Capítulo 20.

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Los ojos de Carlos no podían encontrarse peor ya que Álvaro había llegado al departamento y había hecho que el menor rompiera en llanto una vez más.Pronto ambos chicos se quedaron dormidos en el sillón, Carlos con la cabeza de Álvaro apoyada sobre la suya y su nariz pegada al pecho de su hermano.

El silbido de un pájaro despertó a Carlos y a Álvaro que aún seguían en la misma posición. Álvaro estiró sus brazos y dejó salir un bostezo a lo que Carlos reprimió una risilla y se abrazó aún más fuerte al torso de su hermano.

Había sido una madrugada realmente difícil para todos, eran las ocho menos cuarto cuando se levantaron. Carlos se dirigió a la ducha y Álvaro se quedó con David que preparaba el desayuno.

— ¿Cuánto tiempo ha estado así? — preguntó Álvaro al moreno.

— Hace una semana.

El silencio invadió el lugar mientras que Carlos sólo sentía el impacto de la lluvia artificial caer sobre su cuerpo. Los pesares comenzaban a ser eliminados con el agua aunque no del todo. Claro no era así de fácil ya que antes de que pasara lo del departamento de Dani. Carlos había ido a hurtadillas a ver a Will.

Esa mañana las aves cantaban a la par algunas desde los árboles y otras desde el cielo. Carlos había estado muy indeciso sobre tocar el timbre pero David que le acompañó le impulsó a hacerlo.

Un hombre mayor, ya un poco viejo y arrugado abrió la reja y le mostró una sonrisa a Carlos.

— ¿A quién desea ver? — preguntó el hombre.

Carlos le miró a los ojos y sabía de quien se trataba era su chófer, su mejor amigo por años.

— ¿Joven Carlos? — preguntó nuevamente el hombre.

— Manuel — habló Carlos para después abalanzarse sobre él.

Después de cruzar unas cuantas palabras Manuel dirigió a David a la sala y a Carlos al dormitorio de Will.

Los ojos de aquél hombre que había sido como un padre para Carlos durante tanto tiempo. Se mostraban distraídos en un punto fijo, quién lo diría, que ya no encontraría esa mirada dulce. Carlos con lentitud se acercó al cuerpo de su abuelo que yacía intacto en la cama. Cuando sus dedos se posaron en el pecho de su abuelo este ya no tenía pulso.

El sonido de un golpeteo en la puerta sacó a Carlos de sus pensamientos.

— Carlos dice Dani que te espera abajo — habló David poniéndole aún más nervioso ya que Carlos ahora no sólo escondía un secreto sino dos.

Carlos bajó tan rápido como le fue posible en compañía de Álvaro y David que le seguían con lentitud. Cuando Carlos vio a Dani y Cristina preguntó por Blas pero lo único que le pudieron decir fue que este les vería allá.

En cuanto llegaron al cementerio de detrás de la casa de Will, los ojos de Carlos se llenaron de lágrimas al ver al castaño que vestía con un traje negro, parado frente al agujero donde sería trasladado el ataúd.

Era increíble como ambos jóvenes podían soportar tanto dolor. Carlos se resistía a no hablar nada de lo sucedido en casa de Will y Blas se resistía a no soltar una lágrima más por aquél hombre que siempre fue para él un sostén.

Después de la pequeña misa llegó la hora de dar el pésame. Una a una las personas más cercanas al castaño se acercaron.

Carlos sólo les miraba de reojo no necesitaba más lágrimas en su rostro, sabía que podría ser descubierto por Blas. Mientras que Álvaro a una considerable distancia miraba a ambos jóvenes, se les veía tan destrozados, lo sentía tanto por Carlos ya que por años había estado enamorado del menor por esa misma razón huyó a Inglaterra.

Y ¿quién lo diría? que Blas de quien tanto el rubio le contaba no hubiera derramado una sola lágrima en todo el sepelio.

Tan pronto como todos se fueron Blas dejó que sus ojos se inundaran de lágrimas pero no se percató de que ahí estaba él. Su Ángel.

Los brazos de Carlos rodearon el torso de Blas con timidez provocándole un intenso sentimiento de calidez. Blas se giró hacia el menor. Podía imaginar el sentimiento que se almacenaba en su corazón, le abrazó como si no hubiera un mañana, poco a poco comenzaron a separarse cuando los ojos de ambos se encontraron.

Tal vez no era el momento pero Blas no perdería la oportunidad de besar a Carlos. Así que lentamente unió sus labios con los de él, acoplándolos a la perfección haciéndoles sentir esa protección que ambos habían estado buscando por años.

Es muy cierto que no todo se arregla con un beso pero ellos no necesitaban nada más que eso.

¡My Angel! //Blarlos//CANCELADA. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora