Cuando Sarah regresó al comedor de aquel restaurant se encontró con Esteban y a Karen en sus brazos, la pequeña dormía tranquilamente.
─Estoy de niñero ─sonrió como si de una broma se tratara─. Descuida mi esposa está en el lobby con Elena.
─¿Elena está aquí?
─Conversando, cosas de mujeres. Gracias por haber venido, imagino lo contento que debe de estar Bruno.
─Sabe que quiero mucho a su hijo.
─Es algo obstinado y terco como su madre, solo quiero lo mejor para él, piensa que lo trato como un niño, pero tan solo quiero que no tropiece.
─Habrá tropiezos, pero él sabrá levantarse, han sido buenos padres.
─¿Tu lo crees?
─Pero por supuesto, si no fuese la persona que es tal vez nunca nos hubiésemos enamorado ─de nuevo su rubor la delató.
─Muchas gracias por estar con él.
─Yo estoy agradecida de que me abra la puerta de su corazón. Esteban esta vez no voy a renunciar a Bruno, sinceramente no puedo y no quiero ─era su corazón el que hablaba, pero sentía que lo debía, lo menos que deseaba era que pensara que tan solo estaba ilusionando a su hijo.
─Quiero que me hagas una promesa.
─La que quiera.
─Quédate con él para siempre.
─Me quedaré con Bruno para siempre. Nada nos va separar.
─Pues bienvenida a la familia.
─Pero si aún no he sido aceptada.
─Mi hijo te ha elegido, lo demás no importa.
─No quiero que haya dificultades en su familia por mi culpa.
─¿Esas dificultades tienen que ver con mi esposa?
─Lo siento no quería decirlo de esa forma.
─Miriam lo entenderá en su momento.
La pequeña se removió mientras bostezaba dejando ver sus encías, abrió sus pequeños ojos eran iguales a los de su madre; negros y brillantes.
─Bruno tenía razón, es preciosa ─Karen era un tierno angelito de piel suave─. Hola bebé ─la pequeña Karen la observaba con atención.
─Espero que algún día nuestra casa se llene de nietos ─Esteban se aclaró la garganta─. Solo digo que me gustaría verlos crecer, correr por todos lados.
─Sería muy pronto para mí. Debo planear tanto con Bruno.
*****
Bruno inspiró fuertemente. La carta parecía una amarga y vacía despedida. No quería pensar en lo peor, tenía que ser fuerte y esperar noticias de Margaret. Se cubrió el rostro mientras lloraba en silencio.
─Regresara ya lo veras ─escuchó decir a su hermana, pero aquellas palabras solo parecían una triste mentira.
─Me voy de aquí ¿podrías decirle a Sarah que me disculpe?
─Yo se lo diré. Perdóname por arruinarte la noche.
Negó en silencio.
─Gracias.
Después de un abrazo se marchó.
Una semana después
Desde muy temprano salió a correr, aquella mañana el sol brillaba con mucha intensidad entre las ramas de los árboles, dio un trago a su botella de agua para después sentarse en una de las bancas, pensaba en Margaret no sabía nada de ella.
─Otros quince minutos ─dijo para sí mismo mientras ajustaba el cronómetro de su reloj.
─Alto ahí. Orden de arresto por sentarse en vía pública.
Bruno arqueo una ceja.
─Arrésteme oficial ─juntó ambas manos─. Hágame suyo.
Sarah no paraba de reír.
─Encantadora sonrisa, oficial ¿ya se lo habían dicho?
─No me convencerá, súbase a la patrulla.
─¿Cuál oficial? Yo no veo ninguna. Es tan despistada que se la han robado.
Sin permiso atacó aquellos labios.
─Es un delito robar besos ─le susurró.
─Soy un delincuente juvenil ─la tomó por la cintura.
─¿Delincuente juvenil?
─Si, nena.
─Adoro tu boca.
─¿Solo mi boca, Oficial?
─Ya deja de llamarme así ¿Cómo te encuentras el día de hoy?
─Bien. Enserio muy bien ─recalcó para no preocuparla. Margaret había elegido y él debía vivir su vida a lado de Sarah.
─¿Tienes planes para hoy en la noche?
─Claro, secuestrarte.
─Y a donde me llevaras.
─Pensaba encerrarte en mi departamento, pero será mejor llevarte a cenar ¿Qué dices?
─Encantada.
Antes de comenzar la junta desayunó con su madre. Una conversación demasiado normal hasta que preguntó por ella.
─Sarah está muy bien.
─Que bueno. Hay algo que quiero saber ¿hasta dónde piensas llegar con ella?
─No comprendo.
─Claro que comprendes. Hijo, quiero lo mejor para ti. Aun eres demasiado joven.
─Mamá, se cómo va a terminar esta conversación, no quiero discutir, por favor.
─Te equivocas, no vamos a discutir, vamos hablar como personas.
Dio un último sorbo a su jugo antes de que el mesero levantara los platos.
─Me gusta Sarah. No es un capricho, no es un gusto. Llegare hasta donde tenga que llegar, aunque te interpongas.
Su madre enarco una ceja.
─Te estas poniendo a la defensiva cuando no hay motivos. No me voy a interponer, solo quiero que pienses bien las cosas. Me gustaría hablar con ella.
─¿Te gustaría hablar con ella?
─Si y quita esa cara. Elena y yo hemos hablado mucho sobre Sarah y tú. Me cuesta aceptar tu relación, pero eres mi hijo y si tu estas bien a su lado no puedo hacer nada.
─¿Enserio?
─Dije que quitaras esa caras, solo digo que me gustaría conocerla un poco.
Me gustaría conocerla un poco la voz de su madre y esas palabras se repetían una y otra vez. Dibujo una sonrisa, tomó la mano de su madre y le dio un beso en la mejilla.
─Me hace feliz escuchar eso, mamá. Ya verás que te agradara.
─Primero quiero conocerla ¿entendido?
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A pesar del tiempo ©
Romance«Si tan solo pudieses verme como algo más que un alumno » «Si supieras lo que haces sentir cada vez que te veo» «Es un hecho estoy enamorado de ti, Profesora» Mientras más pasan los días más crece la atracción por aquella mujer. Bruno jamás imaginó...