Capítulo 3.

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Las manos de Blas comenzaron a sudar, su sonrisa junto con el brillo de sus ojos desaparecieron al instante.

Carlos que no entendía la que pasaba intentó darle una mirada dulce a Blas pero al ver sus ojos los encontró inyectados de sangre, algo le decía que esto estaba mal, apreció la mirada fría que su amigo le dio al que parecía ser su tío.

— Que mal educado soy, no me he presentado, soy Rubén Cantó — le extendió la mano a Carlos para que la tomara y así poder sentir su suave tacto pero en cambio Blas se interpuso, evitando así el cometido de ese mal hombre.

— No te atrevas siquiera a tocarlo — gritó Blas con fuerza, este protegía a Carlos tras él.

Rubén lo miró realmente disgustado hace años que no veía a un niño tan lindo como Carlos, sus ojos mostraban un brillo que los de su sobrino ya no tenían, sus labios eran un poco más pequeños que los de Blas, su piel era pálida y suave como si de un bebé se tratara.

Estaba tan enfurecido que ya se las vería con Blas en cuanto Carlos se fuera.

— ¡Vete Carlos!— gritó Blas asustado, no sólo por lo que pasaría sino por el daño que quisiera hacerle Rubén a su único amigo aunque después de aquel momento sabía que Carlos ya no querría acercarse a él.

— Blas no te dejaré aquí solo — susurró Carlos que de un momento a otro rodeó los hombros de Blas con sus cortos brazos.

— ¿Recuerdas lo qué te dije? — preguntó Blas.

— Sí — susurró Carlos —. Iré por ayuda — murmuró finalmente para después salir corriendo de la casa con su pantalón en mano.

Blas no pudo evitar que lágrimas empezaran a caer por su rostro, Rubén le mostró una sonrisa realmente perturbadora no sólo para un pequeño de diez años también para alguien mayor.

— Te has portado muy mal Blas — sonrió Rubén para después subir al pequeño en su hombro.

— ¡Bájame! — gritó Blas mientras pataleaba y le daba puñetazos en la espalda a su tío.

Rubén soltó una fuerte carcajada que asustó a Blas, lo aventó contra la cama y se subió en su cuerpo para comenzar a quitar la ropa de este y tras cada prenda dejar besos húmedos en las zonas desnudas.

Carlos que corría agitado buscando ayuda ya con sus pantaloncillos puestos rogaba a Dios o a quien fuese, que le ayudara y lo vio a él.A Will.

— ¡Abuelo! — gritó con la voz ronca y desgarrada.

Will que se acaba de dar cuenta de su nieto lo miró preocupado, no sabía que le sucedía y eso lo desconcertaba.

— ¡Blas necesita ayuda! — gritó Carlos y tomó de la mano a Will para arrastrarlo a donde se encontraba Blas, sólo esperaba que Rubén aún no le hubiese tocado un pelo.

Blas se removía desesperado no sabía por cuánto tiempo más soportaría los dedos aquel hombre tocando sus hombros, sus piernas, sus muslos y su miembro.

Rubén estaba a punto de obtener un orgasmo y lo que más deseaba era que fuera dentro de su sobrino. Estaba por meter su miembro en el pequeño cuando Will lo sostuvo por los brazos y lo tiró al suelo.

Carlos al entrar se percató de que Blas se encontraba desnudo y en posición fetal lo cubrió con las mantas. Era un escenario traumatizante para cualquier persona que la viera.

— Ahora todo estará bien. Te lo prometo — besó la mejilla de Blas para después enterrar sus dedos en el cabello de este y acariciarlo hasta que se quedará dormido.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora