Parte 23

1.1K 96 23
                                    

─¿Estas bien? ─le preguntó Anna después de que terminaran las clases─. Has estado actuando diferente.

─Si, lo estoy, es solo me siento un poco cansado. Te veo más tarde para continuar con la investigación.

Se decía a sí mismo que su hermana tenía razón, pero qué podía hacer, estaba siguiendo sus impulsos de enamorado. Sin pensarlo dos veces fue a su antiguo colegio, deseaba que estuviera allí, buscó por todos lados, pero no la encontró, la directora solo le dijo que Sarah nunca volvió a dar clases en ese colegio.

Al llegar a su departamento se recostó su sofá y comenzó a escuchar Let Her Go de Passenger, la triste melodía le provocó una lluvia de emociones encontradas. Lloró en silencio, la recordó en silencio y en silencio abrazo aquellos recuerdos una última vez. Pues ya era hora de desprenderse de ellos.

─Te ves mal ─dijo Anna mientras dejaba los libros sobre el comedor─. ¿Me vas a decir que te sucede? no puedo concentrarme sabiendo que algo pasa.

─Está bien, pasa que Sarah, se va a casar, y no sé cómo voy a hacerle para estar ahí.

─Pensé que ella se había quedado en el olvido ─Bruno también pensaba lo mismo.

─¿Estás seguro de ir? No vayas hacer una locura.

─No voy a detener la boda, solo quiero oírla decir que es feliz con esa persona, quiero que de una vez por todas salga lo poco que me quedó de ella.

─¿Buscas que te haga daño sus palabras?

─Ya no tengo nada que perder ─miró aquellos ojos que lo estudiaban─, además he cambiado, y no para bien. No soy bueno, Anna, después de las cosas que he hecho.

─Eres noble, aun lo eres ─sintió su mano sobre la suya─, y si es lo que necesitas para despedirte de una vez de todo, adelante. Pero tienes que estar muy seguro de ir.

─Lo estoy. Esto tiene que acabarse.

Conducía por la avenida principal, se encontraba nervioso, pero a la vez decido, la llamada de Claudia había sido muy precisa. Esperaba que el semáforo le diera señal para continuar, pronto caería la noche y pronto vería a su profesora. Sarah se reuniría con Claudia en casa de sus padres, desconocía las intenciones de ella, pero era obvio que quería verlo caer de nuevo.

─No te daré gusto, Claudia ─se dijo así mismo mientras se ponía en marcha.

Cada que vez se acercaba más, lo hacía también su curiosidad por saber si lucía como antes, si algo en su aspecto había cambiado o si aquella sonrisa seguía siendo perfecta, pero lo que, sí sabía era que ya no era de él, todo le pertenecía a otro hombre. Frunció el ceño al recordar aquel último día que pasaron juntos, cuando todo se fue a la mierda, su persona misma se fracturó y no volvió a ser el mismo, buscaba afecto y cariño, migajas de algo que nunca tendría futuro.

Salió de sus pensamientos al escuchar el timbre de su teléfono.

─Soy Claudia, está en mi casa. Tienes la oportunidad de hablar con ella a solas ─la escuchó decir del otro lado en una especie de susurro.

─Enseguida llegó-

─Solo te pido una cosa, no vayas hacer una tontería en mi casa, te comportas o te vas.

─Descuida no besaré a nadie.

─Patán. Creo que estás destinado a sufrir, Bruno Diaz.

Detuvo el auto afuera, se tomó un momento antes de bajar. Cuando bajó los nervios de nuevo aparecieron y toda esa seguridad que había reunido desapareció. No sabía qué hacer, pero ya era demasiado tarde, llamó a la puerta, el padre de Claudia lo recibió, le dio un saludo de manos y lo invitó a pasar, el camino aquel pasillo le pareció interminable, y a medida que se acercaba al patio trasero podía escuchar las voces, se detuvo al escuchar una risa. Era de ella sin duda.

A pesar del tiempo ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora