Harry.
Me adentro en el hospital y camino hasta la recepción, preguntando por el paciente George Blumer.
-Piso quince, habitación veinticinco- responde la secretaria y yo asiento. Comienzo a caminar hasta el elevador y presiono el botón número quince. En cuanto llego comienzo a caminar hasta el número veinticinco. En cuanto llego abro la puerta lentamente, entonces me encuentro con un George abrazado de mi Mila. Ambos acostados en la camilla, frunzo el ceño y camino hasta ellos. George tenía sangre en su bata y barbilla y Mila en su camiseta. Un poco de líquido bucal recorría la boca entreabierta de Mila y podría pagar por verla así todo el día. Sentía un poco de celos al verlos así, pero no podía hacer nada al respecto. Me siento en un pequeño sillón y veo las cuentas de la empresa por mi teléfono.
Las ganancias habían incrementado un veinte por ciento desde que renovamos algunas cosas e introducimos pases a lugares turísticos, como Disneyland, los estudios Universal, etcétera por menor precio y en paquetes.
Escucho un pequeño sonido hacerse presente, volteo a ver y era George roncando, frunzo el ceño. ¿Cómo Mila no se ha despertado con ese ronquido? Quizás porque ha vivido con el dos años, idiota.
-Basta- George murmura y frunce el ceño, ahora también habla entre sueños- si, si quiero de tu helado. Anda, dame glotona- gruñe y saca su lengua, río por lo bajo- gracias, Mila. Estuvo delicioso- sonríe y yo borro mi sonrisa. ¿Le acaba de decir glotona a mi Mila? Sacudo mi cabeza, Dios Harry, está dormido.
-Calla George, no me dejas dormir- gruñe mi pequeña con su voz mañanera, sonrío. George la acerca más a ella y besa su frente. Jadeo- hey Harry- saluda y yo frunzo el ceño. Levanta un poco su cabeza y yo sonrío. Ella comienza a separarse lentamente de George, él refunfuña al principio, pero después toma una almohada y la besa. Río. Mila se acerca a mi y besa mi mejilla, miro su camiseta llena de sangre y ella suspira- George vomitó sangre- comenta y yo hago una mueca de lado. Pues todo esto es mi culpa- tranquilo, él ya te ha perdonado- susurra y yo asiento. Quiero besarla y tocarla justo aquí, pero mierda.
-¿Podemos irnos?- pregunto acariciando mis muslos, ella asiente. Se acerca a George y besa su frente antes de caminar hacia la salida. Sigo sus pasos y bajamos del edificio, nos adentramos a mi auto y yo le entrego una rosa que había comprado para ella, pero esta vez era sólo una.
-Dijiste que querías empezar desde cero y creo que en ninguna primera cita se dan las típicas doce rosas, ¿no?- digo, ella inhala el olor de la planta y sonríe.
-Está preciosa- susurra y yo sonrío- gracias- se acerca a mi y besa mi mejilla. Ella comienza a admirarla y yo no me evito sentir ternura al verla- ¿crees que podamos llegar a mi casa por un cambio?- pregunta y yo sacudo mi cabeza, asiento y comienzo a manejar.
La idea que Mila haya dormido junto a un George literalmente desnudo-digo, no hay nada debajo de esa bata- me causaba escalofríos. Ya tenía a Mila y no iba a dejar que nadie me separara de ella. Miro sus piernas de reojo y puedo notar en su mano que ella llevaba puesto el anillo que yo le había obsequiado, el anillo que le volví a dar ayer.
-No vi a Bárbara ni a Sam- dice, yo frunzo el ceño y ella me mira- Sam y Joe contraerán matrimonio- comenta y yo tenso mi mandíbula.
Tú y yo estuviésemos casados si no fuera por la culpa de mi padre.
-Eso es genial- digo y ella asiente, ella comienza a mirar por la ventanilla y no me evitaba verla de reojo. ¿Cómo puede ser una persona tan hermosa y linda?- extrañaba el paisaje verdoso de Holmes Chapel- ríe y yo hago lo mismo. Había mucho silencio, pero un silencio confortable. Digo, prefiero estar en silencio junto con Mila, que con cualquier otra persona. Unos minutos después me estaciono enfrente de la casa de Mila y ella se desabrocha el cinturón de seguridad- ¿vienes o..?
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dulce tentación» h.s [mature] EDITANDO
FanfictionA él le gustaban los juegos, y a mi jugarlos. A él le gustaba jugar conmigo, pero se enojaba cuando jugaba con otros chicos. A él le gustaba mi uniforme, a mi su traje. Él tenía 28, yo 16. Él era mi papi, yo su princesa. Él era mi más grande deseo...