Parte 64

969 61 5
                                    

Por la mañana le dio de comer a los caballos. El equino de color miel aún tenía la pierna herida, el veterinario dijo que en unos días más estaría como nuevo. Tomó el cepillo y suavemente lo deslizó sobre su pelaje.

─¿Cómo amaneciste?

Volteó para encontrarse con su mirada favorita. Reluciente y enfundada en una sincera sonrisa.

─Ya no me duele mucho. El médico vendrás más tarde ¿qué ocurre? ─ya la conocía lo suficiente como para saber que algo pasaba por aquella cabecita

─Me preguntaba si todo salió bien con tus padres ─se acercó a su lado.

─Ellos saben que este lugar es muy importante para mí ─tenía el cabello suelto, le daba un imagen libre y sencilla─. Creo que a cierta persona se le olvidó contarme qué tal le fue con mi mamá.

─Bu-bueno, no hay nada que decir.

─Me gusta cuando te sonrojas.

─Es algo que no puedo evitar me gustas Bruno.

─Casualmente usted también me gusta ─aspiró su cabello y la apego a su cuerpo.

─Te amo. Te amo ─volvió a repetir─. Hemos pasado por tanto para estar aquí juntos tu y yo.

Imágenes inundaban su mente; aquellos días de gloria y gozo de la preparatoria, donde sin querer, sin saber cómo, se enamoró de su profesora. Había cambiado en cuerpo y mente, dejó de ser aquel niño para ser un hombre que, a pesar de las adversidades en el camino, ese amor tocó su puerta nuevamente, y con toda ilusión del universo la abrió solo para ella. Sin duda solo para ella.

Al medio día se quedó en la hacienda con su padre. Su madre, Sarah, Cándida y Anna decidieron dar un paseo por los cafetales. A Bruno le agradaba la idea que su madre conociera a su novia.

─Una para ti, y una para mí.

Su padre le había servido una copa de whisky bourbon.

─Pero-

─Tomate un con tu viejo. Pero no se lo digas a tu madre si no quieres que me mate.

─¿Por quién Brindamos?

─Por la nueva integrante de la familia. Por Sarah.

Chocaron sus copas.

─¿No crees que está un poco fuerte? ─sentía que le raspaba la garganta.

─Tu madre está encantada con ella.

─Espero que no se vuelva loca.

─Siempre se había preguntado quién sería la mujer que se llevaría a su pequeño niño de la casa.

─No soy un niño ─dio otro sorbo.

─Para ella siempre lo serás. Cuando tengas tus hijos lo comprenderás.

─Hijos ─se terminó la copa de un trago─. Respecto a eso.

─¿Sí?

─¿Qué sentiste cuando sabías que venía en camino?

─No te lo diré. Prefiero que lo experimentes por ti mismo ¿puedo saber por qué la pregunta? ─la curiosidad de su padre era evidente a kilómetros.

─Contigo no puedo andarme con rodeos.

─Eres mi hijo, te conozco en cierta manera.

─Tengo veintidós, Sarah treinta. Después de los treinta y cinco los embarazos se consideran de riesgos para la mujer ¿me comprendes?

─No del todo, pero continua ─su padre le llenó la copa─. Tranquilo. Continua.

─Sé que soy joven, y ella una mujer adulta con la ilusión de ser madre. Perdón estoy nervioso que no sé cómo decirlo ─inspiró las veces necesarias.

─Escucha Bruno, cuando el médico nos dio la noticia de que tu madre estaba embarazada me sentí el hombre más afortunado del mundo, el más poderoso en todos los sentidos. Mi primera hija aun lo recuerdo son momentos únicos que no se olvidan. Yo sé que Sarah es una mujer llena de vida y con sueños. No conozco a una ninguna mujer que no quiera ser madre y tu ¿quieres ser papá a esta edad?

─Tengo cierto temor y si no hago bien las cosas. Yo, yo apenas estoy viviendo la vida ─espero a que su padre ser terminara su copa─. Amo a Sarah y no quiero que se aleje de mí.

─Ella te ama, no haría tal cosa. Escucha hijo, así como la edad es un simple número para el amor, también lo es en la paternidad, pero ¿qué hace la diferencia? Podrás ser joven, pero si aún eres infantil tendrás un camino de fracasos, incierto y sin un futuro. Pero si eres joven, de mente abierta, con la madurez necesaria para afrontar adversidades, tendrás muchas oportunidades, podrás caer, pero sabrás cómo levantarte. Tienes miedos e incertidumbres, es normal, hijo ─apoyó una mano en su hombro─. No importa si eres un padre joven o no, lo esencial es demostrarle que lo amas, que lo protegerás, y que nunca lo abandonarás. Ser padre es eso, y mucho más. Tienes una mujer excepcional, no lo olvides. Ojalá tu abuelo estuviera aquí para que la conociera, al igual que yo estaría fascinado.

─Ese viejo debe de estar en algún lugar mirándome.

─Viendo como su nieto se convirtió en el mejor del universo.

─Tenía tiempo que no escuchaba eso el mejor del universo ─esbozó media sonrisa─. ¿Qué piensas de todo esto que te he contado?

─Que deberías regalarle un anillo para sellar tu compromiso.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora