Parte 68

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El día previsto había llegado, Bruno apenas había dormido lo suficiente. En cuanto llegó a la Ciudad de México fue directo hacia la empresa, hubiese querido ir por ella, pero la prioridad estaba muy marcada. Le sorprendió ver a Anna en aquel traje ejecutivo.

─Nada mal ─dijo ajustándose la corbata por enésima vez─. ¿Estas lista?

─¿Debo estarlo?

─Pues estás a punto de entrar a una batalla campal, hay dos socios que son un dolor de bueno son irritantes.

─Pablo y Carlota, tus padres ya me hablaron de ellos.

─Con la parejita descomunal no puedo mantener la calma.

En cuanto sus padres llegaron lo recibieron con afecto.

─¿Sucede algo? ─le preguntó a su madre─. Esperen ¿y eso? ─su madre apuntó a su rostro─. Por qué te has dejado crecer la barba.

─Para cautivar a su chica ¿para qué más? ─respondió su padre con su estilo bromista.

─Será temporal, después me afeitare ¿han visto a Sarah?

─Claro, tu madre me ha cambiado por ella.

─Es una chica muy agradable ─respondió su madre muy efusiva─. El fin de semana vamos a salir todos juntos.

─Qué envidia ─él también quería salir con ella.

─La junta está por comenzar. Vamos ─su padre les abrió la puerta de la sala de juntas.

Anna parecía sorprendida y a la vez nerviosa por estar con toda esa gente. Elena estaba enfrente de Bruno, no la veía desde hace mucho, apenas tuvo tiempo de saludarla.

─De nuevo tú.

─Si Pablo, de nuevo yo. Hola, Carlota, no les olvido ¿comenzamos?

La junta fue parecida a las que había presenciado en otro momento, Pablo y Carlota se pusieron a la defensiva. Bruno no permitió en ningún momento las faltas de respeto hacia Anna, no quería recordarles que él era el accionista mayoritario.

─Solo quiero ese dinero para impulsar un proyecto. Le devolveré a la empresa cada centavo con intereses. Es todo ─se sentó en su asiento, el traje le incomodaba, quería quitarse la corbata.

─Bruno y yo somos amigos, sé que no tengo voz ni voto, pero el proyecto que tenemos en mente no solo nos favorecerá a nosotros mismos, sino también a terceros.

Pero las palabras no terminaban por convencer a ese par. Estaba por hablar cuando alguien irrumpió en la sala de juntas. Bruno se sorprendió al verlo era aquel hombre de traje oscuro.

─¿Qué haces tú aquí? ─le preguntó.

─Hijo ─dijo su padre─. Él es un nuevo accionista, el señor Stilman.

No era para nada un señor, era joven igual que él tal vez unos dos o tres años de diferencia.

─Disculpen el retraso el tráfico es un caos en esta ciudad ─tomó asiento cerca de Pablo─. Entonces dime ¿qué piensas hacer? ─se refería a Bruno.

─Necesito que firmen este documento, es importante para mí.

─¿Lo crees conveniente Stilman? ─preguntó Pablo cruzándose de brazos.

─No. La empresa no está en su mejor momento y destinar dinero para algo que no esté dentro de las actividades me parece un desperdicio.

─Les recuerdo que soy el socio mayoritario ─observó a ese tipo, no parecía mostrar interés en lo que hablaba, se encontraba demasiado tranquilo y con esa seriedad fría.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora