─Falta una hora para año nuevo ─escuchó decir a Elena acomodándose a su lado con una copa de vino tinto que Bruno había llevado. Se veía totalmente espectacular en aquel vestido púrpura de diseñador, un escote revelador y provocativo; una mujer sensual─. ¿Por qué no me hablas de ella?
Bruno tardó en responder. Hablar de ella ¿para qué? aun la amaba, aún la necesitaba, aún la deseaba. Aquella mujer había sido su primer amor...
─¿Quieres que te hable de ella? ─Bruno deshizo el nudo su corbata y la dejó sobre la mesita del centro, odiaba vestir de traje, pero era una noche especial y quería verse distinto, cambiar los tenis por zapatos y la mezclilla por un corte italiano─. No lo sé. Podríamos estar haciendo otras cosas.
─¿Cómo qué? ─dijo ella mientras le guiñaba un ojo sin dejar de sonreír. La belleza que tenía justo enfrente era una de las amigas de su madre y empleada de la empresa de sus padres. Elena, una mujer sin prejuicios y muy atrevida.
─Esa mirada, Elena. Sabes que no me intimida para nada.
─No la uso para intimidarte.
─Eres bella y lo sabes ─acarició sus labios. Eran suaves y carnosos. Regularmente utilizaba aquel labial rojo intenso del que ya se había acostumbrado─, eres el sueño de todo hombre.
─¿Y también el tuyo?
─También. Contigo me siento distinto, somos buenos amigos ¿no?
─Sabes que quiero algo más.
─Un romance ─Bruno dio un sorbo a su copa. El deseaba algo más allá de un simple romance, algo parecido a lo que vivió con aquella gran mujer. Pero sabía que era imposible, amor solo uno.
─Lo piensas demasiado.
─Elena, esto no es lo mío. Yo quiero algo duradero. El romance que tú quieres es solo momentáneo. Solo sexo. No digo que no seas atractiva, pero-
─Tienes miedo. Sarah te contagió con sus prejuicios de la edad. Soy mayor que tú, ella igual lo era ¿y qué? Podemos salir y divertirnos, que nos vea todo el mundo.
─Si accedo a estar contigo voy a salir lastimado. Lo nuestro no tendrá ningún futuro.
─Te prometo que no sufrirás si haces bien las cosas. Eres tan joven y tienes mucho futuro por delante.
─¿Con cuántos has salido? ─no quería incomodarla, pero Elena era una desconocida, solo era ella, una mujer de veintinueve años con la que había salido algunas veces en plan de amigos.
─A qué viene eso...
─No te conozco. Eres amiga de mi madre y trabajas en la empresa, pero solo eso ─sus ojos marrones se clavaron en los suyos un momento.
─He salido con dos o tres, algo mayores que tú.
─¿Y no te has enamorado?
─No. Al igual que a ti, alguna vez me lastimaron. Estuve casada pero solo duró tres años. El amor no existe ¿Tú crees en el amor?
Bruno dudo en responder. Estaba lastimado y la herida aún no había cerrado.
─He experimentado poco, Elena. Solo tengo diecinueve. Tal vez en el estado en el que estoy puedo creer o no creer ─Sarah aún estaba plasmada en lo más profundo de su ser. Allí en un rincón dónde las arterias se unen y la sangre bombea tan fuerte.
─Eres un chico difícil, pero me atraes. Eres diferente, no me comes con la mirada, mejor dicho, no pareces un asqueroso pervertido o acaso estoy tan fea que no sientes deseo.
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A pesar del tiempo ©
Romance«Si tan solo pudieses verme como algo más que un alumno » «Si supieras lo que haces sentir cada vez que te veo» «Es un hecho estoy enamorado de ti, Profesora» Mientras más pasan los días más crece la atracción por aquella mujer. Bruno jamás imaginó...