezar a discutir. Aiden es un hueso duro de roer y no estoy segura de tener la paciencia necesaria para aguantar sus argumentos.
—¿No lo entiendes?—dice sonriente y me da la vuelta. Me agarra del pelo y dobla mi cuerpo de forma que mi pecho y mi cara tocan la madera del escritorio. Pega sus caderas de forma que noto su masculinidad abultada en mi delicado trasero—Solo tu me la pones así.
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Lazos de Sangre(+16)
VampirosUn mundo oculto entre las sombras, acechando desde la oscuridad. Una traición, una equivocación que comenzaba siglos atrás. Una mujer dió a luz a una niña de pelo reluciente cómo el sol y ojos mas brillantes que la luna, ella desconocía la existenc...