V: Sin temor

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No sé en qué momento terminé embarrada desde los pies hasta las rodillas. En qué momento mis mejillas fueron cubiertas por lágrimas. O en qué momento perdí la noción del tiempo. Me considero una de esas personas que no sabe nada y a la vez lo sabe todo, es el arte de crearte incertidumbre a ti mismo. Al igual que con aquella lechuza de blanco plumaje, ahora me siento fuera de lugar. Me levanto del camino de tierra que lleva a mi casa y a mi mente viene el rostro compungido de la señora Houdson, ni siquiera me importa lo sucia que estoy. Da igual lo sucia que me vea por fuera, me siento aún más sucia por dentro. Yo no puedo hacer nada en todo esto y es lo que más rabia me da, la impotencia. Sólo queda esperar o que se produzca un milagro y dos de mis mejores amigos lleguen sanos y salvos a casa. La idea de que regresen se desvanece a cada segundo instante que pasa, es como si cada célula de mi cuerpo mr estuviera gritando lo idiota que soy por creer que esto va a salir bien. La esperanza de volver a verlos casi desaparece cuando llego a la puerta de la casa color cereza o la Cherry House como la llamamos nosotras. Es la única casa de color llamativo del barrio, aunque tampoco hay muchas. Siempre me alegra verla, sentirme a gusto en casa, pero no hoy. En estos momentos querría correr hacia el bosque de la mina y buscar detrás de cada árbol. Quiero andar y buscarlos hasta no poder caminar un paso más. Lo peor es la policía, no deja que nadie pase. Lo peor de todo es que mañana al mediodía terminan de registrar la parte accesible del bosque y finalizan las búsquedas. La otra parte es una propiedad privada en la que se supone que no han podido entrar y en la que hay lobos, todos los del pueblo al parecer saben que no se debe entrar porque hay lobos. La puerta de casa está abierta. Entro y mis amigas me miran esperando alguna reacción por mi parte pero yo sólo sigo mi camino escaleras arriba y me encierro en mi habitación, las escucho susurrar sobre qué será lo que me ha pasado en las piernas. Pienso otra vez en ellos, sus rostros atormentan mi pensamiento y me parece increíble que ayer viera sus sonrisas y en el futuro, ya no las vaya a ver más. Es doloroso pensar que aunque siguieran vivos con las lluvias hayan muerto por hipotermia o que estén al borde de la muerte en este momento. Las lluvias son muy crueles aquí, granizo, heladas. Nevó unas cuantas veces en enero. Los equipos de rescate han salido hace horas a buscarlos pero, el bosque es muy grande y con esta lluvia, es casi imposible realizar una búsqueda y rescate con éxito. La policía no me ha dejado ayudar y se han reído en mi cara cuando les he dicho que los habían secuestrado por mi culpa. Me han hecho sentir estúpida e inútil. Cierro los ojos e intento pensar en que todo saldrá bien, lo intento. Me recuesto sobre mi cómoda cama de matrimonio y descanso la cabeza sobre una de mis mullidas almohadas. Cuento las marcas del techo, cada una cuatro o cinco veces.

Perdí la cuenta hace tiempo ya. Puede que haya alguna que no haya contado o alguna que haya contado de más. Lo verdaderamente importante es que entre una cosa y otra, me quedo dormida. Sé que estoy soñando, pero todo parece muy real. Samantha y Ryan corren a toda prisa, todo está borroso. Llueve y Ryan se tropieza con una rama, se cae en un charco. Ambos gritan pidiendo ayuda y de repente paran. Caminan tranquilos y de la mano, siguen a una sombra. Ryan sigue empapado, pero parece que no le importa. Son ellos, pero parece que no tienen voluntad. Quiero tocarlos, llevarlos a casa. No puedo moverme, todo parece tan real ahora. Sus caras no tienen casi color por el frío, quiero ayudarlos. La sombra no hace nada, solo camina.

Un escalofrío recorre mi cuerpo de pies a cabeza y me despierto. Quería tocarles, llevarlos a un sitio seguro. La sensación de sentirme claramente observada me perturba así que abro los ojos y enciendo la luz de mi mesilla. Nada. La habitación está completamente vacía. Puerta que da al pasillo cerrada. Puerta del baño cerrada. Ventana abierta. Armario cerrado.

Espera un momento...

¿Ventana abierta?

¿Con lo friolera que soy? Já! Esa ventana siempre está cerrada. Me acerco a ella cómo si sólo fueran imaginaciones mías, la cierro y vuelvo a la cama. Un papel me llama la atención, está sobre mi escritorio. No le voy a dar importancia ya que podrían ser los apuntes de Química y además tengo un sueño completamente indescriptible. No quiero que les pase lo mismo que le pasó a Sam, no quiero perderlos.

Lazos de Sangre(+16)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora