Parte 62

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Tenía adolorido casi todo el cuerpo, un cansancio terrible lo invadía, pero Bruno no quería dormir. Escuchaba atentamente a Sarah, y todo sobre ese extraño sueño, ella lloraba sin soltar su mano. Se le hizo un hueco en el estómago cuando escuchó sobre su supuesta muerte. No quería morir, aún tenía muchas cosas por hacer y una de ellas era decirle, a esa bella mujer que tenía a su lado, que la amaba con toda el alma.

─Y mis padres como estaban en aquel sueño.

─Aunque querían sonreír les costaba, decir tristes es solo una milésima. Te extrañaban todo el día, y a mí sólo me consolaba el ver a.

Bruno espero a que continuara, pero ella no lo hizo.

─Sarah ¿Qué te consolaba?

─Nada olvida lo que dije.

Pero no quería hacerlo.

─Acaso en ese sueño ¿salías con otro? ─fuera un sueño o no, los celos estaban latentes.

─Nunca.

─Entonces, dime.

─Solo era un sueño.

─No, no era un simple sueño ─frunció ligeramente el ceño y desvió la mirada─. Todo lo que me cuentas lo siento tan real, Sarah ¿y si hubiera muerto en verdad?

Se miraron fijamente, en su mirada había algo que no podía descifrar. Los labios de Sarah estaban sellados, pero él quería saber.

─Quiero descansar.

La mirada de Sarah era un poema.

─Quiero quedarme contigo hasta que te duermas.

─Está bien.

─Y ahora que te he contado todo, qué piensas sobre la idea de tomar una parte de ese dinero.

─No puedo hacerlo, quiero este lugar y las tierras, pero mi sueño es más grande que todo esto junto.

─Entonces.

─Cederé al deseo de mi madre.

─Bruno.

─No puedo hacer nada, debo centrarme en mi sueños.

─¿Y toda esa gente que?

─Sarah juro que estoy cansado, me duele la cabeza ─sentía que le daba vueltas─. Te recuerdo que aún no me has contado todo sobre ese sueño.

─Te dejare descansar ─y con eso salió de la habitación.

Se durmió al poco tiempo con la esperanza de ver lo que Sarah había presenciado en aquel sueño. Al medio día se despertó con una jaqueca terrible, bajó lentamente de la cama, la espalda era un martirio, al mínimo movimiento presentía que esta se le rompería.

Sus padres estaban en la sala, se acercaron, pero él los detuvo con la mano.

─Estoy bien ─se sentó con dificultad en el sofá grande─. ¿Dónde está Sarah?

─En la cocina con Cándida ─respondió su madre.

─Deberían ir a descansar ─les dijo a sus padres.

─No tenemos sueño, hijo.

─Papá, mírate estás cansado. Ya pasó todo.

─Si, pues pusiste a medio mundo a buscarte ─esa voz chirriante no podía ser otra que ella.

─Anna, justo la mujer con la que quería hablar.

─Buenas tardes ─saludó a todos con amabilidad─. ¿Sabías que es casi imposible llegar a este lugar?

─Yo le conté lo sucedido ─comentó su padre poniéndose de pie─. Los dejamos, imagino que tienen de qué platicar.

─Y mucho ─Bruno tenía que contarle sobre aquella idea de Sarah. No podía simplemente decir un sí sin conocer la opinión de su socia.

─No te levantes, por favor.

─¿Qué te hiciste en el cabello?

─Solo me lo corte un poco ¿se ve mal?

─Al contrario.

─Muchas gracias, encantador como siempre. Los chicos no pudieron venir, pero te mandan sus mejores deseos.

─¿Te parece si caminamos un poco?

─No pareces con energías para caminar.

─No quiero estar todo el día encerrado.

─Está bien, solo déjame ayudarte.

Mientras caminaban por el gran corredor le contaba todo sobre las tierras, la hacienda y la pequeña posibilidad de salvarlas. Al mismo tiempo el pecho se le encogía, no quería perder, pero si no había una solución pronto, tendría que ceder.

─Este sueño nos incumbe a los dos, porque te necesito para esto. Pero también es cierto que no quisiera olvidar este lugar, mucha gente depende de estas tierras.

─¿Y qué decisión has tomado?

─Ninguna aun, quiero saber qué piensas.

─No te voy a mentir, yo estoy entusiasmada por lo que vamos a lograr juntos, tengo muchas ideas y no quiero dejarlas ir. Disponer una parte del dinero nos retrasaría en cumplir nuestras metas ─tenía razón, los retrasaría y lo que Bruno no quería era perder tiempo─. Pero soy de las personas que piensa que, si está en tus manos dar todo por los demás, debes hacerlo ─ella se detuvo y él hizo lo mismo─. Mírame, si está en tus manos defender todo esto, hazlo.

─Pero nuestro-

─No me importa esperar. Eres mi mejor amigo y no me gustaría verte triste por perderlo todo ─su abrazo fue sincero─. Espero que Sarah no se moleste pues no deja de mirarme.

Bruno volteo, ella estaba lejos de ellos y un segundo después desapareció por aquella puerta.

El agua de la regadera estaba helada, dejó que recorriera su cuerpo entero mientras cerraba los ojos y despejaba su mente. Una vez más los truenos se alzaban sobre el cielo. Revivió todo lo sucedido en un parpadeo, desde caer del caballo, rodar varios metros, hasta perder la conciencia.

Estaba seguro de que ese sueño se Sarah era un claro ejemplo de que todo había sido un milagro. Estaba con vida.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora