Pasaron la noche en la habitación que Cándida había acondicionado para ellos. Durante la madrugada la lluvia se desato con mucha intensidad. Los relámpagos se colaban a través de aquella cortinas.
En la madrugada Bruno la envolvió con una sábana, se levantó de la cama y suspiro entrecortado cuando sus pies sintieron el piso helado. Salió de la habitación por un vaso de agua, pero de regreso la luz encendida de la sala llamo su atención.
─¿Qué haces despierta a esta hora?
Cándida estaba en el sofá con un libro en las manos.
─Deberías abrigarte ¿quieres una taza de café?
─No te molestes ─se sentó del otro lado del sofá. No quito la mirada de la fotografía de su abuelo que estaba justo en frente. Esa sonrisa similar a la suya, esos ojos iguales a los de su madre─. No te imaginas todo lo que me dolió perderlo.
─Tu madre me conto todo, esa noche no saliste de tu habitación. Comías muy poco, ni siquiera querías salir a jugar.
─Quería morir. Primero fue mi abuela, y al año él, eso era tener mala suerte.
─No digas eso ─cerro el libro y lo dejo sobre aquella mesita, se acercó y lo abrazo─. Es el curso de la vida, y es inevitable. Por eso hay que tratar de vivir lo mejor posible, crear momentos únicos para que un día los recuerdes, y los demás te recuerden. Me gusta esa muchacha.
A Bruno se le iluminó el rostro.
─¿Eso quiere decir que te agrada?
─Es muy simpática, se sonroja muy rápido.
─Me encanta cuando lo hace.
─¿Dónde la conociste? ─la mujer se envolvió con una pequeña manta.
Bruno sonrió mientras recordaba a Sarah como su profesora.
─Era mi profesora.
Vio cómo aquella mujer alzaba ambas cejas. Bruno no puedo evitar reír ante su mirada.
─Eres un cajita de sorpresas ¿y la quieres?
─La amo, de eso no hay duda. Quiero que este conmigo por siempre.
─¿Y ya se lo has dicho? ─parecía que todo el mundo conspiraba en su contra.
─Aún no. Estoy esperando el momento perfecto.
─No dejes pasar mucho tiempo. Solo vivimos una vez.
Mientras Sarah aún dormía aprovechó para buscar el estudio de su abuelo. Si no mal recordaba era una habitación muy pintoresca, tenía cuadros por todos lados, y pintura esparcida por el suelo; su madre siempre decía que era un hombre muy desordenado, pero a él le parecía todo lo contrario, era un arcoíris de colores infinitos en el suelo. Había soñado con ese reloj de bolsillo que su abuelo siempre usada y que según él lo hacía ver elegante.
El estudio estaba al fondo del pasillo donde no se escuchaba el ruido. Introdujo la llave que Cándida le había entregado, giro la perilla y esta hizo un sonido brusco, la puerta rechinó como si no la hubiesen abierto en años. Se quedó atónito con el corazón encogido; aquel arcoíris ya no existía más. Cerró la puerta quedándose adentro para que nadie lo viera llorar; el piso estaba limpio, las paredes habían vuelto a su color original, un tono crema, era una habitación totalmente diferente a la que recordaba. Se sentó en el piso apoyando la espalda contra la pared estirando las piernas. Las emociones encontradas al igual que los recuerdos lo envolvieron, una sensación cálida se acomodó en su pecho, cerró los ojos para disfrutar de aquellos días, y pensó...
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A pesar del tiempo ©
Romance«Si tan solo pudieses verme como algo más que un alumno » «Si supieras lo que haces sentir cada vez que te veo» «Es un hecho estoy enamorado de ti, Profesora» Mientras más pasan los días más crece la atracción por aquella mujer. Bruno jamás imaginó...