Mientras regresaban Anna y Cándida se adelantaron, eso le permitió estar un poco más cerca de Miriam que no dejaba de hablar sobre aquellas tierras, al igual que Bruno tenía muy buenos recuerdos. Esa mujer era ahora la misma de aquel sueño, feliz, entusiasmada y mantenía aquella sonrisa viva en cada momento.
Por la tarde después del almuerzo se comunicó con la directora de la escuela, esta le pidió que regresara mañana pues no había nadie que la cubriera. Después de colgar sintió un vacío, ella no quería alejarse de Bruno, no quería tenerlo en un lugar distinto con seis horas de distancia, pero era consciente de que su trabajo también era una prioridad.
Esa misma noche con tristeza comenzó hacer su maleta, Bruno la miraba sentado al pie de la cama.
─No quiero irme. Todo ha sido perfecto.
─Y lo seguirá siendo. Tu trabajo es muy importante como para perderlo ─tomó su mano y la atrajo hacia la cama─. No quiero que tengas problemas por mí.
─¿Por qué no vienes conmigo?
─Me encantaría, pero tengo que estar aquí, Lorenzo quiere mostrarme todo lo que vamos a necesitar, mientras mis papás intentaran adelantar la junta con los socios para liberar el préstamo lo antes posible.
─Eso quiere decir que te quedaras aquí por un tiempo.
─A mí tampoco me gusta la idea de estar lejos, pero solo serán unas semanas.
─Eso es una eternidad. No quiero irme, aun necesitas cuidados.
─Estaré bien ─besó las comisuras─. Mejor preocúpate cuando este mejor ─le guiño un ojo.
─¿Por qué?
─Por qué vamos a planear
─¿Estás seguro de querer un hijo?
─Estoy muy seguro.
─¿No te asusta la idea?
─Un poco, pero no lo suficiente para arrepentirme. Y tú ¿quieres que yo sea el padre?
─Nadie más que tú podrías serlo.
Qué más podía pedirle a la vida, si con él a su lado ya lo tenía todo.
Al día siguiente no quería despegarse de su cuerpo, se dio un baño, entro en la cocina sin tener ganas de probar la comida, se tomó una taza de café con Miriam. Esteban entraría luego con ese porte elegante, la ropa casual le favorecía.
─Alguien está triste ─lo escuchó decir. Después se sentó en la silla que estaba enfrente.
─Solo estoy un poco cansada.
─Bruno aún no se despierta ─Miriam miró su reloj de mano─. Lorenzo no tardará en venir por él. Bruno quiere conocer a la gente que trabajaba con nosotros.
─¿Trabajaba?
─Ya no había presupuesto para seguir pagando ─Esteban dio un sorbo a su café caliente─. Bruno intentara hacer lo imposible.
Sarah frunció el ceño─. ¿A qué se refiere?
─Estas tierras ya no producen como antes ─continuó Miriam─, la idea de venderlas me parecía muy buena, con el dinero podía pagarles a estas personas para que tuvieran el sustento para sus hijos. Esta zona es muy difícil, Sarah.
─Por eso debemos creer en él. Estoy poniendo toda mi fe en mi hijo. Nadie sabe hacia dónde nos llevará todo esto ─Esteban era muy franco en sus palabras.
─Pensé que con el dinero se podía salvar las tierras de Don Ignacio ─comentó Sarah algo sorprendida.
─No es solo dinero, se necesitan materiales, medidas para el cultivo, desde el riego hasta la cosecha, maquinaria. Eso sin contar la mano de obra.
─Bruno lo lograra ─Anna tenía el cabello alborotado, y aún tenía puesta la pijama─. Él tiene algo que muchos no. Visión. ¿Verdad Sarah?
─Sí. Yo confió mucho en él, deseo que todo sea para bien.
─Gracias ─Miriam tomó su mano─. Es hora de irnos.
Bruno se despedía de sus padres y de su hermana, ella por su cuenta le daba las gracias por todo a Cándida, la mujer le beso la mejilla y le dio un fuerte abrazo.
─Te llamare todos los días ─dijo Sarah mientras se acercaba a su amado.
─Yo también. Vas a ver que todo pasara rápido.
Sintió aquel perfume ligero y suave de su ropa por una última vez.
─Tu perfume me gusta.
─El tuyo es muy dulce, siempre me dan ganas de morderte.
─Voy a extrañar tus besos, tu presencia a diario. Me volveré loca.
─Pues he pensado un poco y se cómo aminorar esa locura.
─¿Así?
─Por supuesto ─lo vio buscar algo en su bolsillo─. Toma.
Era una llave como cualquiera otra o eso creía.
─¿Y esto?
─Es la llave de mi departamento, puedes quedarte allí si tú quieres.
─¿Es enserio? ─la emoción que sentía era como la de una niña.
Tomó su mano y se la entregó.
─En la habitación de los cuadros, hay algo para ti. Sé que te encantara para la más hermosa de las criaturas
Un par de besos después subió a la camioneta. Lo miraba a través del cristal, agito su mano y él hizo lo mismo. Quería quedarse en ese lugar por siempre a su lado.
─Solo serán unas semanas ─se dijo así misma.
Las seis horas en carretera fueron casi eternas. Paso a su departamento por algo de ropa. Tomó un taxi, subió las escaleras y se quedó delante de aquella puerta, tomó la llave de su bolso y la introdujo en la cerradura.
El departamento solitario de Bruno le daba la bienvenida. Abrió la puerta de su habitación, su esencia perduraba en el ambiente como si estuviese allí. Su ropa estaba intacta, su perfume estaba dentro de uno de los cajón, roció un poco sobre su muñeca para después frotarlo. Era como si estuviera allí.
Sin tiempo que perder fue hacia la habitación donde estaban los cuadros; todos colgados sobre la pared, excepto por uno que se encontraba aun en el caballete con una manta encima. Se acercó con nerviosismo, ya se imaginaba lo que había para ella.
Al tirar de la manta se encontró con su rostro, estaba capturado sobre el lienzo, era una pintura muy realista. Una obra única en todo el mundo, parecía estar viva y tomar posesión de todo.
Tomó el teléfono, escribió un mensaje de texto y lo envió.
Eres el mejor hombre de todo el mundo ¿lo sabías? es preciosa igual que yo.
La respuesta fue instantánea.
Me alegra que te haya gustado, con o sin esos años eres preciosa. Te amo, hoy, mañana y siempre.
Se quedó mirando la pintura, suspiró varias veces, llegó a pensar que estaba dentro de un sueño, uno muy especial y lleno de magia por doquier. Estaba más que nunca enamorada. El corazón acelerado, el pulso sanguíneo corriendo por sus venas, irradiando aquella sonrisa; todo su cuerpo era una gran celebración.
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A pesar del tiempo ©
Romance«Si tan solo pudieses verme como algo más que un alumno » «Si supieras lo que haces sentir cada vez que te veo» «Es un hecho estoy enamorado de ti, Profesora» Mientras más pasan los días más crece la atracción por aquella mujer. Bruno jamás imaginó...