Parte 37

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─¿Sabes algo? ─preguntó en cuanto Claudia tomó la llamada. Tenía un día entero sin saber nada y las horas transcurridas no hacían más que acumular su preocupación.

─Intente contactarme con sus padres, pero no me responden.

Después de colgar espero a que dieran las dos de la tarde. Tenía que verlo y estaba decidida hacerlo, Pero ¿Cómo acercarse al chico que destrozó hace tiempo? ¿Con que ojos lo miraría?

Después de sus clases tomó un taxi, en el trayecto Diego le envió un mensaje.

Te vas a ver con otro ¿verdad?

No le dio importancia y guardó el teléfono. Pensaba en Bruno, y sólo en él, en lo que había sucedido la noche anterior.

En los diarios y medios locales era el centro de atención; en las noticias se había exhibido una fotografía del secuestrador quien aseguraban había muerto a manos de Bruno Díaz e incluso aseguraban que pronto se iniciaría un juicio en su contra, muy en el fondo sabía que era una nota amarillista. Bruno jamás se atrevería a hacerle daño a alguien.

Al llegar a la recepción la enfermera en turno no la dejo pasar.

─Solo los familiares autorizados.

─Pero-

─Son reglas, lo siento.

─¿Profesora? ─volteó al escuchar su nombre

─Hola, Anna. Tiempo sin-

─Imagino porque está aquí.

─Vine por él ─intentó de sonreírle, pero ella apartó la mirada.

─No creo que la dejen pasar.

─¿Podrías hacer algo por mí?

─Lo dudo. Nadie puede entrar a verlo, ni siquiera yo. Solo he venido a traer unas cosas.

─¿Sabes cómo se encuentra?

─Lo tienen sedado, los médicos dicen que su condición se debe a un estrés postraumático.

─Anna ─el padre de Bruno aparecía por uno de los pasillos.

─Traje lo que me pidió, señor ─Anna le entregó un maletín.

─Muchas gracias ─su padre no había cambiado en nada, aún mantenía esa sonrisa paternal. Los nervios comenzaron a traicionarle cuando sus miradas se cruzaron─. ¿Sarah?

─Lo siento, no quería ser inoportuna, Esteban.

─No te preocupes. Agradezco que estés aquí por mi hijo, siento mucho que no puedan entrar, pero las cosas en estos momentos son muy delicadas, los medios están cambiando lo que realmente sucedió esa noche y mis abogados están haciendo lo posible para que no sigan diciendo mentiras, me han pedido que sea reservado en el tema de mi hijo.

─Entiendo.

─¿Les parece si nos tomamos un café?

Una mesa en la cafetería del hospital ya los esperaba. Todo el lugar olía a desinfectante y a lavanda.

─Hace unas horas despertó estaba tranquilo, pero al instante todo cambió, comenzó a gritar diciendo que aún tenía su sangre en las manos. De nuevo volvieron a sedarlo.

─No entiendo ─Sarah estaba desconcertada.

─Mi hijo vio morir a Jaime, el golpe fue muy fuerte. Mañana un especialista lo examinara ─el hombre suspiró tratando de sacar su frustración─. No soporto verlo de en esas condiciones, verlo así

─Dígame que sucedió realmente ─quería saber de cierto modo como sucedieron las cosas.

─Cuando llegamos a ese lugar vimos a Jaime apuntarle a mi hijo al rostro. Los agentes le dispararon, no nos dejaron acercarnos, pero estoy seguro de que Bruno hablaba con él mientras moría. Por otro lado, los medios que no se cansan de inventar cosas, una reportera vino muy temprano, tuve que forzarla a salir. La integridad de Bruno es mi prioridad en estos momentos.

Sarah palmeo su hombro.

─De todo corazón, deseo que Bruno se recupere.

─Muchas gracias. Les pido que por favor sean discretas.

─No se preocupe no diré nada ─Anna asintió después dio un sorbo de su café.

─Sé que es imprudente de mi parte, pero, ¿podría verlo? Aunque sea de lejos, se lo suplico por favor ─Sarah observó por un instante su rostro, había desconfianza. En el fondo lo comprendía, podría estar molesto con ella por haber abandonado a su hijo con ilusiones rotas.

─Mi esposa está con él ahora, dudo que te deje verlo ─bajó la mirada perdiendo las esperanzas─, pero a las ocho se irá a casa a descansar, si quieren pueden venir a esa hora, aquí estaré yo.

─¿Enserio? aquí estaré, no importa el tiempo solo quiero verlo.

─Entonces, las veo más tarde.

Después de un rato su padre se marchó. Mientras salían del hospital Anna la tomó por brazo, parecía algo molesta.

─¿Qué trama?

─Solo quiero verlo ¿acaso te molesta?

─Profesora-

─¿Me dirás que lo quieres? ¿Qué lo amas? —los celos provocaron su enojo injustificado—. Suficiente tengo con Claudia y Eva.

─Se equivoca, yo lo quiero como amigo. Hace mucho que deje de verlo como hombre. Pero me intriga verla aquí. Usted es una mujer casada. Usted lo hirió, lo abandonó y le rompió el corazón.

─Solo quiero cerciorarme de que está bien.

─Deje de mentir. Si lo que está buscando es alguna clase de relación con Bruno, puede olvidarse de ello, no creo que se atreva a ser su amante.

─¡¿Cómo te atreves?! Yo no busco-

─¿Entonces qué es lo que usted está buscando? ─de pronto esa chica parecía deprimida─, ¿sabe? Tengo un mal presentimiento, tengo miedo de que Bruno deje de ser el de antes. Creo que Elena le mintió él fue muy claro al decir que no iba a permitir sufrir de nuevo.

─No sé lo que pienses de mí, Anna, pero aun siento algo por él.

─Hare como que no escuche esa tontería ─sin más que decir bajo las escaleras y la vio irse en un taxi.

Tal vez, si, era una tontería, pero era lo que sentía y no podía seguir engañándose.

Después de llegar del hospital encontró un ramo de rosas sobre el comedor de cristal junto con una nota. Su olor la hizo suspirar y sonreír un instante. Tomó la nota y leyó en silencio.

Lamento lo que sucedió. Perdóname. Ponte hermosa te llevare a cenar.

El universo estaba conspirando en su contra. No podía ir a esa cena, no podía perder la oportunidad de reunirse con Bruno.

─Pero ¿Por qué? ─preguntó mientras hablaban por teléfono.

─Diego, quede de salir con Claudia esta noche. Te parece si mañana-

─Sarah dejémoslo así —el hombre derrotado al otro lado dejo ir un suspiro—. Me conformo con que te hayan gustado las flores.

─Me encantaron, es un gesto muy bonito de tu parte.

─Te amo, Sarah, te amo tanto

─Yo yo también.

─Adiós.

Después de colgar se sentó en el mueble con las manos en la cabeza. Suspiro varias veces para después encerrarse en su habitación. No se cansaba de mirar las fotografías de su boda e imaginaba a Bruno en lugar de Diego.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora