Gotas de lluvia golpeaban contra el gran ventanal de la habitación de Blas.
Carlos le miraba desde la cama con cierta preocupación, después de haber llegado al piso del castaño, este cayó en un profundo sueño.
El rubio decidido con un botiquín en mano que había sacado minutos antes del baño se acercó a la cama donde se encontraba Blas y gateó hasta quedar cerca de su rostro.
— Blas— murmuró el menor removiendo un poco al castaño.
El chico entre abrió los ojos soñoliento, pero en cuanto vio que Carlos estaba cerca de él, le sonrió.
— Te...tengo que curarte — balbuceó Carlos sonrojado por la sonrisa de Blas.
— Recuéstate un momento conmigo — dijo Blas mientras palmeaba el colchón.
— Blas necesito curarte, si me dejas hacerlo después haré lo que tú me pidas — contestó Carlos.
Blas se sentó con cuidado en la cama recargando su espalda contra la pared.
Las manos de Carlos temblaban mientras le limpiaba las heridas del labio al mayor, las yemas de los dedos de Blas habían estado proporcionándole caricias en el abdomen.
— ¡Auh! — exclamó el mayor adolorido. Esta vez Evan le había dado con todo.
— Per...Perdón — dijo Carlos cabizbajo. Se sentía como un idiota, sabía que no había sido buena idea entrar a ese mundo pero añoraba saber los sentimientos que invadían al castaño.
Blas negó con la cabeza ante la disculpa del rubio, no era necesaria parte de la culpa era de él.
— No me pidas disculpas — susurró Blas con su rostro cerca del de Carlos.
Las respiraciones de ambos chicos eran entre cortadas, a pesar del olor que había habido momentos atrás en el lugar de las peleas, el aroma de Blas seguía siendo a vainilla.
— Déjame besarte — susurró Blas —. Por favor.
Carlos quedó perplejo ante tales palabras, nunca creyó que salieran de sus labios. Estaba nervioso, uno a uno lo vellos de su piel comenzaron a erizarse, sus labios se resecaron y sus piernas comenzar a temblar, aún después de estar sentado en la cama.
— Blas... — las palabras del menor fueron interrumpidas por los labios de su acompañante. Una electricidad recorría con locura el cuerpo de Carlos, ese beso se volvería uno de muchos después de aquella noche.
Los ojos de Carlos no se cerraron, tenía miedo de que todo lo que estaba pasando fuera un sueño. Lágrimas comenzaron a recorrer las mejillas de este, Blas lo notó y preocupado las limpió con sus dedos.
— Te quiero. Perdóname soy un idiota..., no debí besarte es solo que yo...— era claro que la noche estaría llena de interrupciones entre ambos.
Los brazos de Carlos rodearon el torso del mayor, dando paso a la ternura y nerviosismo por ambas partes.
Blas en un lento movimiento dejó a Carlos bajo su cuerpo.
— Me gustas...y mucho — susurró Blas mientras dejaba besos en el arco del cuello del menor.
— ¿Es cierto lo qué dijiste en el ring? — susurró Carlos en un hilo de voz —. ¿Lucharás por mí?
— Si me es posible daré mi vida por ti.
Y con esas palabras toda tensión se escapó sin dejar rastro alguno.
Las manos de Blas viajaron por el torso del menor hasta sus muslos, proporcionado caricias con las yemas de sus dedos. Mientras que las manos de Carlos solo lograron acariciar su torso, impregnando en ellas el olor del chico.
Pronto una erección se hizo presente bajo la mano del mayor, este acercó su rostro al de Carlos y miró sus mejillas sonrojadas, una sonrisa se extendió entre sus labios. Carlos estaba nervioso, jamás había llegado a tanto con nadie pero de cierta manera que su primera vez fuera con Blas le hacía sentir remolinos apropiándose de su estómago, las mariposas ya habían pasado de moda.
Sus ojos se cerraron con presión cuando Blas pasó sus labios sobre sus pezones, jugando con ellos, así torturándolo.
Los dedos de Carlos apretaron con fuerzas las sabanas mientras levantaba su pelvis con necesidad contra el cuerpo de Blas. Estaba apenado por sus acciones pero esta vez era de lo más difícil controlarse con Blas proporcionado caricias y besos por todo su cuerpo.
En cuestión de minutos la ropa de ambos se dispersó por el suelo. Blas no podía creer que todo aquello fuera real, el tener a su Ángel bajo su cuerpo le provocaba miles de sensaciones hasta llegar al punto del olvidar la venganza que apenas meses atrás estaba empeñado en cumplir.
Ambos se estaban en calzoncillos, el frío que se encontraba en las calles de Madrid apenas y era posible sentirse en la habitación, era de imaginarse que la temperatura había subido en la última hora.
Los labios de Carlos comenzaron a viajar depositando besos húmedos por los hombros de Blas hasta llegar al resorte de sus ropa interior. En cuanto el rubio le miró, Blas se dio cuenta de que el menor ya estaba listo, ya no pasarían más días separados. O al menos eso esperaba.
Con lentitud dejó el cuerpo de Carlos reposado sobre el colchón haciéndole sentir cómodo con lo que estaba por venir. Siguió con una última ronda de besos hacia el menor.
Blas creía que el cuerpo del menor era una obra de arte que debía ser apreciada, sus ojos seguían siendo color miel como la primera vez que les vio, su sonrisa era dulce, su cabello se encontraba teñido pero aún no desaparecía ese color natural en las raíces y sus mejillas más suaves. Mientras que su figura se había tornado más fibrosa.
Cuando terminó la ronda de besos bajó la ropa interior del menor jugó un poco con el miembro del chico. En cuanto su cuerpo le indicó que era el momento Blas tomó un condón del cajón de un buró que se encontraba a un lado de la cama y se lo puso. Cuando entró en Carlos miles de sensaciones se hicieron presentes, el dolor había quedado en segundo plano en cuestión de minutos, ninguno de los dos jamás había tenido relaciones con algún chico por esa razón era nuevo para ambos.
Una mordida en el hombro de Blas y los dedos de Carlos enterrados en su espalda fueron lo que provocó cuando entró en él. Después de que llegaran al clímax, Blas besó una vez más los labios del menor antes de salir de él.
Cuando Blas regresó a la cama se encontró con que el menor había caído rendido, con una sonrisa acomodó las cobijas y se acostó a un lado de él.
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¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA.
FanfictionNadie esperaba lo que estaba a punto de ocurrir.