Parte 42

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─¿En dónde estabas? Te llamé varias veces.

Apenas había entrado por la puerta y Diego ya la estaba acosando.

─Me quede en casa de-

─Llame a Claudia, ella dijo que no estabas allí. Dime con quién carajos estabas.

Sarah intentó esquivar su mirada furiosa, pero fue imposible. Era presa de su intimidante presencia, intentó salir, pero se lo impidió.

─No irás a ningún lado ─la tomó por el brazo y la retuvo contra la pared─. ¿Dime a quién ves cuando no estoy? ¿Acaso me engañas con otro?

─No. No, claro que no.

─Entonces.

─No puedo decírtelo

─¿Dime quién es?

─Diego, suéltame.

─Como te atreves, eres una puta zorra.

─No soy una zorra. No te estoy engañando ─pero amaba a alguien que no era él─. Tenemos que hablar, ya no pienso soportar tus locuras quiero el divorcio.

─Nunca. Eso jamás.

─No te quiero. No pienso seguir a tu lado.

─¿Pues qué crees? Te quedarás esperando porque no pienso cambiar de opinión, ni ahora ni nunca ─la liberó, pero no dejaba de mirarla─. Una cosa más, si lo llego a encontrar te juro que le romperé los huesos.

─¡No te atrevas a tocarlo!

─Eres mía. Solo mía.

─No soy tu objeto-

─Claro que lo eres ─apretó su boca contra la suya forzándola a un beso─. Nos vemos luego, amor.

El resto de la tarde se la paso en silencio. Se sentía prisionera en ese lugar. Una jaula sin escapatoria. Diego había marcado su territorio, pero buscaría la manera legal para recuperar su libertad.

*****

Al día siguiente la entrevista aparecía impresa en el periódico local. Bruno sentía un peso menos encima, pero su padre no lo tomaba del mismo modo.

─Hice lo correcto.

─Lo correcto era hacer lo que mis abogados te dijeron.

─Tus abogados están sentados mientras a mí me comen las espaldas. Haré esto a mi modo.

─Pues bien, has lo que te venga en gana. No pienso seguir ayudándote.

─No lo hagas, no necesito de tu ayuda ─tomó las llaves de su auto, pero su padre se las arrebato─. Quédatelo.

Se acomodó la chaqueta y se marchó.

Maldijo cuando la lluvia lo atrapo en plena calle. Ningún taxi. Cruzó rápidamente la avenida para entrar en una cafetería. Una vez dentro se quitó la chaqueta y lo dejó sobre el respaldo de una de las sillas. Mientras esperaba su café con crema comenzó a ojear el menú.

─Disculpe la molestia ─la mesera regresaba sin su pedido─. Por órdenes de mi jefe, me pide que por favor se retire del lugar.

Bruno comprendía el mensaje. Algunos de los comensales comenzaban a murmurar y no se había percatado de ello. Finalmente se marchó. Su nombre tardaría en limpiarse y no quería más problemas.

En una esquina dobló, y para su mala suerte un auto lo baño con agua de un charco.

Al día siguiente la universidad fue especie de tortura; no soportaba las miradas curiosas y a la gente murmurar a sus espaldas. En el salón de clases solo Anna le dio la bienvenida.

─Admito que estoy aguantando las ganas de-

─No hagas caso. Sé que no debe ser fácil, pero tienes que ser paciente.

─Mejor cambiemos de tema. Solo nos quedan dos meses para graduarnos.

─Después de graduarnos tomaré unas vacaciones, iré a visitar a mi abuelo en Guadalajara, pero cuando regrese entraré de lleno con nuestro proyecto.

─Me parece perfecto. No sabes lo ansioso que estoy por comenzar.

─Eres un buen amigo, Bruno, el mejor que he tenido y sabes que te estimo mucho, hemos tenido por altas y bajas. Tú me hiciste ver que era mejor tener una amistad que un amor no correspondido.

─Eres una agradable compañía. Por eso quiero que trabajes conmigo.

─Muchas gracias, Bruno. Quería decirte algo.

─Adelante.

─Cuando fui a verte al hospital me encontré son Sarah. Esa mujer está enamorada de ti ¿la has visto?

─Si, Anna. Nos quedamos en el mismo hotel el otro día, pero no pasó nada. Más bien no pasa nada entre ella y yo.

─Bruno, esa mujer está casada, te puedes meter en problemas.

─Lo sé. No debes preocuparte, aunque ella no para de decir que luchara por mí, yo no tengo intención alguna de estar con ella.

─Solo quiero que sepas que te quiero y me dolería verte sufrir.

─Dilo. Mereces ser feliz.

─Créeme por ahora solo quiero pensar en mi futuro. El amor lo dejó en segundo término.

─Pero-

─Sin peros, así son las cosas ahora.

─Está bien. Al menos dime que harás con Sarah.

─Sólo habrá amistad, mi corazón no es para nadie.

Después de las clases las aguas se apaciguaron. Tenía que caminar hasta su casa, no necesitaba pedir más favores de su padre, se podía quedar con el auto. Esperaba que el semáforo cambiara de color cuando un auto se estacionó cerca de él. Bruno no tenía que adivinar para saber quién era.

Los vidrios bajaron para encontrarse con ese usual lunar en la mejilla.

─Sube ─le dijo─. Por favor.

─Mejor vete por dónde has venido.

─Hay que hablar.

Se acercó a la puerta.

─Grábate esto la cabeza: no me busques, no me hables, jamás volveré contigo. Arruinaste todo, pensé que eras esa persona para mí pero que mierda, me engañaste, Elena ─podía ver el dolor reflejado en aquellos ojos, pero no volvería a su lado, no volvería a creer─, eso jamás.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora