Parte 24

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Paseaba por el jardín con su pequeña sobrina en brazos, era de piel blanca y de mirada angelical, toda una belleza imponente. Se sentó en aquella banca donde observó que su hermana hablar por teléfono.

─Eres la bebé más hermosa de todo el mundo, aquí entre tu y yo, viene de familia, pero no se lo digas a nadie ─se fijó en sus pestañas, en su barbilla, dormía con mucha paz en el rostro, y tal vez tenía un bonito sueño porque sonreía mostrando sus encías─. Ahora tu eres la consentida.

─¿Qué tanto le dices? ─su hermana mantenía el ceño fruncido.

─¿Por qué estas molesta?

─Me habló Sarah, quiere saber si vas a asistir.

─¿Eso es lo que te molesta? ─después de aquel encuentro habían transcurrido dos semanas─. Tranquilízate.

─Me molesta que haga preguntas estúpidas, sabe perfectamente que tu iras conmigo, esta clavada contigo.

Bruno puso los ojos en blanco.

─Por dios, deja de especular cosas. Ya no deberías seguir molesta con ella, lo que paso entre ella y yo, ya paso.

─Ahora la defiendes ¿es tu amiga o qué?

─No, su amiga eres tú. Yo no soy nada, ni ella para mí ni yo para ella. Solo para que guardar más rencor. Cambiando de tema, tienes que cambiarle el pañal a Karen.

─Ya te tocara pasar a ti por esto, aprenderás a cambiar pañales, a preparar biberones, preparar papillas. Hablando de comida ¿a quién invitaste?

─Margaret no quiso venir, Anna dijo que tal vez podría venir.

─Ya decídete por una, por dios.

─No estoy saliendo con ninguna, no pienso lastimar a nadie. Margaret y yo ya no nos frecuentamos como antes. Espero no hayas invitado a mucha gente, porque no me voy a poner corbata ni esas tonterías.

─Ni yo, solo son compañeras del trabajo, familia de mi esposo y nuestros papás. Será una comida sencilla.

─Por fin, ya era hora de una reunión solo de familia.

─Y la razón es mi pequeña, Karen.

─Se siente bien ser tío, no te lo había dicho.

─Entiendo, tenías toda tu atención en otras mujeres que en mi princesita. Ya tendrás tu pequeña algún día.

─Está lejos de suceder ─observó a la pequeña bostezar, se removía entre sus brazos mientras se acomodaba─, por lo pronto voy a cuidar de Karen.

─Me voy a alistar, te la encargo mucho, cuidadito y la escuche llorar.

─Estas loca, mejor ve y apúrate.

─Por cierto, te ves muy bien. La camisa azul marino de rayas combina perfectamente con el mezclilla y esos zapatos caqui, nada mal al menos tienes estilo.

─¿Ya vas a empezar a fastidiarme?

─No, hermanito, aun no empiezo. Me voy.

Deambulo por todo el jardín, no se cansaba de la pequeña, podía estar así todo el día. Cuando despertó se encontraba en la sala, busco entre la pañalera el biberón con leche, Karen comía muy deprisa, y mientras lo hacía lo miraba, lo observaba con esa mirada brillante.

─Todo un angelito ─se sobresaltó al escuchar la voz de Claudia.

─¿Qué haces aquí?

─Tu mamá me invito.

─Pensé que sería algo familiar.

─Ya vez ¿me la prestas? Quiero cargarla.

─No, está bajo mi cuidado.

─Vaya que eres un tío celoso. Esperaré mi turno.

─Como gustes ─no apartó la mirada de aquella minúscula sonrisa─. Karen esta de mi lado.

─Es una sonrisa muy tierna. Quiero dejar en claro que no vine por ti.

─Descuida, tú y yo no somos nada, además deje todo en claro la otra vez.

─Si, fuiste un poco tajante, pero marcaste tu distancia, y yo hago lo mismo.

─Que bueno ¿algo más que tengas que decir?

─Que te ves bien con esa ropa, pero no lo tomes como un cumplido.

─Descuida que tus palabras no me hacen despegar del suelo.

─Entiendo fuerte y claro.

─Si no te molesta Karen y yo tenemos que ir de nuevo al jardín.

─¿No les molesta que los acompañe? Digo para esperar mi turno.

─No nos molesta ─le dio un beso en su frente─. Karen dice que evites darme un beso ─se puso de pie.

─Temo decirte Karen que tu tío es todo un patán que me ha besado cuando le da la gana, y por eso tiene un maldición encima.

─La que me puso esa maldición fuiste tú por tus estúpidos celos de no haberte elegido a ti ¿sabes qué? Mejor no nos acompañes. Hablo enserio.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora