Parte 36

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Bruno mantenía la mirada baja, si iba a jalar el gatillo que lo hiciera. Ya había desechado las esperanzas de sobrevivir, nadie lo recordaría, nadie le echaría de menos. Sería injusto, pero se había arriesgado, no había culpables.

─Adiós, Bruno.

El eco en su pecho se incrementó. Cerró los ojos para después susurrar:

gracias por todo

Escuchó una detonación, luego otra. Al abrir los ojos vio el cuerpo de Jaime tendido sobre el suelo, gemía de dolor con dos impactos de bala en el pecho. Miró de un lado a otro, a lo lejos un oficial le hacía señas.

Se levantó a como pudo e intentó correr, pero entre su dolor lo escucho:

─Perdón perdóname

─¿Cómo puedes pedirme perdón?

─Perdón ─de su boca comenzó a salir sangre.

Observo sus ojos, miraban aquel cielo nocturno.

─¿Dónde está Elena? ─preguntó adolorido, se llevó una de las manos al estómago.

─Perdón Bruno.

─Mierda ¿Dónde la tienes? ¡Dímelo!

─Por qué ¿porque la amas? ─la sangre de su boca no dejaba de salir.

─No lo sé ─se acercó y se puso de rodillas─. Simplemente la amo.

─Te ha mentido... ─comenzó a toser.

─Tu eres el que ha mentido, has intentado engañarme.

─Te juro que no he no he

─¿Jaime? ─miró sus ojos, su respiración era muy lenta─. No mueras ─en su mirada ya no había dolor, era un simple hombre muriendo lentamente con la conciencia perturbada─. Jaime ─tomó su mano y él se aferró con las pocas fuerzas que le quedaban.

Su cuerpo se sacudió mientras su pecho subía y bajaba violentamente.

─Juro que no no miento ─lo vio mover la cabeza con dificultad─. Perdoname

─Te perdono, aguanta Jaime.

─Eres noble Elena está dentro ─apuntó con su mano hacia el almacén.

─No hables, enseguida vendrá un ambulancia.

─Perdon

─No te preocupes ─Bruno colocó su mano sobre su pecho, su ritmo cardiaco era irregular, y se desangraba muy rápido─. Resiste, por favor ─sus ojos se apagaban lentamente hasta que sus pupilas dejaron de moverse. Su pecho no volvió a elevarse y su mano aferrada perdió fuerza─. ¿Jaime? ─comenzó a llorar como nunca─. ¡Jaime!

Jamás había visto morir a alguien y no quería volver a repetirlo. No lograba asimilar todo lo que había sucedido. Sus padres no dejaban de abrazarlo, pero él estaba en shock. Estaba perdido en sus pensamientos.

Los paramédicos lo recostaron en la camilla para limpiar las heridas.

─¿Cómo te sientes? ─le preguntó uno de los paramédicos.

Bruno negó con la mirada, no dijo ni una sola palabra.

La aguja entraba y salía varias veces, él solo suspiraba. No sacaba de su mente la muerte de Jaime, aun podía escuchar su voz en agonía mientras pedía perdón y su mano aferrarse como si el pudiera regresarlo a la vida.

¿Y si tenía razón? Se preguntó varias veces.

─¡Bruno! ─vio llegar a Elena con desesperación en el rostro─. ¿Estas-

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora