Capítulo 14.

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Las gotas caían en dirección a la cabeza de ambos chicos, mojando su cabello, rostro y cuello.

El abrazo se había prolongado lo suficiente para Blas, aunque ya se sentía mejor no podía dejar que aquél sentimiento de calidez le volviera a invadir dejando ir el rencor. Se separó lentamente, sus miradas intercambiaban ciertos sentimientos que ninguno de los dos habían descifrado.

La respiración de Carlos comenzaba a unirse con la de Blas y sus labios se encontraban a sólo unos centímetros de ser chocados cuando el rugido de una moto mató el bello momento.

— Blas, Jared te está esperando — dijo Celia. Blas gruñó enfadado.

— Te veo luego Carlitos — Blas removió el cabello de Carlos y se marchó con Celia.

Carlos se dirigió pensativo al cuarto de hotel. David que estaba por bajar las escaleras cuando se encontró con él, frotaba las mangas de su suéter contra sus ojos.

— Carlos ¿qué te sucedió? — preguntó David a su oído mientras le abrazaba.

— No sucede nada — respondió Carlos de manera cortante —. ¿A dónde vas?

Carlos sorbió su nariz haciendo un extraño puchero.

— Iba a salir con Cristina pero ya le cancelo — respondió el moreno preocupado.

— No canceles por mí — respondió Carlos, no arruinaría una cita tan importante para David.

— ¿Seguro qué estarás bien?

— Lo haré, te veo en un rato.

David asintió para después marcharse no muy convencido. Quizá sería buena idea cancelarle a Cristina. Ella entendería.

Los sollozos tras la puerta de aquel cuarto de hotel eran lo único que se podía escuchar tras las paredes. Carlos se sentía como un idiota por no haberse acordado de Will en el primer momento que pisó el continente europeo.

Entre sollozos y suspiros Carlos llamó a la única persona que le ayudaría en ese momento.

— ¿Álvaro?

— Sí, soy yo ¿qué sucede enano? — preguntó Álvaro.

Carlos no respondió ante la pregunta, sabía que si hacía el intento de hablar su voz se quebraría en millones de pedazos y rompería a llorar.

— Carlos necesito que me respondas — mencionó Álvaro preocupado.

Para Álvaro siempre había sido muy importante Carlos, a decir verdad desde que le conoció se enamoró por completo de ese ser tan angelical.

— Soy un idiota — dijo Carlos que no había podido calmar sus lágrimas.

Esas palabras enfurecieron a Álvaro. El rubio jamás había sido un idiota de hecho estaba lleno de dones y cualidades maravillosas que ninguna otra persona jamás tendría.

— No, ni siquiera lo digas en broma, no sé lo qué ha pasado pero tú no lo eres — suspiró —. Iré para allá en cuanto acabe unas cosas aquí y le partiré la cara a quien se lo merezca.

Álvaro finalmente colgó el teléfono molesto, dejando a Carlos sin habla. Se sentía orgulloso de que una persona tan buena como lo era y es Álvaro estuviera a su lado para no dejarlo caer.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora