Parte 32

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─Yo conozco esa sonrisa ─le dijo Anna mirándolo de reojo y complicidad─. Dímelo ya, no ves que me mata la curiosidad.

No respondió, y en su lugar tarareo la música del estéreo mientras conducía. Estaba feliz, sentía de nuevo esas mariposas en el estómago, aún no era nada formal, pero le daría el tiempo necesario. Había hablado con ella hace dos días atrás después de bajar por elevador.

─Maldición ¿me vas a decir o no?

─Que grosera eres, con razón me volví así ─dijo divertido.

─Las aprendí de ti.

─Sí, claro. Lo que tú digas.

─Dime quien es, me tienes con el Jesús en la boca, no me digas que es la profesora pervertida, quedaste hechizado con esa bofetada de seguro.

─Ni que estuviera loco ─la profesora tenía lo suyo, pero no era a ella la causante de su estado de ánimo─. Aún no es algo formal-

─Ya dime ¿Quién es?

Desacelero al mismo tiempo que pasaba saliva.

─Elena ─observo su cara de sorpresa.

─¿La mujer que vi en tu fiesta de cumpleaños?

─La misma.

─¿Es enserio? ¿No me mientes?

─Muy enserio ─sonrió nervioso.

─¡Felicidades! ─le dio una palmaditas en el hombro─. Me da mucho gusto por ti. Sabía que algo sucedería, la forma en la que te miraba esa noche era de una mujer enamorada, le brillaban sus ojitos. Además, que es muy guapa ¿Cuántos años tiene?

─Treinta y dos.

─¿Te gusta?

─Mucho, Anna, quiero saberlo todo de ella. Besarla es un adicción ─revivió en su mente el sabor de su boca, y la sensación su lengua juguetona acompañado de sus delicados labios.

─Espero no pienses en cosas pervertidas mientras estoy presente.

─Claro que no.

Continuaron hablando de ella hasta en la cafetería, el desayuno era todo un dilema pues no sabía si hablar primero o comer.

─Creo que estoy hablando demasiado.

─Continua, me gusta verte así con muchos ánimos. No te lo había dicho por que no sabía cómo lo tomarías, pero antes te veías muy deprimido, triste, y no sabía qué hacer para que te sintieras mejor. Y ahora deberías verte.

─¿Extremadamente loco?

─Necesitas unas largas vacaciones a un psiquiátrico.

─Tanto así ─vaciló─. Espero tengan pantalla de plasma y bufet todos los días que con gusto iré.

─Si que estás loco.

Después de terminar la tarea estiro sus brazos y miro la hora en su teléfono, 11:12 P.M. Desde que llego de la universidad apenas había tenido tiempo de almorzar. Reviso los mensajes y encontró uno que le interesaba mensaje más que otros.

«Hola ¿Qué tal tu día?» era de elena se lo había enviado horas antes.

Inmediatamente le respondió.

«Perdona estaba ocupado con la tarea. Mi día súper cansado ¿y el tuyo?»

Espero unos segundos hasta que su teléfono comenzó a vibrar. Esta vez era una llamada.

─Hola.

─Hola, guapo ─parecía estar cansada.

─¿Estabas durmiendo?

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora