meeting him

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Comienzo a bajar las escaleras con los pies descalzos. Aún faltaba una hora para irme y estaba casi lista: mi cabello estaba peinado con ondas, mi maquillaje y mi atuendo puesto. Lo único que me faltaba eran mis zapatos y ¡listo! A pasar una noche de bomba. 

—¡Jaaaames!— exclamo por todo el pasillo, hasta llegar a la habitación de mi hermano donde éste se encontraba jugando videojuegos frente a su pantalla.

—¿Si?— me pregunta, sin prestarme atención. 

—¿Has visto mis tacones negros?— me acerco a él, y éste no contesta por unos segundos por prestarle su total atención al videojuego, bufo— James— me quejo, este me mira de reojo y frunce el ceño.

—¿Cuales de todos?— dice levantando la ceja derecha, en señal de burla. Ruedo los ojos.

—Los más negros que tengo, completos, brillantes, simples, ya sabes...— intento explicarlos, pero me era casi imposible. Él no lo entendería. No tiene la misma pasión por los zapatos que yo. Es como si me explicara uno de videojuegos como: "un juego de guerra donde tienes un equipo y tienen que matar a los malos". Él sabría distinguirlos, yo no.

—Mila no es por nada, pero todos tus "tacones negros", son los mismos.— dice, restándole importancia. Ruedo los ojos por segunda vez y decido irme a mi habitación, cuando su voz me interrumpe—¿Así estarás en la cena de hoy?— me pregunta incrédulo, una vez que pausa su juego y me mira de pies a cabeza. Alzo mis cejas.

Casi olvidaba la cena de mis padres, la cena de "volver al pasado". Básicamente es una cena que planean una vez al año con sus amigos más cercanos de secundaria, preparatoria y universidad. Mis padres adoran esta noche, y realmente yo solo la disfruto porque recibo muchos regalos de los invitados. Mira que tiene sus ventajas ser la hija amable del grupo. Pero esta noche David me espera, y los regalos pueden esperar.

—Me veo mona, ¿no?— pregunto, dándome una vueltecilla para que me mire. James bufa.

—Te puedo ver el culo— suelta. Ruedo los ojos y bajo un poco mi falda—. No entiendo como dicen que somos idénticos, honestamente, yo soy el guapo de la familia. Somos como la coca cola: tú eres como la versión de navidad pero yo soy la edición limitada, ¿sabes? A ti te quieren, pero a mi me desean— este murmura con gracia y yo le enseño mi dedo del medio, ignorando sus chistes sin sentido. Salgo de la habitación y me dirijo a la cocina donde ahí veo perfectamente mis tacones en un rincón. Suspiro de alivio, los tomo y les tiro un besito. Entonces veo a mamá cocinando.

—¿Qué haces?— pregunto, curiosa. Mi madre se exalta, soltando un poco de los pimientos que tenía en sus manos, río y le doy un beso en la mejilla.

—Tremendo susto que me has dado. No te había sentido— dice y suelta una pequeña risita.

—Has brincado como chihuahua— me burlo, ella niega con una sonrisa en su rostro. Entonces, es cuando estoy apunto de irme, que recuerdo que ni siquiera había pedido permiso para la fiesta de esta noche—. Oye, ma. ¿Recuerdas del chico guapo que te conté? ¿David?— pregunto, ella me mira directamente, con gesto picarón.

—¿David? ¿El del equipo de basquetbol?— pregunta, asiento— Obvio lo recuerdo, si es un tipazo, ¿por qué?

—Es que... Fíjate que, casualmente, no lo recordaba, pero hoy tiene una fiesta y me ha invitado — digo y empiezo a pararme de punta, talón, y así consecutivamente. Ella alza sus cejas.

—Mila...

—Por faaaaaa— ruego. Ella me  mira por unos segundos mientras yo hago la cara de cachorro más tierna que puedo. 

—Está bien cariño, pero por favor, no llegues ebria. Sé que estás en edad de tentaciones, pero mis amigos vendrán y sabes que no me gusta pasar vergüenzas— me advierte. Suelto una risita y asiento, agradeciéndole con un beso en la mejilla. 

dulce tentación» h.s [mature] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora