day four: sorry daddy.

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Despierto por una pequeña luz molestosa, puta cortina inservible.

Gruño y comienzo a moverme, por lo que David hace un ruido extraño negándose a soltarme.

—David, la luz me molesta— gruño como una niña pequeña. Él suelta un poco su agarre y me doy la vuelta, colocando mi frente en su pecho.— gracias.

Él sólo mueve un poco la cabeza de arriba a abajo. Dejo unos pequeños besitos en su pecho y me decido dormir.

Después de 20 minutos tratando de dormir, entiendo que ya no podría. Mierda.

—Dav— susurro y él no se mueve— Dav— canturreo y él sigue igual. Bufo y le doy un besito en los labios. Él sigue sin inmutarse, bufo.— no hagas esto difícil bella durmiente— susurro. Comienzo a besar todo su rostro y paro en sus labios, veo como él abre un poco sus labios esperando el beso pero yo no pienso dárselo, río.

—Te faltó algo— dice con su perfecta voz mañanera y con un solo ojo abierto. Yo niego.

—De hecho, no— digo y él rueda los ojos. Se acerca a mi para besarme pero hago mi rostro a un lado— ¿qué hora es?— pregunto y él suspira. Se sienta en la cama y toma su iPhone.

—Once treinta y cuatro—dice y yo asiento—joder, ¿cómo podemos dormir tanto?— me pregunta y yo me encojo en hombros.

—Son vacaciones, David. Relájate— digo y él rueda los ojos, frunzo el ceño

—Sólo bromeaba— dice y yo ruedo los ojos, el alza ambas cejas.

  —Touché.

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Le gusta a lo kinky nasty y aunque sea fancy, se pone cranky si lo hago romantic—comienzo a cantar en voz alta, pero en realidad era difícil—Le gusta el sexo en exceso y en el proceso me pide un beso.

—¡Qué mierdas estas cantando!— grita David desde el baño, yo me encojo en hombros.

—Bárbara dijo que me aprendiera, así que— digo y me siento en la cama— la estoy memorizando.

—¿Para qué mierdas te pediría eso?— me pregunta y yo me encojo en hombros.

—Ella es latina, ¿si sabes eso, cierto?— pregunto y él entre abre la boca— no sabías, claro— digo y él hace una mueca de lado.

—Joder, ¿es mexicana?— me pregunta y niego— ¿entonces?

—No todo Latino-América es México— digo rodando los ojos— es puertorriqueña.

Él asiente y yo río. Es ridículo que se lo haya creído todo. Bárbara ama América, mucho más el sur de este.

—A veces quisiera entrar en tu mente y saber que piensas— me dice y yo alzo una ceja. Si supiera que pienso cada vez que veo su miembro quizás ya no estaríamos juntos.

—Ridículo pensamiento, Dav— respondo, pero en realidad, a mí me encantaría poder hacer eso. Él me abraza por la cintura y yo me recargo sobre él—¿peso mucho?— pregunto y él niega.

—Como la pluma de el ave más pequeña del mundo— me dice y yo río.

—Todas las plumas pesan lo mismo— digo y él se me queda mirando fijamente, ¿qué? Él comienza a negar con su cabeza y se acerca a mí. Me comienza a besar delicadamente, con una de sus manos en mi barbilla y la otra en la cintura me hace descender lentamente hacia el colchón.

—Llevo al rededor de 12 horas sin tocarte y me estoy volviendo loco. Eso es insano, joder— él dice y siento el calor subir por mis mejillas— estupendo momento para sonrojarte, preciosa— me dice y sé a lo que se refiere. Estúpida mente sucia. No puedo evitar mirar hacia abajo y lo hago, dejándome ver su bulto. Trago saliva.

dulce tentación» h.s [mature] EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora