Parte 33

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La reunión de las 12:30 se prolongó por una hora más. El tema era la nueva licitación para construir un aeropuerto en la ciudad de Puebla. Todos estaban de acuerdo, siempre y cuando se respetaran las leyes ecológicas. Finalmente, todos firmaron. Elena lo observó todo el tiempo con complicidad, Bruno por su parte no quería ser tan obvio y menos con su madre presente.

─Poco a poco entenderás como funciona todo esto —su padre le ofreció una copa de wiski bourbon.

─Es bueno saber que no están construyendo de manera ilegal ─bromeó, después dio un pequeño sorbo.

─Nunca lo haría. Cada centavo que hay en nuestros bolsillos lo hemos ganado limpiamente. Por cierto, prepárate para esta noche, vamos a tener una cena en el restaurant italiano.

─No me digas que tengo que ir vestido como pingüino.

─Pues adivinas bien. Es una cena importante. Puedes invitar a Anna, me gustaría hablar con ella sobre el proyecto que tienen en mente.

─De hecho aún no le he comentado sobre el préstamo.

─Llévala esta noche ¿seguro que no te gusta?

─Ya te dije que no, papá, Anna es mi mejor amiga, y por eso quiero que trabajemos juntos además ella es muy lista.

Después de hablar por teléfono con Anna y que esta aceptara la invitación fue a la oficina de Elena donde fue recibido con un beso y un fuerte abrazo.

─Ignorada en toda la junta ¿sabes cómo se siente?

─Me encanta verte sonreír —la arrinconó contra la puerta—. Me gusta como hueles, podría estar pegado a tu cuello.

─Tengo cosquillas en ese lugar.

─Nena, creo que me voy a divertir contigo —suspiró en esa zona y le dio un beso fugaz.

─Puede entrar tu madre, sabes el problemón en el me puedes meter, me gritara aléjate de mi hijo vieja loca

Bruno sonrió ante la pésima imitación.

─No creo que suceda.

─Me dirá cosas peores, me cuesta mirarla a los ojos, aunque no lo creas.

─Trata de no delatarte, de ese modo cuidaremos este secreto ─acarició su mejilla─, me encanta ese lunar.

─A mí los que tienes en la espalda.

Llevó su mano derecha hacia su cintura, observo aquellos ojos antes de besarla con mucha pasión, mordió y jalo su labio inferior, Elena lo dejaba ser.

─Debo irme, solo pasaba a saludarte.

─¿Ya te vas?

─Tengo un par de cosas por hacer.

─Antes de que te vayas quiero agradecerte por lo del otro día.

─No sabía si el restaurant era de tu agrado, solo quería que la pasaras bien, compensarte por no estar en tu cumpleaños ─acarició su mentón.

─Muchas gracias, de verdad.

Después de mirarse uno al otro y no decir nada le dio un beso sobre las comisuras.

─Te veré esta noche en la cena, tienes que ir hermosa como siempre.

─Solo si tú lo haces.

─No tengo de elección, vestirme como pingüino.

─Ya te acostumbraras ─le sonrió y después se colgó de su cuello.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora